Opinión

Colau: la zarina ofendida

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (c), a su llegada a una rueda de prensa posterior a su declaración por presuntas irregularidades municipales.
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (c), a su llegada a una rueda de prensa posterior a su declaración por presuntas irregularidades municipales.David ZorrakinoEuropa Press

Ada Colau ha pasado por el juzgado como investigada por regar de millones a las asociaciones en las que ella y parte de su equipo se fraguaron como activistas. Los contratos a dedo, sin concurso, porque son entidades de interés público. Ya de paso, la alcaldesa ha dicho sin despeinarse “vinimos a frenar privilegios”. Se olvidó de situar entre los privilegiados a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Ingenieros sin Fronteras, Observatorio DESC -donde ella misma trabajó- y la Alianza contra la pobreza energética. Ellas solitas se han embolsado 3,4 millones de euros, más de 550 millones de pesetas.

En la puerta, estómagos agradecidos con carteles que salieron de la misma impresora cargando contra la empresa de Aguas a la que Colau acusa de estar tras la querella. La alcaldesa se ha disfrazado, aprovechando los coletazos del carnaval, de zarina ofendida, de víctima pero no ha contado porqué no se inhibió en la adjudicación de esos contratos. Dice no saber nada de estas subvenciones, que ella estaba por otra cosa, y casi nos jura que no conoce a los adjudicatarios. Repito hablamos de Colau no de Ayuso. No son casos idénticos pero se parecen mucho. En un caso se benefició el hermano y un amigo de la presidenta. En otro, se han beneficiado las organizaciones que hicieron de la activista Colau una alcaldesa y en la que buena parte de su equipo también se formó. ¿Nos quiere hacer creer que no sabía nada?

Dice Colau que son entidades que han hecho mucho en la lucha contra la pobreza y la exclusión. El argumento hace sonreír porque otras muchas organizaciones con estos objetivos se han quedado con los bolsillos pelados. Eso sí, los culpables son los querellantes, cuando la realidad dice que Colau ha premiado a quienes la jalean, en un acto de clientelismo tradicional del que ella adjuró cuando era una doña nadie. También como Ayuso, Colau ha hecho del ataque su mejor defensa. Se ha erigido en la adalid de los que luchan contra el poder, pero simplemente es una prestamista generosa con los suyos, porque el dinero no es suyo, y muchos se han dado cuenta que la zarina está desnuda.