Castilla y León
Ciudades y pueblos fantasmas a la espera de volver a la rutina diaria
Los castellanos y leoneses viven con resignación el Estado de Alarma encerrados en sus domicilios aunque con mucho optimismo por salir de esta crisis cuanto antes
Quedar con los amigos para tomar unas cañas. Llevar a los niños al colegio. Jugar con los colegas la típica pachanga deportiva. Pasear, simplemente pasear. Rutinas del día a día y de lo más habituales que hasta hace unas semanas los castellanos y leoneses llevábamos a cabo y que han quedado en el recuerdo. De momento. Ahora las calles se hallan vacías, silenciosas, tristes... Algún paisano o vecino que se acerca a una tienda o a la farmacia, otro transeúnte que se dirige hacia su puesto de trabajo, algún que otro “despistado”, y cómo no, las Fuerzas y Seguridad del Estado, a través de la Policía y el Ejército, que vigilan las calles para cumplir con el confinamiento, y de paso evitar nuevos contagios. Y todo ello para poder volver a la rutina diaria cuanto antes.
Ciudades y pueblos vacíos. Carreteras por donde prácticamente transitan camiones que transportan material esencial -hay que recordar que el transporte se ha reducido a la mínima expresión, con apenas un 10 por ciento de una jornada normal- y lugares públicos donde un puñado de personas llevan a cabo tareas de desinfección para erradicar este virus.
Salvo algunas excepciones, ya que aún sigue habiendo multas e incluso algún ciudadano que ha ingresado en prisión, el último esta misma mañana en Salamanca, la población castellano y leonesa está cumpliendo. Encerrada en sus casas, -ya vamos por el décimoséptimo día-, algunos teletrabajando, otros con ese ERTE obligado haciendo tareas que tenían pendientes en casa desde hace tiempo, y una intensa mayoría entreteniendo a los niños, por no hablar de esas personas mayores que se encuentran en sus domicilios esperando cada día que pasa que la cifra de contagiados y de fallecidos vaya disminuyendo.
Unos momentos donde la solidaridad está haciendo gala. Son múltiples los voluntarios, a lo largo y ancho de toda la Comunidad, que se han ofrecido a llevar comida o a atender a los más vulnerables; los que fabrican mascarillas con lo que tienen desinteresadamente; los que ofrecen ayuda psicológica por teléfono o cuentos para los más pequeños; los que improvisan un pequeño concierto o una pieza musical que comparten en redes sociales, o los que salen a amenizar con sus instrumentos, o bien una guitarra, una gaita o un saxofón, a sus vecinos más próximos. Incluso el colectivo de los autónomos, que pese a que “andan con la soga al cuello” por esta imprevisible situación, no dudan en colaborar en la medida de lo que pueden.
Y todo ello sin olvidar el aplauso obligado de todos los días a las ocho de la tarde de los miles de castellanos y leoneses que se asoman a sus ventanas o balcones. Un reconocimiento unánime a la labor del personal sanitario que nos da esperanza para superar esta crisis, con un esfuerzo portentoso, con falta de horas de sueño y con todo el material con el que disponen para dar la mejor respuesta eficaz, -aunque a veces y los datos están ahí para atestiguar que no es suficiente-.
Y es que pese a las circunstancias, el optimismo aflora en miles de balcones castellanos y leoneses donde se pueden ver arco iris coloridos con el lema de “Todo va a ir bien”. Por que seguro que va a ir.
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