Moda
Primeras damas
Tanto hablar de Donald Trump y Hillary Clinton en estas últimas semanas, que hoy tengo que decir algo de Melania Trump. Dicen los economistas que cuando Estados Unidos estornuda, el mundo entero se contagia. Pero no tengo tan claro que cuando los americanos se visten, el mundo de la moda les imite. Sin embargo el efecto de las primeras damas que han conseguido marcar un estilo global ha sido muy influyente en determinados momentos.
Seguramente el ejemplo más claro es el de Jacky Kennedy, cuya elegancia e innovación se convirtió en una verdadera tendencia que ocupó páginas y desfiles y marcó una época. Admiradora del gusto francés y europeo de Givenchy, Dior y Balenciaga, su relación con el diseñador Oleg Cassini derivó en la creación de una imagen renovadora y deslumbrante de la primera dama que trasladó su estilo exquisito al ambiente de la Casa Blanca. El libro “Jacky and Cassini, a fashion love affair” describe con detalle la importancia de aquellos tiempos para el mundo de la moda y para la proyección de una nueva política americana en el mundo.
La todavía primera dama, Michele Obama, ha sido otra importante referencia para las tendencias y el estilo global. Sin haber alcanzado las cotas de popularidad de Jacqueline, ha representado el ascenso de la mujer afroamericana ocupando por primera vez, con personalidad propia, el papel de una activa compañera de viaje para el Presidente de Estados Unidos. Su imagen de éxito profesional y su compromiso con minorías y problemas globales ha recordado a la demócrata Hillary Clinton. Pero su distancia de las decisiones políticas, hasta esta campaña, ha reforzado su perfil independiente que puede recuperar en el futuro si tuviera la oportunidad de prolongar su protagonismo social y político.
Las mujeres de los Bush, tanto Bárbara como Laura, tuvieron un impacto menor en las tendencias de la moda internacional. Habría que remontarse a los años 80 para rescatar el dinamismo de la mujer conservadora americana. Nancy Reagan, se convirtió en aquella década en una referencia para el estilo de la mujer madura, complemento de un Presidente decisivo para el impulso de la imagen de una América tradicional.
De momento Melania ha mantenido un papel discreto en esta campaña. Mostrando más corrección que su marido. Pero la fastuosidad y el exceso que los Trump han proyectado durante años, parece advertir sobre la tendencia que puede asumir la próxima primera dama. La cuestión que se planteará a partir de ahora es si la imagen que América va a trasladar al mundo es capaz de entusiasmar a la mujer global, cuya aspiración está en la igualdad de derechos y cuyo atractivo está en su diversidad.
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