Francia
El terror que no cesa
Me llegan, todavía confusas, mientras escribo, las noticias de un nuevo atentado yihadista en Francia, el día de su fiesta nacional, 14 de Julio, en la ciudad turística por excelencia de Niza.
No se conocen aun las siempre terribles cifras de fallecidos y heridos. Muchos son siempre, aunque sea uno solo, pero me temo que el número es muy elevado.
Es el cuarto atentado en suelo francés en escasamente año y medio, el quinto si contabilizamos el del Aeropuerto de Bruselas que también parece que estaba pensado para Francia y a última hora cambiaron de objetivo, es decir desde el 7 de enero de 2015 con el atentado a la revista satírica Charlie Hebdo, la sala de fiestas Bataclan el 13 de Noviembre, el 22 de Marzo de 2016 los referidos atentados de Bruselas, el matrimonio de policías asesinados el 13 de Junio pasado y ahora, 14 de Julio, Niza.
La lucha policial y de inteligencia contra estos bárbaros es harto difícil. La lucha contra el terrorismo más eficaz, y casi la única que realmente consigue la detención de los terroristas y evitar atentados, es infiltrándose en las organizaciones, como ocurrió con ETA, solo que en el caso de los llamados “lobos solitarios” o células muy reducidas e independientes lo hacen casi imposible
ETA tenía una estructura piramidal y una organización jerárquica que tomaba decisiones, daba órdenes, existían redes de cobro de extorsiones, de suministro de armas y explosivos, de paso de fronteras...nada de lobos solitarios ni grupos independientes. Lo que no ocurre en el caso del terrorismo que nos ocupa y preocupa.
Francia es el país con mayor número de yihadistas retornados de la guerra de Siria e Irak. Los cuerpos de seguridad franceses tienen controlados a 185 retornados de un total de 1.200 jóvenes franceses que se han ido a combatir en las filas del DAESH. También es el país europeo con mayor número de emigrantes musulmanes, de los que ya han nacido en Francia la segunda y tercera generaciones, hasta alcanzar un número cercano a los cinco millones. Ciudades y barrios enteros son habitados por musulmanes. El 99,9% de ellos personas honorables, pero para hacer daño, para matar, solo un fanático loco, como el de Niza, es suficiente.
En España, a pesar de un aumento significativo en los últimos años, no llegan a los dos millones de musulmanes, quinientos mil en Cataluña. Apenas 120 se han incorporado a la guerra de Siria e Irak en la filas del DAESH, de los que unos 45 han retornado a nuestro país. Las detenciones de sospechosos de ser yihadistas activos o “durmientes” no cesan en España. Los servicios de Inteligencia y los cuerpos de seguridad no descansan para ahorrarnos a los españoles situaciones como las vividas por los franceses en este año y medio. Aun así, como ha declarado reiteradamente el Ministro del Interior, la seguridad total no existe. Nadie está libre de sufrir un atentado terrorista.
Se oyen voces, las de siempre, que medio vienen a justificar tanta barbarie, culpando a los cuatro de las Azores por haber provocado a la bestia dormida con el ataque a Irak de 2003. Seguramente ignoran, o quieren ignorar, el atentado atribuido a la Yihad Islámica en Beirut en octubre de 1983 con el resultado de 241 marines estadounidenses y 59 paracaidistas franceses muertos, o el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, por citar solo dos de los más cruentos de una serie interminable de ellos.
No niego el error de la guerra de Irak (con la excusa de las armas químicas usadas contra los kurdos en 1988, de las que ya no quedaban en sus arsenales) aunque por razones distintas, en la que ciertamnente España envió un buque hospital, el Galicia, con dos buques de escolta y aprovisionamiento, pero decir que esa errónea decisión de USA y Gran Bretaña, con el apoyo de Portugal y España, es el desencadenante de este horror, es mentir a sabiendas o de una ignorancia impropia de dirigentes políticos.
Queramos denominarla así o no, esta III Guerra Mundial se desarrolla en dos frentes y de dos modos muy diferenciados: las guerras convencionales de Irak, Siria, Libia,...y los continuos atentados terroristas, no solo en occidente. Más fácil acabar con la primera, si existe la determinación y se emplean los medios adecuados, que con la segunda, pero lo uno llevaría a lo otro. Dirigentes políticos occidentales: ¿Cuándo tomamos ejemplo de Rusia y su recuperación de Palmira, y atacamos los suministros y las posiciones yihadistas hasta hacerlos desaparecer del mapa? Medios no nos faltan para ganar esa desigual guerra, voluntad política toda.
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