Propuesta expositiva

La Inteligencia Artificial se hace museo

El CCCB dedica una impresionante exposición a los retos ante la controvertida e imparable tecnología

GRAFCAT5126. BARCELONA (ESPAÑA), 17/10/2023.- Aspecto de una de las salas del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) que acoge una exposición coproducida con el Barcelona Supercomputing Center sobre la historia, las posibilidades creativas y los retos éticos y legislativos de la inteligencia artificial.EFE/ Enric Fontcuberta
El CCCB acoge una exposición sobre la inteligencia artificialEnric FontcubertaAgencia EFE

Poder escuchar a John F. Kennedy proclamar con su voz el discurso que no pudo dar el día que fue asesinado, que un perro robot reaccione a las caricias que le ofrece la mano humana, poder medir las reacciones de nuestro rostro mientras conducimos un simulador de un coche de carreras... Estas son algunas de las propuestas que podemos encontrar en la exposición que acaba de abrir sus puertas en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) y que invita a debatir sobre los retos que nos ofrece la Inteligencia Artifical. Pero no solo eso sino que también se intenta buscar las raíces de esta tecnología, una suerte de Gólem en formato digital, tal y como es visible en el recorrido que plantea la exposición.

Bajo el comisariado de Lluís Nacenta y con la asesoría científica de Jordi Torres, no se puede negar la total vigencia de una muestra en la que el visitante tiene un papel muy activo al tener la posibilidad de interactuar directamente con muchas de las piezas presentadas. Y es que en el CCCB se acogen una veintena de instalaciones, cinco de ellas creadas directamente para la ocasión. Para ello se cuenta con la participación de un grupo de artistas pioneros y emergentes, como son Universal Everything, Robert del Naja (Massive Attack), Anna Ridler, Memo Akten, Mario Klingemann, Justine Emard, Steve Goodman (Kode 9), Espronceda, Eduard Escoffet y Maria Arnal, junto con centros de investigación e innovación como el BSC, Axolot.cat, el Music Technology Group de la UPF, el CVC y el MIT.

Pero el punto de partida de este viaje no es la tecnología sino un fragmento de «El Discreto», un tratado de Baltasar Gracián de 1646. Allí, el escritor del Siglo de Oro apunta que «todo saber humano –si en opinión de Sócrates hay quien sepa– se reduce hoy al acierto de una sabia elección. Poco o nada se inventa, y en lo que más importa se ha de tener por sospechosa cualquier novedad». La posibilidad de elección gracias al saber humano, como escribe de manera visionaria Gracián, es la clave para comprender el funcionamiento de la tecnología de la que todo el mundo habla y que se está convirtiendo día a día en una parte importante de nuestras vidas.

La exposición se pregunta si, a medida que la Inteligencia Artificial está aumentando su capacidad para aprender por sí misma, que ella misma está tomando el control, ¿es únicamente una herramienta a nuestro alcance o, por otra parte, es un actor autónomo a nuestra sociedad? En este sentido, durante la presentación a la muestra de la exposición, Nacenta preguntó en voz alta si la Inteligencia Artificial «¿nos sacará el trabajo? ¿Acabará con los artistas? ¿Es racista? ¿Perderemos el control y nos destruirá a todos?».

La muestra se divide en cuatro ámbitos. En el primero de ellos se aborda ese mundo de datos en el que está inmerso esta aplicación. Y es que el big data es el oxígeno con el que respira esta tecnología. Pero en este apartado podemos saber que la Inteligencia Artificial dispone de más información sobre nosotros que la que nosotros mismos somos capaces de recordar y comprender conscientemente. Es algo que puede influir en nuestras acciones y decisiones, como la serie que podemos ver o el partido al que votar.

En otro apartado, nos interrogamos si estamos ante una tecnología inteligente. Lo cierto es que aprende porque modifica su funcionamiento a partir de la experiencia adquirida. Y, sí, piensa porque procesa la información y actúa en consecuencia, cumpliéndose el sueño de ser la máquina soñada por Charles Babbage y Alan Turing.

En el tercer apartado, nos encontramos ante esa vieja ambición y sueño de crear seres artificiales, un deseo que encontramos en ese mito del judaísmo del Gólem, esa criatura de barro que cobraba vida gracias a la magia. Es una línea en la que también entran la alquimia o los espíritus kami en el sintoísmo.

La última sección nos constata que la Inteligencia Artificial está en transformación permanente, que es una tecnología que nos puede ayudar si sabemos cuidarla.