Enología

Las bodegas de Castilla y León contendrán la subida de los precios del vino pese a una mermada vendimia y una inflación galopante

Las organizaciones agrarias advierten de que el precio de la uva debe cubrir los costes de producción de los viticultores

Vendimia en la bodega Heredad de Urueña
Vendimia en la bodega Heredad de Urueñamir_ical

Las bodegas de Castilla y León prevén una contención de la subida de los precios en el caso del vino ante el alza general del valor de la cesta de la compra; la esperada merma de la producción de uva, la mayor calidad del fruto y la sostenida subida de los precios de productos asociados, como el vidrio o el cartón, desde 2021.

Así lo comentaron a Ical desde Ferratus, cuya directora general, María Luis Cuevas, recordó que los “muy importantes” aumentos del precio, tanto en cantidad y porcentaje, de productos como el vidrio, el cartón o el papel para el etiquetado son “difíciles” de repercutir en toda su magnitud en el precio del vino al no ser este un producto de primera necesidad y subir también, en el actual contexto, el valor de estos últimos bienes.

“En una situación donde todo sube, lo más básico también, el consumidor quita primero lo que pueda no ser tan imprescindible”, señala Cuevas, que por ello señala que “a nivel nacional, los bodegueros intentaremos no subir excesivamente los precios, más que un porcentaje limitado, para no perder posibles ventas”, debido a la imposibilidad de repercutir toda la subida de los productos asociados al vino para “no salirse del mercado”, a pesar de que la escasez del vidrio “sigue siendo un problema grave”.

Coincidió en el diagnóstico el propietario de la bodega Heredad de Urueña, José Luis Rodríguez, al reseñar que “con la inflación como se está poniendo, el vino es un producto prescindible para algunos consumidores, lo que hace que en la cesta de la compra se modifique el peso específico del vino”.

Por ello, Rodríguez señala que “va a ser difícil repercutir la subida de los costes en el precio del vino a corto plazo” a pesar de que, a día de hoy, las informaciones son “todavía contradictorias” y “la gran duda continúa siendo si el mercado va a poder absorber esos incrementos de costes”, dado que las bodegas trabajan “con márgenes muy reducidos” y este aumento generalizado de los precios “incide más en las bodegas pequeñas y medianas”.

Unos costes que, además, pueden ser mayores ante una campaña de vendimia que se presenta “muy buena” en cuanto a calidad pero escasa en relación a la producción, dado que “este año va a ser bastante más baja”, como estipula María Luisa Cuevas, de Ferratus. Es por ello que, aunque “a la mayoría de las bodegas nos gustaría aumentar los precios en función de la cantidad de vino de las añadas”, lo más probable es que “haya que sujetar los precios para que esa subida no sea excesiva”.

Cumplimiento de la Ley de Cadena Alimentaria

Esta situación lleva a las organizaciones profesionales agrarias a recordar que para el viticultor, los costes de producción como el abono, el gasoil, la luz o la mano de obra para la poda no son negociables, y ante un año en el que “cualquier actividad económica ha subido”, en las viñas el coste también lo hizo, lo que unido a la previsión de “una importante reducción de cosecha”, pone la rentabilidad del viñedo en Castilla y León en “una situación comprometida”.

Así lo explicó a Ical el representante de Asaja en el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Rueda, Ramón Bocos, señalando que aún “precios en mercado no hay” pero sí bodegas que “comienzan a tantear” ante un año con una producción “menor de la esperada” que, en anualidades anteriores, “suelen animar a las bodegas a buscar uva”, lo que aumenta el precio.

Sin embargo, el propio Bocos señala que “en caso de no producirse un incremento de los precios hasta cubrir los costes de producción, se verán cada vez situaciones más complicadas de viabilidad económica”, por lo que pide “responsabilidad” a las bodegas para cubrir al menos los costes de producción de los viticultores y “vigilancia” a las administraciones para que “no haya abusos y se cumpla lo que marca la Ley de la Cadena Alimentaria”.

En la misma línea se posiciona el coordinador estatal de Unión de Uniones, el burgalés José Manuel de las Heras, que espera un escenario de precios “al alza” ante una cosecha “que las previsiones señalan que va a ser sensiblemente inferior” y porque en una campaña con costes de producción “muy superiores a los de otros años, lo normal es que se pagase más”.

“Todos esperamos eso, porque de no ser así, nos tendríamos que mover como organización para exigirlo”, comentó De las Heras, recordando que “producir una uva de calidad como la que se hace en Ribera del Duero, con poda en seco y en verde o selección de racimos, lleva consigo mucho trabajo y todo lo que sea bajar del euro es perder dinero”.

Descenso en producción, sanidad “óptima”

Por su parte, las denominaciones de origen de vinos de Castilla y León reconocen un descenso de la producción para esta campaña, debido a la escasa cantidad de lluvia caída y a las altas temperaturas vividas desde el mes de mayo, si bien los responsables de las principales DO de la Comunidad destacan el estado de salud “óptimo” de la uva que también puede avanzar una vendimia con una alta calidad.

Así lo expresa al menos, en declaraciones a Ical, el director técnico de la Denominación de Origen Protegida Toro, Santiago Castro, que destaca como efecto positivo de la falta de lluvia la ausencia de enfermedades fúngicas en la uva, lo que lleva a ese estado de salud “óptimo” del cultivo.

No obstante, también señala que, tras una campaña en 2021 donde la producción alcanzó los 23,5 millones de kilos de uva, este año habrá una caída no solo con respecto a esas cantidades, sino incluso con los en torno a 20 millones de kilos de uva de producción media porque “ha habido una disminución en el peso del racimo”, al pasar la tinta de toro de los entre 250 y 280 gramos habituales a los entre 220 y 230 que se estiman este año.

“Esa merma de peso lleva a una merma de cosecha”, prosigue explicando Santiago Castro, cifrando esta disminución en una horquilla entre el diez y el 15 por ciento que, no obstante, “aún es difícil de prever” y “se puede templar” en caso de que entre las dos últimas semanas de agosto y el mes de septiembre “pueda haber algo de lluvia que frene” dicha pérdida de cosecha.

En la misma línea se manifiesta el director técnico de la Denominación de Origen Rueda, Jesús Díez, que aunque reconoce que “todavía es muy pronto” para realizar una estimación de la cosecha, sí reconoció que “las temperaturas tan altas tienen consecuencias negativas como la reducción de la producción”, dado que provocan “la reducción del tamaño de la baya y del futuro peso de la uva una vez que madure”.

Sin embargo, y como Castro, Díez apuntó que el lado bueno de las condiciones atmosféricas de este verano está en la salud y calidad de la uva, dado que “las altas temperaturas suelen conllevar condiciones sanitarias muy buenas” que redundan también en “una buena calidad” de la producción que se vendimie esta campaña.

Más precavido sobre las cantidades de producción y la calidad de la vendimia se mostró, por su parte, el presidente de la Denominación de Origen Ribera del Duero, Enrique Pascual, que en declaraciones a Ical adujo que “quedan aún días para vendimiar y el tiempo puede girar”. Consideró así “prematuro” realizar una previsión a día de hoy porque aunque las condiciones pluviométricas del verano señalan que “la producción mermará, todavía puede llover y cambiar la situación totalmente”.