Cataluña
Diario de una cuarentena con niños: Día 42
Tenemos la prueba de que los niños ven demasiado al televisión, pero quizá sólo prueba que les ponemos demasiado la televisión
En Sant Jordi, cualquier excusa sirve para no abrir un libro. Al menos eso creen los niños, que por alguna extraña razón no han comprendido todavía que leer es la única ventana abierta a otros mundos, lo único que te puede salvar de la angustia en tiempos de confinamiento. “¿Papi, este sirve?”, dice Pablo mientras le explico lo de la lectura y las ventanas. Lo mira y al final lo deja en el suelo con desgana. “¡Bah, no se ve nada!”, exclama. Me encanta que los niños pequeños no entiendan ni la ironía ni las metáforas. Te obliga a hablarles claro. ¡A leer, vale, Pablo, o quieres ser el niño tonto de la clase". No quiere ser el niño tonto de la clase, eso lo ha entendido.
Empezamos a leer. Hoy toca la b y la v. Durante cinco minutos está concentrado y a mí casi se me caen las lágrimas. Debe ser la magia de Sant Jordi. En el minuto seis, me ha pegado un puñetazo y ha gritado “¡PRINGAO!”. La magia de Sant Jordi, cuando se acaba, es brutal.
A la niña le hemos regalado “Harry Potter y la piedra filosofal” porque parece ser que es un libro que les encanta a los niños y los aficiona en seguida a la lectura. En seguida, está claro que no, pero insistiremos. A Pablo, por una extraña razón, no le hemos regalado nada. Nos hemos olvidado. Le regalamos una libreta para aprender a escribir con letra ligada, pero se lo dimos hace unos días. “¿Y yo por qué no tengo libro?”, pregunta con cara triste y la respuesta es fácil, porque tiene unos padres histéricos que se han olvidado por completo, pero eso no se lo puedes decir. Lo único que entendería es que te has olvidado de él. Así que comenzamos Sant Jordi con una mentira. “¡Claro que no nos hemos olvidado, ten!”, digo y alargo la mano a la estantería para coger un libro infantil de cuando yo era pequeño. Últimamente, no se me da bien coger cosas y en cambio le doy “Crimen y castigo”, de Dostoievsky. “¡Bah, ya lo he leído!”, he creído que ha dicho y me ha dado un vuelco al corazón. En realidad ha dicho, “¡bah, parece un pito!” y se ha reído del dibujo de la portada.
La verdad es que este Sant Jordi virtual ha sido de locos. Mi trabajo ha radicado por la mañana en seguir las diferentes encuentros en las redes sociales de los escritores con sus lectores. La experiencia ha sido tan agotadora como ir de caseta en caseta por el centro de Barcelona. “Papi, tú no trabajas, tú estás viendo la tele”, dice Pablo, que sabe exactamente cuándo mirar para buscar razones para no leer nunca. “¿Podemos ver dibujos?”, ha preguntado después. Estaba hablando Javier Cercas y lo ha descrito así: “parece un dibujo chafao”. No sé lo que quiere decir, pero es la primera opinión literaria que tiene y cada uno tiene derecho a sus gustos.
Luego han llamado del trabajo y yo he cogido el teléfono y lo he acercado a la oreja, sin darme cuenta que era una videollamada, así que en mi trabajo ya conocen todos los secretos de mis orejas. Los niños entonces estaban intentando adivinar películas a partir de una serie de dibujos muy esquemáticos. Han acertado un montón y me ha parecido evidente que ven demasiado la tele. Seguro que si ponía escritores con dibujos esquemáticos no conocerían ninguno. Así que los he prohibido leer hasta que tengan 18 años o los encerraré para siempre en su habitación. ¿Por qué? Para promocionar la lectura con psicología inversa. Estoy convencido que mañana, en lugar del móvil, Pablo estará escondido en su cama leyendo “Crimen y castigo”.
Y aquí van los que acertaron los niños, y el resto de respuestas, quién sabe.
1- Simpsons 2- Mario Bros 4- Tintín 7- Padre de familia 9- Toy Story 10 Los Picapiedra 12 Los MInions 13 South Park 19 La GUerra de las galaxias 20 Star Trek
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