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Coronavirus

Los expertos alertan sobre el miedo al desconfinamiento: “el síndrome de la cabaña”

El estrés provocado por la cuarentena y el miedo al contagio afecta a un número considerable de ciudadanos

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Según los expertos, el individuo padece crisis nerviosa, episodios depresivos leves y búsqueda de compañía que libere los pensamientos irracionales e invasivos de su menteBrais LorenzoEFE

Tras casi dos meses de cuarentena, el desconfinamiento aparece como una realidad cada vez más palpable. Ya son muchos los que, sin ir más lejos, tienen una fecha fija para la vuelta al trabajo. Pero el covid-19, más allá de los estragos sanitarios que ha causado, ha inoculado en buena parte de la ciudadanía otro virus: el del miedo. El desconfinamiento, que se presentaba como el gran objetivo a alcanzar, aparece ahora envuelto de dudas y de incertidumbre, que puede provocar trastornos en la personalidad. El conocido como “síndrome de la cabaña”. Es decir, una sutil variante de la agorafobia, el miedo a los espacios abiertos, causado, en este caso, por el aislamiento social.

En psicología moderna, el síndrome de la cabaña o de la soledad inquieta es un trastorno del área cognitivo-conductual que hace acto de presencia cuando alguien se somete a periodos prolongados de aislamiento social. Según los expertos, el individuo padece crisis nerviosa, episodios depresivos leves y búsqueda de compañía que libere los pensamientos irracionales e invasivos de su mente que, al mismo tiempo, le atenazan. Además, se caracteriza por la falta de autocontrol y autorregulación. El término, al parecer, tiene su origen a los colonos americanos, quienes debían permanecer largos inviernos en soledad cubiertos de nieve sobre sus cabañas hasta el inicio de la primavera. De hecho, el propio Stephen King experimentaba con este concepto en su archiconocida obra “El resplandor”.

Pese a que no hay unanimidad, los síntomas más comunes son la sensación de desasosiego, de sentirse enjaulado, depresión, irritabilidad, soledad, impaciencia, aburrimiento y frustración. Tal y como explica el psicólogo Jesús Valerio “esto implica vivir en un constante proceso de estrés, miedo y a la vez de un esfuerzo de adaptación emocional y conductual, ante la invasión de noticias y la incertidumbre que posiblemente percibamos durante todo el resto del año, hasta que aparezca una vacuna, o nos den la seguridad de una solución”.

Mucho se ha hablado del proceso de desconfinamiento de los niños y de los traumas que la cuarentena ha podido provocar en ellos. Tiende a obviarse, sin embargo, que precisamente los niños tienen una capacidad asombrosa para sobreponerse a las dificultades de la que muchos adultos ya no disponen. De ahí que haya varios grupos sociales con mayor predisposición al síndrome de la cabaña, como las personas mayores, los hipocondríacos o aquellos que sienten rechazo social. Al fin y al cabo, el miedo al contagio, al contagio de un familiar o incluso a la muerte es del todo comprensible. De ahí que los expertos pongan el acento en la importancia de la familia y los amigos para socorrer a personas en esta situación con el desconfinamiento. Pero también piden especialmente a las empresas que, al fin y al cabo, tienen de ahora en adelante una responsabilidad mucho mayor sobre sus trabajadores. Y no sólo en el ámbito estrictamente sanitario.