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La mala prensa, Europa en peligro

La mala prensa, Europa en peligro
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Algo hacemos mal en España, o quizás no, pero la mala prensa que tenemos en países “de nuestro entorno” es evidente. Periódicos como “The Sunday Times” se despachaba en enero pasado con un artículo titulado “How to be Spanish” (Como ser español) en el que nos vestía de limpio a todos los españoles, una especie de guía con calificativos como Impuntuales, malhablados, desagradecidos...Claro que no mencionaba el salvaje comportamiento de sus compatriotas en lugares de veraneo españoles de Cataluña y Baleares, incluidas las reclamaciones fraudulentas que presentan a su regreso a Inglaterra, tratando de estafar a los hoteles donde se habían alojado. Lecciones de ciudadanía y educación, los británicos, pocas.

Más recientemente y hablando de cuestiones más serias, como el separatismo catalán, The Guardian, New York Times, The Times y muchos más, tratan la cuestión dándole un alto grado de credibilidad a las tesis separatistas, creando opinión entre sus lectores nada favorables a la democracia española, viendo la paja en nuestros ojos e ignorando sistemáticamente la viga que les ciega.

Nuestro complejo derivado de un pasado no democrático, que hace cuarenta años que fue enterrado por una Constitución ejemplar, homologable, si no mejor, de las que tienen muchos de esos países, nos deja inermes ante tantas mentiras, ante ataques tan burdos como los que con demasiada frecuencia recibimos. Lo que debería ser una acción conjunta de todos los partidos nacionales españoles en defensa de nuestra democracia, se convierte en un arma electoral de unos contra otros. Solo políticos de la transición, como Felipe González y Alfonso Guerra, tienen el coraje, la valentía y la sensatez de salir en los medios de comunicación defendiendo la unidad de España.

En cierta ocasión, única que se sepa, el gobierno español pagó una cantidad importante de dinero a uno de los muchos lobbies (grupos de presión) norteamericanos para que defendiera nuestros intereses en aquel país, como respuesta a una campaña de la que habíamos sido víctimas. Las críticas fueron tremendas, cuando, como todo el mundo sabe, en USA hay lobbies que ejercen una fuerte influencia en las decisiones políticas, como por ejemplo el lobby de las armas, Asociación Nacional del Rifle, o el lobby judío. No sé si aquellas críticas, sumadas a nuestro complejo aludido más arriba, hace que nuestros políticos de hoy no se atrevan, ni siquiera, a comentar las decisiones de la Justicia, cosa de la que no se priva, por ejemplo, los parlamentarios flamencos o la ministra alemana, la “social demócrata” Katarina Barley, que además ”amenaza” con liberar a Puigdemont “si el Gobierno Español, no acredita suficientemente el delito de malversación, lo que veo difícil”. Esta señora ni ha oído hablar de la Montesquieu.

El Gobierno catalán ha pagado grandes sumas de dinero a grupos de presión que le han proporcionado una beatifica apariencia ante la opinión pública, medios de comunicación, políticos y hasta jueces de países con los que nos unen alianzas militares, económicas o políticas. No se escandalicen, esas cosas pasan más de lo que creen. Les han puesto cámaras, micrófonos, aulas universitarias, y páginas de prensa a su disposición. Según algunas informaciones que circulan por las redes sociales: La agencia de Washington contratada por el Govern de Puigdemont para difundir la propaganda independentista recibe fondos de Sberbank, un banco del Kremlin sancionado por la Unión Europea”

Solo, que yo sepa, Le Figaro, periódico francés, le da la razón a España y un repasito a la justicia y los políticos alemanes. Les traduzco algunos párrafos que merecen la pena: “Le manque d'une pleine intégration et d'une harmonisation juridique réelle est un grand danger pour la continuité du projet européen”.(La falta de una plena integración y de una armonización jurídica real es un gran peligro para la continuidad del proyecto europeo) y termina “Si l'on continue comme ça, la «balcanisation» et la progressive désintegration de l'Europe est servie” (Si se continua así la < > y la progresiva desintegración de Europa está servida).

Parece mentira que un país que ha provocado dos guerras mundiales en el siglo pasado, que eligió como Canciller en 1933 por mayoría absoluta de votos a un condenado a cinco años de cárcel por golpista en 1923, Adolf Hitler, se atreva a cuestionar nuestra democracia.

Merece la pena que les cuente un comentario de un militar español sobre un compañero de curso alemán en la Escuela de Guerra española: “No sólo tenemos que “agradecer” a los germanos el atropello de sus vecinos en al menos tres ocasiones (1871, 1914 y 1939) sino más recientemente su comportamiento en Yugoslavia. Y su egoísta apocamiento en Libia. Ahora entiendo a mi buen amigo y compañero en la Escuela de Guerra, Axel S. (omito el nombre), que pidió perdón en clase de Historia por las invasiones bárbaras de los siglos IV y V.Cuando le dije que se había pasado me contestó: “Es que nosotros fuimos educados en la vergüenza...” Bueno, pues ya han vuelto a perderla”.

La guerra mediática es muy eficaz, pero para quien la gana, y hay que estar dispuesto a ganarla. Que los Servicios de Inteligencia rusos intervienen pagando grandes cantidades de dinero a prensa, políticos (¿la ministra alemana?), lobbies, o quien haga falta para desestabilizar a Europa, pues habrá que hacer algo para neutralizarlo, todo menos la pasividad, el buenismo, los complejos y el conformismo. ¿Estamos ante una nueva “Guerra Fría? En absoluto, es la misma de la escalada de armamento (Escudo antimisiles de la OTAN y misiles hipersónicos rusos) pero más sofisticada, cibernética, tecnológica. ¿Qué tiene de fría la terrible guerra de Siria? Solo luchar con las mismas armas o aún más eficaces que las del enemigo puede darnos la victoria. Está en juego la Europa que queremos construir una inmensa mayoría de los 500 millones de ciudadanos europeos, como advierte Le Figaro.

Mientras, nuestro políticos, se entretienen en si se saludan o no nuestras reinas o si el máster de tal o cual político es real o falso. Lo dicho, aquí solo importa resaltar la paja en el ojo ajeno para ganar votos. ¡Qué panda! Oigan a Alfonso Guerra y tomen nota todos.