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En el invierno hace frío y en verano hace calor
Por Víctor Núñez
El que lea el titular de este artículo pensará que el arriba firmante se ha quedado alopécico ante semejante revelación, o que se me ha ido la mano con el tintorro. Nada más lejos de la realidad. He decidido titular con esta perogrullada para llamar la atención sobre el lamentable espectáculo de los telediarios, en los últimos días, a cuenta del enésimo temporal de frío que ha azotado España. Lamentable por el protagonismo de lo que suele ser obvio en determinadas latitudes en esta época. Lamentable por el coste de desplazar a varias unidades móviles a recónditos enclaves, especialmente cuando ese coste sale del bolsillo del sufrido ciudadano en las televisiones públicas. Y lamentable por el innecesario peligro en el que muchas veces se pone a los técnicos y reporteros por desplazamientos a lugares de difícil acceso en medio de la nieve y la ventisca. Y todo esto con la que está cayendo, esta vez en sentido figurado, en muchos otros aspectos relevantes de la actualidad y que deberían preocupar mucho más a medios y periodistas.
Ya hemos denunciado aquí, en un post anterior, el tratamiento informativo de los sucesos y su creciente importancia, especialmente en los casos más truculentos. Telediarios convertidos en una mezcla de partes meteorológicos, versiones audiovisuales de El Caso, y chiringuitos futboleros. Las noticias relevantes son algo que se entremezcla entre este tipo de información y que convierten los espacios informativos en un cóctel indigerible, en el que el ciudadano queda anestesiado y estupefacto. Perplejo ante una realidad confusa y grasienta. Donde el procés queda diluido entre el drama de Gabriel o las distintas manifestaciones sobre pensiones e igualdad entre triunfitos y ventiscas. La tragedia de Siria entre los goles de ronaldos y messis y la infrecuente entrevista a un científico relevante queda solapada a la de algún friki sin oficio ni beneficio.
No me detendré en el posicionamiento político de las distintas cadenas, allá cada una con su negociado, pero sí quiero detenerme en el escaso interés que suscita entre las televisiones una cuestión de vital trascendencia para una sociedad sana: la educación. En los últimos días se ha estado negociando, con la mezquindad habitual entre partidos políticos, un posible Pacto por la Educación. Más allá de algún espacio para hablar de las trifulcas y los vuelos gallináceos entorno a la imposibilidad de llegar a algún acuerdo, he echado en falta la opinión de verdaderos expertos en la materia, algún debate sosegado sobre qué nos jugamos como país con este tipo de pactos.
Como profesor y como director de una empresa dedicada a la educación acudo con mucha frecuencia a eventos donde especialistas debaten sobre innovación educativa, acoso escolar, gestión de centros docentes, TICs aplicadas a la educación... En estos eventos participan expertos de primer nivel nacional e internacional, profesores apasionados, padres implicados, colegios volcados en mejorar cada día la educación. Sin embargo no verán ustedes, en este tipo de eventos, a muchos periodistas y menos aún a alguna televisión. No tienen tiempo. Estarán ya preparando las estampas veraniegas en las que nos contarán que hace calor en Sevilla y que no cabe un alfiler en las playas de Levante.
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