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Hoteleros solidarios

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Esta vez la cita la tenían en Padua. Los hoteleros internacionales suelen hacer “team buildings” periódicos en los que se ponen al día y presentan nuevos proyectos.

Anualmente, y en cada uno de sus hoteles, organizan una acción social. Esta vez uno de ellos ha tenido una idea diferente: unirse a la organización RISE AGAINST HUNGER y empaquetar con sus manos 10.000 raciones de alimentos para niños en Zimbabwe.

Rise Against Hunger, es una organización internacional sin afán de lucro para el alivio del hambre, que coordina el empaquetado y la distribución de alimentos y otras ayudas que cambian la vida de personas en países en desarrollo.

Alberto Albieri, el presidente de la organización en Italia, contó emocionado que cuando descubrió esta organización, decidió unirse a ella junto con su familia y desde entonces comparte esta actividad con su trabajo habitual.

Yo me encontraba en Padua ese fin de semana, la tierra en donde murió mi querido San Antonio al que tantas veces le he rezado y del que somos fieles toda mi familia, y ¡zaz!, así sin esperarlo, fui invitada a participar en esta cadena humana, llena de optimismo, ritmo y solidaridad. Edwin, uno de los chicos que colabora con ellos, nos explicó que aunque esta actividad se desarrolla en un ambiente ameno, no se puede obviar que hablamos de realizar una acción delicada, pues se trata de manipular alimentos que van directamente a los estómagos de los niños que lo necesitan, por lo que lo primero que hay que hacer es desinfectarse las manos, taparse la cabeza con un gorro y ponerse guantes. La parte de la higiene es vital.

A continuación nos dispuso en grupos de 10 frente a 3 mesas, en donde se encontraban diferentes elementos: bolsas, etiquetas, sobres con vitaminas, contenedores con soya, arroz y verduras, contenedores vacíos, una báscula, un sellador de bolsas, una cartulina para colocar las bolsas ya cerradas, cajas para armar y celo para empacar y otra etiqueta.

Después de su explicación, Alberto Albieri se dirigió a un gong y su sonido junto con muy buena música, nos indicó que debíamos de iniciar esta especial cadena humana solidaria.

El manos a la obra arrancó en silencio, no hablábamos mucho, pero el ritmo empezó a subir, la música era buenísima, empezamos a movernos con una marcha impresionante, estábamos orquestadísimos, como si lleváramos toda la vida creando bolsas de alimentos, llegó un momento en que todo era una fiesta, cada mesa tenía su ritmo, pero al final todas anhelábamos ser los primeros en terminar las cajas para decir en alto FINITO! junto con el sonido del gong. Mi mesa no ganó, pero lo pasamos tan bien que estamos deseando repetir. El buen ambiente que se generó seguramente, fue porque cada uno de los que participábamos en esta acción, sabíamos que cada taza de soya, cada sobre de vitaminas, cada ración de arroz y el buen pesado y sellado de las bolsas, iban a dar momentos de alegría y esperanza a niños que suenan con ver llegar el contenedor cargado de comida algún día.

Tomar parte de una acción benéfica es muy gratificante, la diferencia en realizar esta acción particularmente, es la satisfacción de haber elaborado con nuestras propias manos, esta receta que alimenta a niños con problemas de malnutrición. Crearla, pesarla, envasarla, empaquetarla y contemplar que después de sólo con 1 hora y 10 minutos de dedicación, hemos sido capaces de fabricar 10.000 raciones que irán a Zimbabwe, le queda a uno en el corazón

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