Muere Fidel Castro

La oficialización de la mentira

La oficialización de la mentira
La oficialización de la mentiralarazon

Por Juan de la Torre, Asociación de Amigos de Israel en España

Ver como una gran parte de líderes políticos y medios de comunicación se muestran compungidos por la muerte del dictador cubano, pone en evidencia la vulnerabilidad de nuestras democracias occidentales, cuyos líderes parecen más ocupados en ocultar la verdad y enaltecer los valores políticos más siniestros.

Hemos visto en televisión el entreguismo a la memoria del sátrapa cubano y no me refiero solo a La Sexta o Cuatro, tan dadas a exaltar las bondades de los postulados marxistas, hablo de RTVE, capaz de rivalizar con el canal oficial de la Televisión Cubana en su ejercicio de “peloteo extremo”, a la hora de elogiar “al Comandante”

Todo este disparatado escenario me ha llevado a recordar el discurso que sobre Israel utilizan gran número de políticos, periodistas y medios. Hablo de una argumentación basada de principio a fin en datos falsos, en una historia que no tendría cabida ni en la página peor redactada de la Wikipedia. Convertir a un tirano en el libertador de una sociedad que hasta su llegada vivía en la miseria y la ruina, es tan falso como decir que Israel se creó porque unos judíos llegaron a Israel en 1948 y expulsaron a los habitantes de esas tierras que llevaban no solo centenares de años, sino miles de años viviendo allí. Un estudio meramente superficial de los sucesos históricos que hay detrás de estas dos narraciones, las arrojarían directamente a la basura.

¿Por qué entonces se escupe directamente sobre las páginas de la historia y nos mienten de una manera tan descarada, en asuntos como Cuba, Israel, u otros determinados temas que, seguro, si hiciéramos memoria recordaríamos todos?

Evidentemente hay mentirosos que ejercen la mentira desde sus atalayas profesionales o políticas, como parte de su quehacer diario, pero estos no son la mayoría. Los demás son víctimas del efecto de dos conceptos muy potentes y extremadamente peligrosos para nuestras democracias; Uno de ellos es “la corrección política”, enfrentada siempre a la razón y a la verdad. El otro es lo que llamo “las mentiras oficiales” que para entendernos serían algo así como las hermanas mayores de las “leyendas urbanas”, igual de falsas e ilógicas, pero que al ser adoptadas como algo políticamente correcto, se convierten en algo similar a una shura del Corán que ha de ser recitada con absoluta exactitud si quieres disfrutar de las huríes del paraíso. Aquel que se atreviere a negar cualquiera de esas “mentiras oficiales” será expulsado del “cielo” de los “buenistas y políticamente correctos”.

No se esfuerce, da igual que presente datos oficiales de la economía cubana antes del castrismo (una de las más saludables de América). Si lo hace y abandona la verdad aceptada de “las mentiras oficiales”, caerá sobre usted una maldición que haría palidecer a la de los faraones. Sufrirá un escarnio público por ser un reaccionario intolerante, un enemigo de la libertad y un cómplice de las conspiraciones de las superpotencias. Si yo menciono que Arafat hacía bromas con sus allegados diciendo: “A un occidental le puedes contar lo que quieras, se lo creen todo”, entonces me convertiré en un malvado sionista y bla, bla, bla...

Si no quieren ir al infierno, aquel donde nos envían a inconformistas, incrédulos, políticamente incorrectos y a los que vamos por libre, entonces sigan recitando y creyendo los mantras de “las mentiras oficiales”.