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Exposición imprescindible

La mirada más completa a Juli González

Una exposición en la Galeria Joan Gaspar presenta numerosos dibujos y grabados donde el papel es el protagonista

Uno de los dibujos de la exposición Galeria Juli González

Desde hace unos días puede verse una exposición verdaderamente excepcional en Barcelona. La Galeria Joan Gaspar nos propone un viaje por la producción con el papel como soporte de Juli González, entre dibujos y grabados, en un recorrido por veinte años de carrera, desde los 20 hasta los 40.

«No es una exposición comercial», explica Núria Ridameya Ametller en conversación con este diario quien resalta que ha preferido mantener la calidad sobre la vertiente económica de una propuesta de este tipo. El resultado salta a la vista porque se cuenta con un puñado de obras de primer nivel, en su inmensa mayoría procedentes de colecciones privadas, que van de lo puramente figurativo a la una deconstrucción de la imagen con formas cubistizantes. A ello se le suma, en la Galeria Joan Gaspar, la presencia de algunos de los temas más representativos del universo de Juli González, especialmente estudios para la escultura «Montserrat» que realizó para el pabellón español de la Exposición Universal de París, en 1937, y donde se codeó con el «Guernica» de su amigo Picasso. Y, precisamente, hablando de este último, la influencia mutua es evidente porque el uno al otro estaban en completo diálogo. Es el caso, por ejemplo, de un dibujo de 1936, de una figura femenina de perfil que recuerda a los personajes en la playa que hacía por aquel tiempo el malagueño.

«¿Cómo no se iban a influir? Estaban todo el día compartiéndolo todo. González influía a Picasso, Picasso influía a Braque... Era así siempre. Juli González estaba en contacto directo con todos ellos, aunque no estuviera representado por la Galerie Louise Leiris como pasaba con todos los demás», matiza la responsable de la Galeria Joan Gaspar.

Algunas de las piezas presentes en la muestra nos presentan a un González costumbrista o, mejor dicho, noucentista que retrata escenas de la vida cotidiana, casi con una mirada más propia de un reportero gráfico que de un artista visual. Es el caso de la acuarela protagonizada por dos mujeres cosiendo o el otras dos campesinas, con una de ellas sosteniendo una horca.

Es precisamente la mujer del campo, la que trabaja la tierra, uno de los grandes temas en la producción de Juli González, tanto como escultor como dibujante. Hay un par de obras de 1932 en las que vemos este interés, aunque en ellas el artista huye de la simple representación, de la documentación de un momento concreto, para llevar su reivindicación del trabajo de la mujer hasta la modernidad.

La cima más alta de esta voluntad de combinar la ruptura artística con la tradición es un dibujo a lápiz fechado el 26 de marzo de 1939. Es un muy expresivo estudio de la citada Montserrat, el grito que el artista lanza con motivo de los desastres de la Guerra Civil. Sin embargo, es probable que el punto álgido de esta condena hacia los conflictos bélicos sea un maravilloso dibujo a tinta del 15 de marzo de 1942. Es una imagen que podríamos identificar con una Dolorosa de la Semana Santa, una mujer con mantilla que lleva dentro todo el peso de la tragedia, del drama de las malditas guerras que conviven en el mundo.