Sociedad
La belleza de Las Luminarias de San Bartolomé de Pinares
La localidad abulense vive una noche mágica
El traqueteo incesante de los caballos por la empedradas calles de San Bartolomé de Pinares (Ávila) y el humo procedente de las numerosas hogueras distribuidas por el pueblo han vuelto a marcar el desarrollo de su fiesta más emblemática: las Luminarias.
Como cada jornada previa a la celebración de San Antón, cientos de personas, algo más que en los últimos años, han asistido bien abrigadas a una noche mágica, repleta de imágenes imborrables, tomadas por reporteros gráficos de diversas partes de España y del mundo.
Según esta costumbre que puede remontarse dos siglos, los equinos son purificados por el humo procedente de las grandes “luminarias” repartidas por toda la localidad, después de que una devastadora epidemia acabara entonces con parte de la cabaña ganadera de este pequeño municipio situado a 30 kilómetros al este de la capital.
En esta ocasión el ritual ha vuelto a repetirse en una noche relativamente templada y algo ventosa, en la que lugareños y visitantes se han concentrado en torno a las grandes hogueras para ver el paso de los más de cien caballos, la mayoría de los cuales ha saltado por encima del fuego.
Y lo han hecho con las caras tapadas, como la mayoría de los asistentes, para que el espeso humo procedente de las hogueras, no les impidiese respirar, ya que cada rincón de San Bartolomé de Pinares se ha visto inundado por esa especie de “niebla” que impregna a todo el pueblo cada 16 de enero.
Aunque los preparativos para realizar las hogueras se remontan varios días atrás con la recogida de las retamas del monte próximo -a ser posible mojadas para que el humo resulte más espeso-, el inicio oficial de las “Luminarias” se ha producido sobre las 21.00 horas, junto a la casa sacerdotal.
Allí, los caballos han sido bendecidos, mientras la comitiva y el mayordomo, encargado de organizar la fiesta, han repartido pastas y vino de la zona entre los participantes y algunos de los asistentes, antes de que los jinetes hayan iniciado su primera vuelta a un recorrido con una veintena de “luminarias”.A partir de entonces, el público se ha congregado en torno a las grandes hogueras para refugiarse del frío y, al mismo tiempo, presenciar el paso de los caballos, la mayoría de los cuales han atravesado las “luminarias” al trote y al galope, por las empinadas calles de la localidad.
De esta manera se ha vuelto a cumplir con la tradición, según la cual el humo purificador de las hogueras ahuyenta los malos espíritus y salvaguarda a los animales que esta noche, junto a las hogueras, han sido los protagonistas de la jornada previa a la festividad de San Antón.
Las grandes hogueras han sido preparadas en los días previos por los vecinos del pueblo a base de escobas, piornos y retamas húmedos o humedecidos, ya que la base de la tradición es el humo, no el fuego procedente de las hogueras.
Sumergido en un ambiente fantasmal, San Bartolomé de Pinares aporta año tras año con esta tradición unas imágenes impactantes y de gran plasticidad al público que, si conoce esta costumbre por primera vez, se ve sorprendido por su autenticidad, no exenta de controversia.Y ello, teniendo en cuenta la petición realizada nuevamente este año por la Asociación nacional para la Protección y el bienestar de los Animales (ANPBA), para que los jinetes no hagan pasar a los caballos, y algún burro, por encima de las hogueras, sino junto a ellas, para que sean purificados por el humo.
La mayoría de las monturas han pasado por encima de las “luminarias” hasta bien avanzada la noche, a la espera de que las hogueras quedaran reducidas a unos rescoldos que han sido aprovechados por lugareños y visitantes para cumplir con otra tradición: asar chuletillas, morcillas y panceta.
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