Sociedad
La ausencia de lluvias y las extremas olas de calor debido a las diferentes olas que han azotado desde el mes de junio Castilla y León preocupa a sus habitantes. Grietas en unos pantanos cada vez más bajos de nivel, cortes puntuales de agua y camiones cisterna viajando por las carreteras para abastecer a los pueblos son solo algunas de las imágenes que está dejando la sequía a lo largo y ancho del territorio de la Comunidad Autónoma.
Una situación que se reproduce en cada vez más localidades y que en el caso de Matallana de Torío, un municipio situado en la montaña central leonesa, preocupa cada vez más a sus vecinos y, por su puesto, a su regidor, José García Álvarez, quien alerta de un “problema gravísimo que jamás se había vivido hasta el momento”. A la sequía se añaden “problemas en la captación de agua”, que en el caso de este municipio procede del conocido como Pozo del Infierno y recorre seis kilómetros “largos” de tubería en los que “también ha mermado el caudal”.
Se suma al problema existente “la irresponsabilidad” de algunas personas que están haciendo “un uso irracional y fraudulento del abastecimiento de agua” para, por ejemplo, “regar sus huertos, lavar los coches o llenar piscinas particulares”.
Para solucionarlo, a sabiendas de “cómo está la situación”, el Ayuntamiento de Matallana ha decidido no recurrir a la Diputación de León y, en su lugar, contratar una empresa de agua “que está surtiendo al municipio con cubas” que en un solo día trasladaron más de 100.000 litros a un depósito con un nivel de 40 centímetros.
No obstante, esto no es suficiente, también debido al “aumento considerable de población” durante este mes en el municipio, que a lo largo de agosto celebra las fiestas patronales de la mayoría de sus pueblos. Por ello, el Consistorio se ha visto obligado a “achicar los depósitos” y llevar a cabo “cortes prolongados de agua” que, además de a los vecinos, “está afectando de manera particular a bares y negocios”. Tal es así, que en los últimos dos días algunos establecimientos de hostelería se han visto obligados a cerrar a horas puntuales “porque no pueden ofrecer el servicio”, mientras que, por ejemplo, “en la peluquería se tienen que arreglar con calderos”.
“El lunes pediremos a la Virgen de Boinas que se apiade un poco de nosotros”, apunta el alcalde haciendo referencia a la celebración de la tradicional romería con motivo de las fiestas de Robles de la Valcueva, consciente de que la falta de abastecimiento de agua en el municipio será “muy difícil que se solvente en un corto plazo”.
Dificultades para trabajar
La dueña de la Peluquería Vero Matallana, Verónica, es una de las empresarias afectadas de manera directa por una falta de agua que “está afectando mucho” a su día a día. Para solventar la ausencia de agua, los últimos días se vio obligada a utilizar “barreños de agua” y asegura que “la cosa está bastante mal”, por lo que hoy ha tenido que “apañarse” con la colocación de un bidón de agua externo que conecta a la tubería de suministro de los lavacabezas.
Igual de mal está para el Bar restaurante Patri II de Robles de la Valcueva y para el bar de las piscinas de Matallana, cuya propietaria, Mari Luz Rodríguez, lamenta lo “difícil” que es trabajar en estas condiciones y relata que “además de no poder hacer café”, los grifos y los inodoros “se llenan de barro”, de igual manera que “se ha estropeado un fabricador de hielo” y la presión de agua no permite que funcione el lavavajillas, por lo que “hay que fregar a mano con un balde”.
La sequía ha afectado al día a día hasta tal punto que “ha habido que cambiar el horario de apertura”, de manera que el establecimiento no levanta la trapa a las 9.30 horas, “aunque el otro día no hubo agua hasta las 12.30″. Todo ello provoca “una pérdida de facturación” que se suma a la provocada por la pandemia del Covid-19. “No sé quién nos va a ayudar, como no nos eche una mano la Virgen de Boinas…”, comenta.
A pesar de “los problemas para recibir agua porque hay mucha demanda y problemas de suministros de plásticos y otros elementos”, el propietario de Espumosos Robles, Miguel García, expone que “cada vez más particulares compran agua embotellada”, algo que se “nota mucho más” desde que comenzaron los cortes puntuales de agua, ya que “la gente desconfía de que el poco agua que hay sea de mala calidad, aunque no tiene por qué”.