
El ojo del siglo
Luis Buñuel, de la A a la Z
►Un impresionante libro recorre en forma de diccionario la vida y la obra del realizador en su 125 aniversario

En 2013, el hispanista Ian Gibson publicaba la que debía ser la primera entrega de un ambicioso proyecto: reconstruir de manera completa y rigurosa la vida del cineasta Luis Buñuel. Sin embargo, Gibson no continuó esa propuesta y en la actualidad, aunque parezca increíble, no tenemos una biografía que pueda calificarse como completa de quien rodó títulos como «El ángel exterminador», «Viridiana» o «Ese oscuro objeto del deseo». De alguna manera esa ausencia queda de alguna manera cubierta con un libro que acaba de aparecer y que firman dos autoridades en el tema como son Jordi Xifra y Manuel Fructuoso. Su título no deja lugar a dudas, «Diccionario Buñuel», una colosal obra de 750 páginas que acaba de ser publicada por Prensas de la Universidad de Zaragoza dentro de su Colección Luis Buñuel. Cine y Vanguardias.
De la A a la Z, el libro recorre la vida y la obra del realizador de Calanda, desde las películas rodadas a los muchos proyectos que no pasaron del papel, pasando por los muchos temas que forman parte del imaginario del artista, sin olvidar sus amistades y algunas de las mujeres que marcaron su biografía. «Ha sido un trabajo bastante laborioso», confiesa Jordi Xifra en declaraciones a este diario sobre una iniciativa que tomó como punto de partida el blog que Manuel Fructuoso puso en marcha sobre el cineasta. «Fructuoso es un apasionado de Buñuel y para llenar sus horas, se planteó hacer un diccionario. Fue un proyecto en el que empezó a trabajar, pero desistió porque prefirió dedicarse a hacer un blog. Así que lo mejor era conectar con el blog que se ha ido convirtiendo en una gran enciclopedia», explica Xifra quien rememora como en verano de 2023 empezaron a ponerse en firme a construir este diccionario. «Me empecé a engrescar. Le envié el trabajo a Manuel continuando ese edificio a medio hacer que él antes había empezado. Al verlo, él resucitó en términos buñuelianos y estuvimos trabajando durante un año. A finales de 2024 lo terminamos. Yo había tanteado alguna editorial, pero pensé que tenía que estar en la colección que tenemos dedicada a Buñuel para poderlo lanzar con motivo del 125 aniversario de su nacimiento».
El resultado final son unas 500 entradas que se leen como una suerte de biografía, como un ensayo abierto y lleno de conocimiento sobre uno de los nombres más fascinantes de la llamada Edad de Plata. «Viene a suplir la ausencia de una biografía, pero alguien tendría que hacerla. Alguien tendría que acabar lo que empezó Ian Gibson. Por que estaría bien que tuviéramos una biografía, una ausencia que dice mucho de este país. En todo caso, si vas leyendo el diccionario puedes suplir aspectos biográficos, pero no sabría cómo orientar al lector para que fuera una biografía lo que tiene en las manos. Todo este estudio hay que hacerlo sobre la documentación que se tiene y que es mucha», dice el responsable del voluminoso libro.
Xifra, en la actualidad el responsable del centro dedicado a Buñuel en Calanda, reconoce que hay que ir con mucho cuidado con las declaraciones que nuestro protagonista dejó a lo largo de su vida y que no siempre son, como podría pensarse, la mejor fuente. «Lo que conocemos es por sus declaraciones que son a veces mentiras y contradicciones. Me gustaría que aparecieran cosas nuevas, materiales hasta ahora desconocidos. Hay un periodo, como el de su trabajo para la Segunda República o el de exilio americano que nos podría aclarar, por ejemplo, si fue espía para el Gobierno de la República. En cuanto a su obra se conoce todo, por lo que es algo que no genera dificultad. Su actividad personal o política eso ya es otra cosa. Hay cosas que quedan por saber. Por ejemplo, nunca se ha encontrado el montaje que se hizo de “La edad de oro” para la Rusia stalinista. André Breton habla de ese montaje en su libro “El amor loco”, pero no se ha descubierto. También es cierto que hay varias lagunas alrededor de su vida personal».
En Nueva York
Vayamos a algunas de las entradas, por ejemplo, la del paso de Buñuel por Nueva York tras el final de la Guerra Civil donde estuvo trabajando para el Museum of Modern Art (MoMA). «Es muy interesante todo ese periodo neoyorquino. Por ejemplo, allí es donde trabajó en el montaje de “El triunfo de la voluntad” de Leni Riefenstahl. En realidad, no hay ningún documento que acredite que él hiciera estos montajes. Es decir, no sabemos en qué condiciones realizó ese trabajo, si lo hizo siguiendo las pautas del presidente Rooselvelt... Es algo que aún no se sabe, pero resulta interesante estudiar por qué se hizo todo aquello, por qué mantuvo ciertas escenas...», aseguró el coautor del «Diccionario Buñuel».
Otras entradas caminan en el terreno de la especulación, como reconoce Xifra, como es el que caso de aquella que intenta explicar si el autor de «Ese oscuro objeto del deseo» llegó a entrar en la masonería. «Es algo especulativo, con una parte de provocación por nuestra parte. En el caso de la masonería parece ser que Buñuel fue masón, aunque no se puede rastrear del todo si eso fue así o no», añadió.
En el «Diccionario Buñuel» se dedica espacio a aquellos que fueron testigos de encuentros con el cineasta y que llegaron a exponer sus impresiones por escrito. En este sentido, resulta insólita e interesante la presencia del ampurdanés Josep Pla. Y es que el autor de «El quadern gris» dedicó unas páginas a Buñuel en sus «Retrats de passaport». Parece ser que fue tras ver en un cine de Perpiñán «Diario de una camarera», aquella joya protagonizada por Jeanne Moureau, que Pla sintió la curiosidad de redactar un texto rememorando su encuentro en el París de las vanguardias. Así describía Pla a Luis Buñuel: «Era un joven bastante alto, corpulento, suficientemente bien vestido, con una cara un poco monstruosa, en el sentido que parecía que se encontraba, todavía, en un periodo de formación o de evolución biológica – una cara llena de chichones, de protuberancias y más señalada por los volúmenes que por las líneas. De lineal, aquella cara, realmente, no tenía nada: parecía la cara de un gordo convaleciente de un resfriado muy fuerte: mejillas y pómulos hinchados, frente abollada, nariz un poco deforme, cuello y cogotes protuberantes, manos de cierto peso. Era una cara que parecía encontrarse en un momento de espesamiento, muy poco fotogénica, como la que a veces se puede ver en determinadas criaturas cuyas facciones se hacen lentamente y salen poco a poco del magma de la biología inhabitual e imprecisa».
Además de personajes, también podemos toparnos con entradas relacionadas con algunas de las pasiones del cineasta. Una de ellas es la de las armas, de la que Xifra apunta que «era un loco por las armas. Era su afición porque las montaba y las desmontaba en su casa. Pero esto es algo que en su cine también está presente, como es el caso de “La joven” donde en casi cada escena hay un arma. Ese interés es el que le hace declarar que le gustara tanto “La caza” de Carlos Saura». A este respecto, durante los últimos días de su vida, cuando notaba que la enfermedad lo iba consumiendo poco a poco, el aragonés tuvo en un cajón de su mesita de noche la compañía de un revólver ante la tentación de suicidarse de un disparo. Afortunadamente no llegó a tomar tan drástica decisión en el momento de la muerte.
El director del Centro Luis Buñuel de Calanda reconoció que una de las entradas con las que más ha disfrutado es la que se basa en los diferentes proyectos en los que trabajó el realizador, conservándose en algunos casos guiones mientras que otros no pasaron de ser una sinopsis. En este sentido, entre esos títulos que no llegaron a ser encontramos desde una aproximación biográfica a su paisano Francisco de Goya a adaptaciones para la gran pantalla de «Don Quijote de la Mancha», «Johnny cogió su fusil» o «La casa de Bernarda Alba». Esta última propuesta lo hubiera unido a uno de sus grandes amigos de juventud, Federico García Lorca, fundamental en ese periodo de su vida como también lo fue Salvador Dalí, con quien Buñuel escribió sus dos primeras películas: «Un perro andaluz» y «La edad de oro». En este sentido, en el diccionario se incluso persigue la huella buñueliana en la pintura del padre de los relojes blandos, recogiendo aquellos cuadros y dibujos donde aparece retratado nuestro protagonista.
Su último suspiro
Ya que hablamos de vida conviene recordar que al final de su vida, Luis Buñuel trabajó con uno de sus más estrechos colaboradores, Jean-Claude Carrière, en un libro de memorias llamado «Mi último suspiro». Es tentador preguntarle al especialista si es una buena herramienta para el futuro biógrafo: «No es fiable desde el momento en el que hay persona interpuesta en el redactado del libro. Si vas, por ejemplo, al capítulo “Me gusta/No me gusta” Carrière le hizo meter a Andrzej Wajda porque había trabajado con él en “Danton”. Así que fiabilidad, poner la mano en el fuego por lo que dice, no. Hay verdades, seguro, pero detectar cuando es verdad o mentira es más complicado. Hay también silencios, como su trabajo durante la Segunda República».
Xifra explica que habrá que esperar para conocer más de Buñuel a la próxima publicación de la copiosa correspondencia del autor de «Nazarín» con Lulú Jourdain, esposa de Hernando Viñes.
La receta de una bebida perfecta
►Luis Buñuel nunca ocultó su entusiasmo por el alcohol. Una de las entradas del diccionario no olvida esta fascinación, la misma que narra en «Mi último suspiro» cuando asegura que «yo he pasado en los bares horas deliciosas. El bar es para mí un lugar de meditación y recogimiento, sin el cual la vida es inconcebible... Ahora... me gusta recordar los bares que amé». A Buñuel le debemos la invención de un cóctel, de una versión muy particular del negroni. Dejemos que sea el mismo creador quien lo cuente: «Soy el modesto inventor de un cóctel llamado “Buñueloni”. En realidad, se trata de un simple plagio del célebre “Negroni”; pero, en lugar de mezclar “Campari” con la ginebra y el “Cinzano” dulce, pongo “Carpano”. Ese cóctel lo tomo preferentemente por la noche, antes de sentarme a cenar. También en este caso, la presencia de la ginebra, que domina en cantidad sobre los otros dos ingredientes, es un buen estímulo para la imaginación». El libro contiene la receta por lo que además de leer podemos beber y brindar por Luis Buñuel, lo cual no es poco.
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