Entrevista

Jaume Figueras: «Sigo yendo al cine, pero en la sala somos siete espectadores»

El reconocido periodista barcelonés recogerá este domingo el Premio Gaudí de Honor

Jaume Figueras, ayer, fotografiado en Barcelona
Jaume Figueras, ayer, fotografiado en BarcelonaAlejandro GarciaAgencia EFE

Muchos han (hemos) aprendido a ver el cine gracias a lo que nos explicaba Jaume Figueras en uno de los espacios más míticos de la programación de TV3 como era «Cinema 3». Su responsable, Jaume Figueras, será galardonado este domingo con el Gaudí de Honor por la Academia del Cine Catalán. El veterano cronista habló ayer con este diario.

Parece obligado empezar preguntándole qué representa para usted un premio como el Gaudí de Honor.

Pues representa una gran sorpresa. Me quedé muy sorprendido cuando me llamó la presidenta de la Academia, Judith Colell, porque hasta ahora se premiaba a los que estaban detrás o delante de la cámara. «¿Estás segura que me toca?», le pregunté. Estoy sorprendido y agradecido.

¿Cómo podemos definir a Jaume Figueras: crítico de cine, cronista...?

Como crítico nunca porque no lo he sido, salvo al principio de mi carrera. En todo caso soy un cronista, un divulgador, alguien que quiere mostrar a los lectores su fascinación cine.

¿Cómo ve el cine catalán actual?

Está claro que 2022 es el año de «Alcarràs». Es una película que ha demostrado como de un tema local puedes hacer una cosa universal, como les pasó a los hermanos Taviani con «Padre padrone». Creo que lo interesante es que los cineastas catalanes se acerquen a la vida cotidiana de este país. Se hacen películas de género, pero faltan películas que nos hablen del día a día, algo que ha sabido transmitir, por ejemplo, Cesc Gay. Tengo la impresión de que la cosecha para 2023 es prometedora.

Pese a que ya está retirado, ¿sigue manteniendo su cinefilia?

Sí, continuo yendo al cine, sobre todo al Renoir Floridablanca que está al lado de casa. A través de twitter también tengo mucha información, aunque no expongo públicamente mis criterios.

Es evidente que en los últimos años ha cambiado la manera de mirar el cine. ¿Cree que sobrevivirán las salas?

Cuando cerró el Urgell, el cine de mi vida, pensé que aquí pasa alguna cosa. El fenómeno de la exhibición está claro que está en crisis. Creo que sobrevivirán algunas grandes pantallas y los circuitos independientes. A veces encuentras también ese boca oreja que mantiene vivo aquel antiguo espíritu cinéfilo. Sí, claro, lo más habitual es ver una película en casa, pero eso es otra cosa. También me pasa que, a veces, somos siete u ocho dentro de la sala. Se ha perdido aquella ceremonia de ir al cine. Es una pena.

¿Qué cree que se puede hacer para acabar con el cierre de las salas?

Si lo supiera sería la panacea. Hay fenómenos, como es el caso del Phenomena que te ofrece películas, con gran acogida de público, con las mejores condiciones de sonido e imagen. Una de las cosas que más me han sorprendido es que en Francia, pese a lo muy chovinistas que son, en 2022, de las diez más taquilleras, no había ninguna que fuera francesa: todas eran «blockbuster», películas de superhéroes. Si se mantiene vivo el cine gracias a esas producciones también lo estará ese cine más marginal.

¿También es un seguidor de las numerosas series de televisión?

Miro series de manera selectiva, como «Exterior noche», la de Marco Bellocchio. Como cada día te recomiendan una, me estimo más estar con lo que estoy, como la de Juan Diego Botto. Fíjese que hay muchas series que buscan el morbo. Por eso prefiero ponerme en casa un clásico, como me pasó ayer, que vi «Luz que agoniza», de 1940. Lo disfruté más que una de las series recientes, entre otras cosas porque Ingrid Bergman está estupenda.

¿Y el oficio suyo de cronista cómo lo ve?

Hay mucha gente válida que hace crítica, algunos en «Fotogramas», «Dirigido por» o «Caimán» que profundizan en las cosas. Lo que no se puede decir que tengas una persona concreta de la que puedas decir que me fío. Los diarios recortan las páginas de cultura. Así que sabe mal que no haya más información respetable. Cuando alguien me dice que quiere ser crítico de cine le digo que primero haz de camarero en la plaza Reial antes de ser crítico.

¿Qué debe tener una película para que sea un clásico?

Si una película consigue que me identifique ya estoy contento. Piense que cuando se rodó una película como «Casablanca», aquello fue un caos y ninguno de los que trabajaba allí era consciente que aquello era un clásico. Es muy complicado.