Arqueología
Batalla entre científicos por la ciudad subterránea bajo las pirámides de Giza
La estrucutura estaría formado por ocho estructuras cilíndricas que descienden a una profundidad de 648 metros
El egiptólogo Zahi Hawass ha vuelto a ser el centro de atención tras sus recientes declaraciones desde Dubái, donde negó la existencia de columnas bajo la pirámide de Kefrén. Sin embargo, sus afirmaciones han sido objeto de controversia, ya que no se basan en el análisis del trabajo presentado por los investigadores del Proyecto Kefrén en Bologna, Italia, sino que parecen ser más bien un arrebato pasional que carece de fundamento científico.
En una entrevista con CNN, Hawass afirmó que el estudio “no tiene ninguna base y no hay evidencia científica que lo apoye”, además de asegurar que “no hay misiones operando en la pirámide del rey Kefrén”. Aunque es cierto que el Consejo Arqueológico Supremo no ha otorgado permisos para actividades dentro de la pirámide, sus comentarios reflejan una reacción descolocada ante los hallazgos del Proyecto Kefrén, que han captado la atención de la comunidad científica.
Los investigadores detrás de este proyecto, como Filippo Biondi, especialista en radar y teledetección, y el profesor Corrado Malanga, han utilizado una innovadora técnica conocida como Radar de Apertura Sintética (SAR). Esta metodología combina datos del radar satelital Capella y la tomografía Doppler para analizar las pequeñas vibraciones en la pirámide, causadas por ondas sísmicas naturales. A través de este análisis, los científicos han logrado “ver” dentro de la estructura y crear imágenes detalladas de su interior sin necesidad de realizar excavaciones.
Lo curioso es que Hawass no descalificó estudios previos que utilizaron tecnologías similares, como el proyecto Scan Pyramids, que localizó oquedades en la Gran Pirámide. Sin embargo, ahora parece cuestionar la validez de estos métodos cuando los hallazgos no se alinean con su visión oficialista de la historia egipcia. Este cambio de postura ha llevado a muchos a preguntarse por qué el sistema deja de ser válido en este contexto.
La obsesión de Hawass por atribuir la construcción de las grandes pirámides a los egipcios de la IV Dinastía se ve desafiada por los nuevos hallazgos, que sugieren la posibilidad de estructuras naturales o métodos de construcción que no se comprenden completamente. Además, hay antecedentes que respaldan la efectividad de estas técnicas. En 1986, una prueba de microgravedad realizada por científicos franceses detectó anomalías dentro de la Gran Pirámide, lo que podría indicar la existencia de una red interna de túneles.
Las tomografías son tan llamativas que parece improbable que puedan ser una estructura natural, como expliqué en el siguiente vídeo:
Recientemente, en 2024, arqueólogos japoneses y egipcios descubrieron dos estructuras subterráneas cerca de la Gran Pirámide utilizando radar de penetración terrestre y tomografía de resistividad eléctrica. Estas estructuras, que han permanecido intactas durante más de 4.000 años, añaden más misterio a la historia de la meseta de Giza.
A diferencia de los hallazgos anteriores, los resultados del estudio del Proyecto Kefrén aún no han sido publicados en ninguna revista científica. Fueron presentados inicialmente en una rueda de prensa como el hallazgo del Amenti o el Duat, conceptos que se refieren al inframundo de los antiguos egipcios, y posteriormente en una conferencia ante más de 900 asistentes en el Castillo de San Pietro Terme, en Bologna.
El debate sobre la existencia de columnas bajo la pirámide del rey Kefrén no solo pone de relieve las tensiones entre diferentes enfoques en la arqueología egipcia, sino que también invita a la reflexión sobre cómo se construye y se desafía el conocimiento en este fascinante campo. La comunidad científica espera con interés la publicación de los resultados del Proyecto