
Historia
Ni el Alcázar de Segovia ni el Castillo de Peñafiel: Esta es la preciosa fortaleza en la que vivió el Cid
El edificio se encuentra en un gran estado de conservación

España es tierra de castillos y de héroes. Y de la fortaleza que vamos a hablar une las dos cosas. Y es que en esta ocasión nos vamos a centrar en la fortaleza en la que vivió Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido en la historia de España como "El Cid Campeador". Y aunque casi todo el mundo piensa que pudiera ser en algunos de los castillos más emblemáticos de nuestro país, como El Alcázar de Segovia, o el de la localidad vallisoletana de Peñafiel, no fue así, y sí fue en un precioso pueblo.
Los héroes de las epopeyas y gestas antiguas y modernas son, en muchos casos, fruto de la imaginación individual o colectiva. Algunos de ellos, no obstante, se basan de manera más o menos lejana en personas de carne y hueso, cuya fama las convirtió en figuras legendarias, hasta el punto de que resulta muy difícil saber qué hay de histórico en el relato de sus hazañas. En este, como en tantos otros terrenos, el caso del Cid es excepcional.
Aunque su biografía corrió durante siglos entreverada de leyenda, hoy conocemos su vida real con bastante exactitud, gracias a la firma que estampó al dedicar a la Virgen María la catedral de Valencia «el año de la Encarnación del Señor de 1098». Rodrigo Díaz nació, nació en Vivar, una pequeña aldea situada a 7 kilómetros de la ciudad de Burgos en el año 1043. Hijo de Diego Laínez, noble caballero de la Corte Castellana y de una hija de Rodrigo Alvarez. Descendiente por línea paterna de Laín Calvo, uno de los dos Jueces de Castilla, encarna el prototipo del caballero castellano con las máximas virtudes; fuerte, leal, justo, valiente, prudente, templado, guerrero y culto.
A los 15 años quedó huérfano de padre y se crió en la corte del rey Fernando I junto al hijo del monarca, el príncipe Sancho. Ambos crecieron juntos y trabaron buena amistad durante cinco años. También se educó en las letras y en las leyes en el monasterio de San Pedro de Cardeña, lecciones que le servirían posteriormente para representar en pleitos al mismo monasterio y también al mismísimo Alfonso VI el cual confió al burgalés numerosas misiones diplomáticas en las que debía conocer perfectamente las leyes.
Entre los años 1063 a 1072 fue el brazo derecho de don Sancho y guerreó junto a él en Zaragoza, Coimbra, y Zamora, época en la cual fue armado primeramente caballero y también nombrado Alférez y "príncipe de la hueste" de Sancho II. A los 23 años obtuvo el título de "Campeador" -Campidoctor- al vencer en duelo personal al alférez del reino de Navarra. A los 24 años era conocido ya como Cidi o Mío Cid, expresión de cariño y admiración, que en árabe significa amo o señor.
Con la muerte de Sancho II en el cerco de Zamora y la toma de posesión del nuevo rey Alfonso VI la suerte del Cid cambió y su gran capacidad fue desechada por la ira y envidia del nuevo monarca el cual puso en su lugar a García Ordóñez, aunque le compensó con el matrimonio con Jimena Díaz en 1074, bisnieta de Alfonso V e hija del Conde de Oviedo, con la que tuvo dos hijas y un hijo.
En 1081 el Cid es desterrado por primera vez de Castilla. 300 de los mejores caballeros castellanos le acompañaron en tan difícil situación. Esta etapa duró unos 6 años los cuales fueron aprovechados por Rodrigo y sus hombres para hacer de Zaragoza su cuartel general y luchar en el Levante.
Vuelve a Burgos en 1087 pero poco duró su paz con el rey por lo que marchó hacia Valencia donde se convirtió en el protector del rey musulmán Al-Cádir y sometió a los reyezuelos de Albarracín y Alpuente. En 1089 cruza el estrecho de Gibraltar y el rey Alfonso VI le pide ayuda, pero por una mal entendido entre ambos surge una nueva rencilla y el monarca le destierra por segunda vez en 1089.
En los diez años siguientes, la fama del Cid se acrecentó espectacularmente al contrario que el reinado del rey Alfonso VI. En torno al 1093, matan a su protegido de Valencia, Al-Cádir, ciudad que fue tomada por Ben Yehhaf. El Cid asedió durante 19 meses la ciudad y finalmente entró triunfal en ella en junio de 1094.
Rodrigo Díaz se convirtió en el señor de Valencia, otorgó a la ciudad un estatuto de justicia envidiable y equilibrado, restauró la religión cristiana y al mismo tiempo renovó la mezquita de los musulmanes, acuñó moneda, se rodeó de una corte de estilo oriental con poetas tanto árabes como cristianos y gentes eminentes en el mundo de las leyes, en definitiva, organizó con grandísima maestría la vida del municipio valenciano.
Aún habría de combatir numerosas batallas, como la que el mismo año le enfrentó al emperador almorávide Mahammad, sobrino de Yusuf, el cual se presentó a las puertas de Valencia con 150.000 caballeros. La victoria fue total, tan grande fue el número de enemigos como grande fue el botín a ellos recogido.
Establecido ya firmemente en Valencia, Rodrigo se alió con Pedro I de Aragón y con Ramón Berenguer III de Barcelona con el propósito de frenar conjuntamente el empuje almorávide. Las alianzas militares se reforzaron además con vínculos matrimoniales. La hija del Cid, María, se casó con el conde de Barcelona y su otra hija Cristina con el infante Ramiro de Navarra. Cuando sus hijas se casaron el Cid regaló a sus yernos dos espadas como símbolo de aceptación en la familia. La espada Tizona y la espada Colada. Posteriormente sus hijas fueron maltratadas por sus esposos con lo que el Cid los hecho de la familia.
En 1097 muere en la batalla de Consuegra su único hijo varón, Diego, dejando sin descendencia masculina a Rodrigo. El domingo 10 de julio de 1099, muere el Cid. Toda la cristiandad lloró su muerte. Sus restos y los de Jimena, su esposa, descansan en el centro de la catedral de la capital de Castilla, Burgo.
Castillo de Sotopalacios
Como se puede ver fueron muchos los lugares en los que permaneció “El Cid”, pero hay un castillo en uno de los que más tiempo paso. Y este no es otro que el de la localidad burgalesa de Sotopalacios. Es conocido como "El Palacio del Cid" y fue construido en el siglo XIV. Tiene ese nombre ya que, según, cuenta la tradición local, en este recinto, en el siglo IX, se encontraba la casa familiar de Rodrigo Díaz de Vivar.
A lo largo lo largo de la historia ha sido propiedad de varios nobles. Fue levantado por el linaje de los Manrique, nobles de Castilla, como una fortaleza solariega, y durante los años fue pasando a diferentes familias nobiliarias: los Padilla, los duques de Lerma, los duques de Medinaceli y los duques de Feria. Estos últimos lo terminaron abandonando y lo vendieron a mediados del siglo XX a un particular que la usó como segunda residencia y que la renovó por última vez en 2015.
Cuenta con un total de 19 habitaciones, nueve baños y un ascensor. La superficie del castillo tiene 3.000 metros cuadrados sobre una parcela que supera los 15.000 metros cuadrados y cuenta con un jardín interior de casi 1.000 metros cuadrados. Es uno de los castillos más grandes y mejor conservados de la provincia de Burgos, gracias a la labor de restauración que durante muchos años ha llevado a cabo su propietario. En su interior existen salas palaciegas alrededor de un patio de armas.
Otro de los atractivos de esta fortaleza es que cerca de ella pasa el "Camino del Cid", que es un itinerario turístico cultural que atraviesa España de noroeste a sudeste y sigue las huellas literarias e históricas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, el famoso caballero medieval del siglo XI.
La principal guía de viaje de este itinerario es el Cantar del Mío Cid, el gran poema épico medieval hispánico que narra las aventuras del Campeador, escrito a finales del siglo XII o principios del siglo XIII. Los lugares, parajes y castillos que aparecen en el Cantar de Mío Cid forman la columna vertebral de este recorrido.
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