Opinión

Trasímaco recidiva siempre

La historia de la humanidad podría muy bien darse por acabada cuando nadie esté dispuesto a defender ámbitos de libertad en el entorno en que se mueve

Trasímaco recidiva siempre
Trasímaco recidiva siempreGoogle

Relata Tucídides en la Historia de la Guerra del Peloponeso, hacia el final del libro V, un diálogo emblemático entre los invasores atenienses y los habitantes de la isla de Melos. Los atenienses pretenden anexionarse a los melios en su lucha contra los lacedemonios. Los melios quieren mantenerse neutros, pero los atenienses apelan a una ley superior, una ley que ellos no han escrito y que han heredado: la ley del más fuerte. Por las buenas, o por las malas, serán anexionados a su causa. Y así, frente al irenismo de los habitantes de Melos se alza, una y otra vez en la historia de la humanidad, esa noción de la justicia que la hace coincidir, no con aquello que correspondería a la igual dignidad de seres humanos, sino con aquello que conviene al más fuerte; que es precisamente la definición de justicia que Trasímaco propone en el primer libro de la República de Platón. Bienvenido cinismo; au revoir Estado de derecho.

Asistimos en nuestros días a los golpes más duros que ha recibido el derecho internacional desde la IIGM. Algunos echan de menos aquella “barra libre” de anexión de tierras y personas a las que pusieron freno las leyes internacionales y estatales que ellos mismos se autoimpusieron. Es como si hubieran descubierto que ser honrados y obrar de acuerdo con la justicia no compensara en absoluto. Las leyes son vistas como un freno a las ambiciones megalómanas, un obstáculo para todo aquel que detenta poder o fuerza para someter a otros de acuerdo con sus caprichos y veleidades. Por eso, asusta comprobar que lo primero que haga un presidente electo sea “maniatar” o “ningunear” al poder judicial. Pero, es todavía más pavoroso comprobar la aquiescencia de una sociedad de hombres y mujeres-masa aturdida entre agendas laborales exigentes, y entregada a las plataformas de contenido digital en las que procuran curarse las heridas del día. Una combinación idónea para cualquier forma de totalitarismo.

Por el contrario, sorprende que detrás de una persona que se juega la vida navegando como polizón entre las hélices de un barco de carga, encontremos un profundo anhelo de la justicia que, como en un sueño, cree entrever todavía en la vieja Europa. Por esa justicia que ampara al débil de los golpes del más fuerte hay personas que lo dejan todo y ponen en riesgo sus vidas. Han comprobado en sus carnes que una vida biológica, sometida a la ley del más fuerte, no es una vida humana. Sin justicia es imposible la libertad; sin libertad es imposible desarrollarse plenamente como ser humano. Por la libertad, por deshacerse del imperio de la fuerza, muchos y muchas ponen a diario su vida en riesgo en Ucrania o en Melos, o en sus actividades laborales y diarias.

Trasímaco recidiva una y otra vez. Pero, una y otra vez se encuentra con melios que están determinados a no someterse, a perder sus vidas defendiendo su dignidad de seres personales. Si siguen leyendo el final del libro V de Tucídides descubrirán que no hay happy end. Siento el spoiler. Pero, la historia de la humanidad podría muy bien darse por acabada cuando nadie esté dispuesto a defender ámbitos de libertad en el entorno en que se mueve.