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Biología

Los imbatibles ositos de agua corren peligro

Son pequeñísimos y sobreviven en condiciones extremas. Estuvieron en el espacio y algunos volvieron con vida, pero el impacto del ser humano en la Tierra podría acabar con ellos.

Tardígrado visto a través de un microscopio electrónico de barrido
Tardígrado visto a través de un microscopio electrónico de barridoGoldsteinCreative Commons

En los últimos 440 millones de años ha habido cinco grandes extinciones. En cada una, se eliminó hasta el 96% de las especies que habitaban la Tierra en cada momento. Pero un irreductible grupo de minúsculos organismos ha conseguido sobrevivir a todas estas extinciones. No miden más de un milímetro y medio, tienen exoesqueleto y cuatro pares de patas terminadas en garras o ventosas, y nos los podemos encontrar en musgos y líquenes o en casi cualquier sitio donde haya algo de humedad. Se trata de los tardígrados, también conocidos como ositos de agua por la forma en que caminan.

Los ositos de agua son muy singulares. Tanto, que ocupan su propio filo. Esta es una grandísima categoría en taxonomía: por comparar, el filo al que pertenece el ser humano es el Chordata, que agrupa a todos los vertebrados. Bajando varios escalones taxonómicos hasta las especies, de tardígrados hay unas 1.300. Podemos encontrar estas criaturas en casi cualquier parte del mundo: desde la Antártida hasta el Ártico, desde las montañas hasta el fondo del mar. Y es que, salvo en contadas excepciones, son maestros de la supervivencia.

Pequeños pero matones

Por poner un ejemplo: resisten unos cuantos minutos a 150ºC, o bien a -272ºC. Esta temperatura es solo un grado mayor que el cero absoluto, la temperatura más fría posible. Resisten más frío que el que hace en el espacio exterior. Soportan también altísimas dosis de radiación, mil veces mayores que las que resisten otros animales. Y más presión que en cualquier trabajo: más de 1.200 veces la presión atmosférica. Algunas especies incluso aguantan 6.000 atmósferas. Esto es, seis veces la presión de la Fosa de las Marianas, el fondo más profundo del océano terrestre. Ni siquiera se inmutan al hervirlos en alcohol.

Por eso son seres extremófilos, es decir, viven en condiciones muy diferentes de las que la mayor parte de organismos consideran adecuadas para formar un hogar. Para su supervivencia tienen un arma secreta: la hibernación. Cuando la situación exterior se pone difícil, los ositos de agua desechan más del 90% del agua que contiene su cuerpo. Después reducen su metabolismo al 0.01% de la velocidad habitual, y se quedan en un estado de animación suspendida o criptobiosis.

Tardígrado en estado de animación suspendida
Tardígrado en estado de animación suspendidaFumi YamazakiCreative Commons

Es así como sobreviven a temperaturas extremadamente bajas: puesto que el agua se dilata al congelarse, la deshidratación asegura que la expansión del hielo no rasga los tejidos de estos ositos. Mientras que su esperanza de vida habitual es de entre tres y 30 meses, en este estado pueden vivir hasta 30 años.

Al hibernar, producen una proteína que aísla algunas partes de su diminuto cuerpo para protegerlas del peligro. Fabrican una suerte de cristal biológico que forma una crisálida alrededor de ciertas moléculas en sus células, que se quedan fijas en su sitio y las hace inmunes a los vaivenes del entorno. Además, una proteína exclusiva de los tardígrados (“dsup”, abreviatura de “damage suppressor”, supresor de daños, en inglés) protege su ADN de la radiación exterior.

Choque mortal

Parecen invencibles, pero los tardígrados tienen un punto débil. En varias ocasiones han volado al espacio, pasando un tiempo fuera de la Estación Espacial Internacional. La mayoría de los no hibernados murieron en el proceso, pero los hibernados consiguieron sobrevivir a estos viajes. Pero en 2019, SpaceIL e Israel Aerospace Industries lanzaron la primera misión privada a la Luna. Contenía una “cápsula del tiempo” con dibujos, la Wikipedia en inglés, una copia de la Declaración de independencia de Israel… y también unos cuantos tardígrados hibernados. Fueron viajeros controvertidos por su capacidad de contaminación espacial, y su presencia solo se desveló después. Justo antes del alunizaje, la misión falló, y la nave y sus ositos de agua se estrellaron contra la Luna.

Dado el historial de los tardígrados, la comunidad científica pensó inicialmente que sobrevivirían a la misión. Sin embargo, la investigadora Alejandra Traspas, de la Universidad Queen Mary de Londres, puso en duda esta afirmación, pensando que el impacto contra la superficie lunar pudo haber sido demasiado para estas criaturas. Para comprobarlo, en mayo de 2021 llevó a cabo un experimento que consistía en disparar tardígrados hibernados a velocidades de hasta 3.000km/h contra una diana de arena a varios metros de distancia. El resultado: la presión del impacto contra la Luna habría derrotado a los ositos de agua.

Más allá de concluir que los tardígrados de la misión israelí no podrán colonizar la Luna, este experimento también tiene implicaciones para la panspermia. Según esta hipótesis, algunas formas de vida podrían viajar de un planeta a otro atrapadas en desechos espaciales que contuvieran vida, y que impactaran sobre otro planeta en forma de meteorito. Pero si la forma de vida más resistente que se conoce no es capaz de sobrevivir a un impacto de este calibre, la panspermia se antoja poco probable.

Dudoso futuro

Claro está que, en la vida de un tardígrado, un impacto tan violento es un acontecimiento excepcional. Pero hay aún otra amenaza, mucho más cercana, que acecha a estos ositos: el calentamiento global. Ya hemos visto que son expertos en aguantar temperaturas extremadamente calurosas, pero no durante mucho tiempo. Si se exponen sin hibernar a 37.1ºC, en solo 48 horas mueren la mitad de los tardígrados. Por eso las olas de calor, que son cada vez más frecuentes debido al cambio climático, pueden suponer un serio problema para los tardígrados. Reducir nuestras emisiones para frenar la subida de la temperatura es crucial en muchos ámbitos: también para seguir viendo ositos de agua en el musgo.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Queda un resquicio de esperanza para los tardígrados. Si se aclimatan poco a poco a las altas temperaturas, los ositos aguantan mejor el calor. Hacen falta 37.6ºC para que mueran la mitad en 48 horas, medio grado que supone un aumento considerable al hablar de calentamiento global.

REFERENCIAS (MLA):

  • Traspas, Alejandra, and Mark J. Burchell. “Tardigrade Survival Limits In High-Speed Impacts—Implications For Panspermia And Collection Of Samples From Plumes Emitted By Ice Worlds”. Astrobiology, vol 21, no. 7, 2021, pp. 845-852. Mary Ann Liebert Inc, https://doi.org/10.1089/ast.2020.2405. Accessed 20 July 2021.