Entrevista
Elisabeth Maisondieu-Camus: «Mi abuelo Albert Camus estaba contra los extremos, ya fueran comunismo o fascismo»
La nieta del autor de «El extranjero» presenta la biografía «Albert Camus. Solitario y solidario»
Pocos escritores del siglo XX pueden dar respuestas a la actualidad como Albert Camus. Muchos leyeron «La peste» durante la pandemia fue uno de los libros más leídos en todo el mundo, tal vez porque muchos pensaban que allí estaría la clave para entender la crisis sanitaria que se vivía de manera global. Plataforma Editorial acaba de publicar «Albert Camus. Solitario y solidario», un libro escrito por Catherine Camus, hija del escritor y que ha presentado Elisabeth Maisondieu-Camus, nieta del autor de «El primer hombre».
¿Qué ha descubierto de su abuelo que no sabía después de trabajar con su madre en «Albert Camus. Solitario y solidario»?
Lo que he descubierto es la visión de mi madre sobre quién fue su padre. Al ser un libro cronológico he podido tener una visión más ordenada de todo. Eso me ha permitido sistematizar tanto la vida como la obra de mi abuelo. Por otra parte, la última cosa que he podido descubrir es que mi abuela tenía el pelo rizado como yo, a diferencia del resto de la familia que es liso. (Risas) Eso está en una fotografía del libro.
¿Pesa mucho una herencia como la de Albert Camus?
No me pesa esa herencia. Me gusta decir que la herencia de Camus me obliga a leerlo y estudiarlo, pero sí entiendo que ha sido mucho más pesada para mi madre.
¿Qué hace que Albert Camus sea un autor tan actual? ¿Por qué seguimos hoy leyendo su obra?
En todo el mundo «La peste» fue el libro más vendido durante la pandemia. Es un autor tremendamente actual porque siempre lo ha sido. Se interesa por el ser humano y por la vida, algo que es siempre atemporal, actual. En nuestra sociedad detecto una necesidad de Camus, de saber lo que dijo y lo que escribió. De ahí proviene ese sentido por leerlo. Respecto a «La peste» es increíble que alguien se ponga a leerlo porque crea que Camus iba a imaginar lo que nos ha pasado. Camus sigue siendo un referente en una sociedad que necesita referentes.
En «El primer hombre» habla de «su lado español, la sobriedad y la sensualidad, la energía y la nada». ¿Han heredado algo de todo eso que tenía Albert Camus?
Claro que sí, que hemos heredado este lado español. Pienso que para él sus orígenes españoles estaban muy presentes. Mi madre, mi hermano y yo pensamos lo mismo. Nos gusta la lengua española, y a veces nos gusta tanto como la francesa. La primera vez que vine aquí tenía trece años con mi profesor español y me sentí muy bien en este país porque por mis venas hay sangre española. Por otra parte, mi hermano estuvo trabajando en Tusquets y quiso instalarse en Barcelona. Hace poco acompañé a mi madre y mi hermano a Menorca. Fue allí donde sentí que mi madre contactaba con sus orígenes, que se sentía muy cercana a ese lugar. Muchas veces nos invitan a eventos en España, cuestiones sobre Albert Camus y mi madre siempre quiere venir porque los españoles quieren mucho a los Camus. Yo siento ese amor.
En el libro se recogen las críticas de Camus tras conocerse el ingreso de la España franquista en la Unesco. Fue uno de los intelectuales que más se mojó respecto a Franco.
Albert Camus siempre estuvo en contra de los extremos, ya fuera el fascismo o el comunismo. En el combate contra Franco le tocaba luchar por la parte española, lo vivía como algo personal el tener que criticar y luchar contra Franco.
¿Queda material inédito por publicar?
Hay correspondencia inédita por publicar, una con personalidades y otra familiar muy personal que no sabemos cuánto tiempo quedará inédita. Tras «El primer hombre» no creo que haya ningún escrito literario más por dar a conocer.
Lo que sí ha permitido recientemente es la publicación de las cartas entre su abuelo y María Casares. ¿Las ha leído?
No he leído todo porque son muchas, pero también porque no es fácil al hablarse en ellas de mi abuela que era una persona entrañable. Reconozco la importancia del epistolario porque es el testimonio de un amor pasional y carnal, pero también intelectual. Cuando hablan de teatro o de los libros es una aportación importante. También encuentro que esas cartas son un contrapeso a la práctica del mensaje rápido, algo que salta a la vista cuando puedes leer un proyecto amoroso tan fuerte y pasional.
¿Qué le queda por saber sobre su abuelo?
Desde el punto de vista intelectual no echo nada menos. Sin embargo, sí hay algo que es una ausencia importante. Lo que me falta es tener la experiencia de tener un abuelo, intercambiar historias... Pese a las películas y fotos nunca podré tener es esa experiencia de abuelo y nieta.
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Pasividad ante la tragedia