Blogs
La Guerra de Ice Age
En 1950 dio comienzo la Guerra Fría. El primer conflicto armado entre Corea del Norte y Corea del Sur se inició ese año y duró tres. Aunque el enfrentamiento geopolítico, ideológico y estratégico entre el bloque occidental y el comunista puede situarse en 1947 cuando el Presidente americano Truman inició, con su ayuda a Grecia y Turquía, la doctrina de la contención, para frenar el expansionismo soviético. Los rusos por su parte dicen que no había tal voluntad. Que los americanos empezaron aquel conflicto impreciso y global popularizado por Walter Lippmman como la Guerra Fría.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos suplantaba al derrotado Imperio Japonés y al declinante Imperio Británico en Extremo Oriente. Victorioso, con tropas en diversos países y la hegemonía en el océano. Única potencia atómica. Los americanos sin embargo veían el triunfo la revolución comunista en China en 1949 y la migración de los nacionalistas chinos a Taiwán. Los rusos presionando desde su inabarcable territorio. Y una postguerra donde los procesos de descolonización no auguraban nada distinto de un futuro de recelos hacia las potencias mandatarias occidentales. La Guerra de Corea fue el primero de los conflictos directos entre los comunistas y los prooccidentales, con apoyo de los bloques bipolares. Luego vinieron Vietnam, Camboya, los dictadores de Indonesia y Filipinas. Antes los acuerdos de defensa con los aliados de la SEATO y ANZUS. Luego y mientras tanto, todo lo demás en Oriente Medio, África y América Latina.
La guerra fría, tras la caída del Muro de Berlín, se volvió una guerra glacial. Hundida en el hielo de la historia. Cubierta de las mentiras de los totalitarismos comunistas. Reconvertida en luchas de etnias y minorías. Corea del Norte es prácticamente el último vestigio del conflicto. Nacido como un retoño en la Casa de los Monster, el país y sus dirigentes han vivido atrincherados para no desaparecer. Fabricando armas de la marca ACME, hasta que la tecnología china les ha permitido construir armamento nuclear y ahora un misil de largo alcance que pone en riesgo a la propia seguridad americana.
El tablero de Asia Pacífico. El único lugar donde hay una cierta reproducción de la bipolaridad. Estados Unidos y China rivalizan en mercados y acuerdos comerciales; construyen y renuevan alianzas; mantienen un pulso geo estratégico por el control de rutas y la soberanía de islotes. La única salida del régimen norcoreano consiste en reproducir allí la atmósfera de la guerra fría. Generar un nivel de alta tensión que fuerce algún tipo de enfrentamiento para distorsionar el status quo. Que altere el debilitado equilibrio de Extremo Oriente, ante la insólita ambigüedad del Presidente Trump.
De momento la política exterior norteamericana ha respondido con amenazas y maniobras conjuntas en Corea del Sur. Pero las consecuencias del disparate de Kim Jong-un podrían ser peores. Una respuesta militar frente a una amenaza real, de una administración necesitada además de credibilidad global. Y después, la caída del coyote por el barranco. Una humareda de polvo leve y lejano al tocar el suelo. Y luego, el despertar de la guerra en el glaciar.
✕
Accede a tu cuenta para comentar