Sociedad

Ciencia

Si quieres desinfectar tu casa, recuerda esto para hacerlo sin peligro

Los productos de limpieza pueden ser peligrosos si se usan mal, aquí tienes unos consejos

Coronavirus.- Samur recomienda para limpiar diluir bien la lejía con agua y no mezclarla con amoniaco ni aguafuerte
La lejía es un producto muy tóxico pero con un gran poder desinfectantelarazonEMERGENCIAS MADRID

En nuestra lucha diaria contra el coronavirus SARS-Cov-2, lo más importante no es el uso de mascarillas o guantes, sino nuestra propia higiene. Las prácticas como toser en el codo, lavarse de manera frecuente las manos o desinfectar las superficies, ayudan a que el virus no pueda transmitirse fácilmente.

En este sentido, es importante desinfectar todo. El virus posee una membrana lipídica que se diluye fácilmente al entrar en contacto con el jabón y con alcoholes, como en los geles hidroalcohólicos de manos o en preparaciones caseras de tres partes de alcohol y una de agua, que se aplican sobre las superficies.

Pero no es la primera vez que desinfectamos nuestra casa, existen productos de limpieza domésticos ya dedicados a esta labor que usamos habitualmente, como la lejía o el amoniaco. Estos productos pueden reaccionar químicamente con el material del virus y lo inactivan, pero a cambio tienen un efecto secundario. Al igual que reacciona contra el virus, también lo hace contra la materia orgánica de la que estamos hechos, siendo irritantes para nuestra nariz, ojos y piel si estamos demasiado tiempo expuestos a ellos.

El personal de limpieza debe ser experto en esta química cotidiana, aprendiendo cómo trabajar con seguridad con estos productos y los peligros de su manejo. Y es importante hacerlo bien. Si se improvisa demasiado al usar un producto de limpieza, puede tener consecuencias realmente indeseables.

Muchos creen erróneamente que combinando varios de estos productos pueden crear su propio desinfectante definitivo, pero lo cierto es que al combinarlo muchos de estos productos reaccionan químicamente entre ellos, formando otros compuestos químicos que no son capaces de desinfectar, y lo que es muchísimo peor: acaban resultando tóxicos y ponen nuestra vida en peligro. En países como Inglaterra y Estados Unidos, han aumentado en las últimas semanas el número de intoxicaciones, la mayoría de ellos por usar de manera inadecuada los productos de limpieza.

Vamos a entender un poco la química detrás de los productos de limpieza más habituales y sus peligros. Pero si quieres un resumen rápido: nunca mezcles productos de limpieza, y lee siempre las instrucciones de uso.

Conoce tus herramientas

Uno de los productos de limpieza más populares es la lejía, a pesar de que realmente no exista desde un punto de vista químico. Bajo el termino lejía no hay un único producto químico, sino que puede referirse a varios compuestos muy diferentes entre sí o incluso combinaciones de ellos. Para que una lejía sea considerada como tal, es necesario que cumpla un requisito: ser capaz de blanquear tejidos atrapando electrones.

Los tejidos tienen color gracias a sustancias con electrones libres que pueden excitarse con los fotones de luz y modificarlos para que generen un color determinado. En ocasiones estas sustancias son tintes que nosotros aplicamos a la ropa, pero en otras es la propia suciedad. Cuando aplicamos lejía, esta tiene un compuesto oxidante capaz de atraer a estos electrones libres, volviendo a la sustancia invisible, ya que los fotones no cambian cuando inciden en el tejido. La suciedad puede seguir ahí, pero ahora no se puede ver. En caso de algunos tintes, al quitarle los electrones se diluyen en agua y se liberan del tejido, tiñendo el resto de nuestra colada por accidente.

Para cumplir con esta acción oxidante de robo de electrones, la mayoría de lejías actuales contienen cloro. Este elemento químico es capaz de robar electrones con mucha facilidad, el problema es que el cloro puro forma un gas verdoso tóxico capaz de reaccionar con el tejido de nuestros pulmones al inhalarlo.

Inicialmente el blanqueamiento se hacía con el gas, pero se comprobó que era mucho más sencillo y seguro de aplicar si se disolvía en agua. De este modo en el siglo XVIII se fabricó la primera lejía en líquido, formada por una disolución de hipoclorito sódico en agua, receta que seguimos usando en la actualidad en la mayoría de marcas.

GRAFCVA3737. VALENCIA, 03/04/2020.-Dos operarios municipales introducen lejía en las máquinas de limpieza urbana, hoy en Valencia, durante el vigésimo día del estado de alarma decretado por el Gobierno.EFE/ Kai Försterling
GRAFCVA3737. VALENCIA, 03/04/2020.-Dos operarios municipales introducen lejía en las máquinas de limpieza urbana, hoy en Valencia, durante el vigésimo día del estado de alarma decretado por el Gobierno.EFE/ Kai FörsterlingKai FörsterlingEFE

Otro producto de limpieza que solemos encontrar en las casas es el amoniaco. Este compuesto químico es realmente un gas incoloro, que se produce de manera natural en el ambiente. El cuerpo humano produce amoniaco al descomponer las proteínas de lo que comemos, aunque luego lo transformamos en urea al expulsarlo en la orina.

Aunque también sea capaz de robar electrones, su efecto es más leve que la lejía pero suficiente para desinfectar. Su punto más fuerte es el efecto desengrasante, ya que diluye con facilidad suciedad grasa y no daña tanto los materiales.

El problema del amoniaco es que, nuevamente, es un gas. El amoniaco que compramos es el gas amoniaco disuelto en agua directamente, algo que funciona para almacenar pero que rápidamente notamos al abrir la botella o usarlo. Una superficie lavada con amoniaco acaba liberándose en forma de gas, lo que aporta un olor característico y toxico en altas concentraciones.

Tanto la lejía como el amoniaco son peligrosos si se usan mal. Ambos son mortales al digerirlos, y pueden provocar quemaduras químicas si entran en contacto con la piel en una concentración alta. Por este motivo se usan de manera controlada y muy diluidos en agua. Al diluirlo, la capacidad de desinfección permanece pero los gases no suben con tanta facilidad.

Lo que nunca debes hacer

Ya que su forma más fundamental es el gas, si no se almacenan correctamente la lejía y el amoniaco pueden cambiar en el tiempo. El amoniaco es capaz de pasar al aire y escapar de la botella hasta dejar solo agua. En la lejía, el hipoclorito sódico disuelto es capaz de reaccionar con el agua en caso de aumentar la temperatura, liberando el gas toxico de cloro. Por este motivo, los envases de estos productos de limpieza son especiales: opacos y de color blanco para evitar que se recalienten.

Entre las medidas de seguridad típica, muchos sabemos que no debe mezclarse la lejía con el amoniaco. El motivo es que al combinarse, el cloro de la lejía reacciona químicamente con el amoniaco, creando un tipo de compuestos llamados cloraminas. Estas forman un gas tóxico que reacciona con el agua de nuestras mucosas y ojos, creando un ácido clorhídrico irritante.

En bajas cantidades y lugares ventilados, lo máximo que sentiremos será una leve irritación, pero en altas concentraciones y lugares cerrados, este efecto puede llegar a ser mortal.

Las cloraminas también se generan en caso de combinar cloro con materia orgánica, reacción química que se produce habitualmente en piscinas y balnearios con aguas cloradas, emitiendo ese olor tan característico. Cuando decimos que una piscina “huele a cloro” realmente está oliendo a cloramina, liberada cuando el cloro que se usa para desinfectar el agua reacciona con el sudor u orina de los que están en la piscina. Por eso este olor aumenta si en la piscina hay demasiada gente o el día es muy caluroso.

Gracias a la baja proporción de cloro del agua, podemos mantenerla desinfectada sin efectos secundarios
Gracias a la baja proporción de cloro del agua, podemos mantenerla desinfectada sin efectos secundarioslarazon

Aunque mezclar lejía y amoniaco es algo bien conocido por aquellos que se dedican a la limpieza, con el coronavirus ha surgido otro nuevo peligro más desconocido: la combinación de lejía con los productos con alcohol de desinfectantes de manos y soluciones caseras.

Cuando el cloro de la lejía se combina con los alcoholes, se puede producir una reacción química que genera cloroformo, un gas conocido de sobre por sus propiedades narcóticas al inhalarlo, y que puede llegar a ser muy peligroso si lo respiramos de manera continuada. Por ese motivo, si desinfectamos una superficie con alcohol, tendremos que esperar un rato a que este se evapora antes de usar lejía y viceversa.

¿Y si ya lo hemos mezclado?

Con todos estos posibles peligros en mente, está claro que lo correcto es usar los productos de limpieza de uno en uno y con las indicaciones que pone en su envase, pero ¿qué hacemos si accidentalmente ya hemos mezclado estos compuestos? No es el fin del mundo, hay un protocolo a seguir.

Las reacciones químicas que involucran gases como el cloro o el amoniaco se distinguen rápidamente porque desde nuestro cubo de agua notaremos que empiezan a salir burbujas y un pequeño hilo de humo. El calor que emiten estas reacciones químicas calentará cada vez más el agua, algo que puede ser un problema ya que es posible que nuestro recipiente se derrita y rompa.

Por ese motivo, la primera medida es alejarnos del peligro y abrir todas las ventanas y puertas, tratando de ventilar la estancia lo máximo posible para liberar los gases tóxicos que están produciéndose. Si es posible hacerlo de manera segura, podemos intentar añadir mucha agua a la mezcla para que los reactivos se diluyan y la reacción termine rápidamente. Eso sí, tratando siempre de evitar respirar cerca de la reacción para no inhalar la peor parte.

Si no es posible añadir agua con seguridad o la reacción no disminuye, la solución más segura es desalojar. Todos los habitantes de la casa deben salir de ella y llamar a los servicios de emergencia, que activarán un protocolo especial para este tipo de emergencias, deteniendo y retirando la reacción química con seguridad y revisando la posible intoxicación de algunos de los habitantes.

En resumen, la moraleja que nos debemos llevar es: no mezcles productos de limpieza y sigue las instrucciones. Los servicios de emergencia, los que viven en tu casa y tus propios vecinos te lo agradecerán.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Cada producto de limpieza tiene normativas y restricciones de su uso, conviene siempre leerlas antes de empezar a usarlo. A veces conviene llevar guantes, pero en otras los guantes pueden quemarse y dar problemas.
  • Si lo que quieres es desinfectar la posible presencia del coronavirus en una superficie, la mezcla de agua y alcohol o lavar con agua y jabón es el mejor método. Es mucho más seguro e igualmente eficaz, además es respetuoso con el medio ambiente.

REFERENCIAS (MLA):