Los monstruos de Rivera

A mí me cuesta pensar, señor Rivera, que Usted, como dicen, sea el autor intelectual de ese germen antinatura para nuestro país que es el Gobierno “socialopodemita-izquierdoradical-independenterrorista” que gobierna ya España.

Y me cuesta creerlo porque a mí ese término se me hace muy grande para Usted, el de intelectual, me refiero. Sobre todo, cuando ha demostrado todo lo contrario: inmadurez política, bajeza de miras, torpeza en las formas y en el fondo y pésimas cualidades estrategas. La pataleta le ha explotado a la cara de sus ambiciones, a la de su partido y, por desgracia, a la de todos los españoles. Nos va a costar mucho su estupidez de “chico listo”, pero, como en todo lo malo siempre hay algo bueno, al menos, señor Rivera, esto ha servido para verle el lado más oscuro, el verdadero, y tirarle abajo la careta de “salvador de patrias” que traía puesta desde que apareció en pelota picada en su Cataluña natal, más joven y, por lo que ha demostrado, igual de torpe que ahora.

Solo a un inepto se le ocurre abrir la veda a la izquierda anunciando la retirada del apoyo al Gobierno y, más tarde, hacer público su apoyo a una moción de censura de Podemos si fracasaba la de Sánchez. Arrojar al PNV en manos del “mix” ha sido su mayor logro en estos años de oposición. Vamos, un gol en propia puerta porque, si bien ha contribuido generosamente a la caída del Gobierno popular, se ha cargado su propio camino a la Moncloa. Necesita practicar más las “tres en raya” y ver menos ‘House of Cards’.

A todo esto, Mariano Rajoy se ha ido por la puerta grande tras haber dejado un país “mejor del que se encontró”. El mismo país, señor Rivera, que usted se ha afanado en destrozar sin haber olido sillón. Y a ojos vistas, se ha convertido en un traidor a la patria que dice defender.

Supongo que ahora no se podrá guiar por sus tan queridas encuestas a tenor de lo que todo el mundo piensa de usted. Supongo que en este silencio suyo modo avestruz desde el pasado día 1 estará preguntándose si de haber tenido ideas firmes y una ideología base le hubiese preservado de este morrazo. Así que le imagino fabricando “principios” de político decente a toda máquina para ofrecérselos hoy en su comité a un partido repleto de despreciados, con los mismos principios que usted; un partido más “Fronkonstin” que el “Frankenstein” de la izquierda que nos gobierna. Está claro que de crear monstruos sabe usted un rato, pero sin razón alguna.