Arqueología
Descubren que un violento incendio congeló en el tiempo un aterrador crimen del siglo III a.C. en los Pirineos.
El incendio deliberado de Tossal de Baltarga durante la Segunda Guerra Púnica nos ayuda a reconstruir el paso de Aníbal por los Pirineos, luchando contra tribus locales
No quedan muchos restos del histórico paso de Aníbal Barca por los Pirineos. Sobreviven las historias acerca de su ejército de elefantes cruzando las montañas camino a Roma, pero están salpicadas de incógnitas. Por eso es tan importante el nuevo estudio que la Universidad Autónoma de Barcelona ha publicado en la revista científica de Frontiers in Environmental Archaeology. En él, un grupo de investigadores liderados por el doctor Oriol Olesti Vila, relatan cómo han reconstruido un dramático pasaje de la Segunda Guerra Púnica en los Pirineos. En concreto, la quema intencionada de un castro por parte de los ejércitos de Aníbal.
Y es que la arqueología está viviendo una era dorada, llena de buenas nuevas y de descubrimientos antes inimaginables. En parte, este periodo de bonanza se debe a su hermanamiento disciplinas científicas como la química, la física y, sobre todo, la genética. Ahora bien, ocurre que hay cierta ironía en esta buenaventura, porque suele deberse a tragedias acontecidas hace mucho tiempo. La muerte de una persona o de decenas, la quema de una casa o de un poblado entero… tragedias que pusieron fin a algo, fijando el estado en que quedaría enterrado por el tiempo hasta que, un grupo de arqueólogos modernos pudiera reinterpretar la situación. En este caso, la desgracia de aquellas familias nos trae júbilo casi 20 siglos después.
Una instantánea del siglo III a.C.
El evento ha sido fechado en el siglo III a.C. y el castro era un asentamiento de las poblaciones cerretanas de los Pirineos. Sabemos que estas tribus locales fueron atacadas por Aníbal camino de Roma, pero esta construcción nos habla de algo más particular, no es solo la historia de los cerretanos, es la historia de personas concretas que, a tenor de las pruebas arqueológicas, parecían saber que se avecinaba un ataque de los cartagineses. Miembros de una comunidad que vivía sin muros defensivos, disfrutando de las magníficas vistas de la montaña, pero vulnerables a un ataque enemigo.
El castro recibe el nombre de Tossal de Baltarga y, aunque se quemaron todas las construcciones del complejo, el protagonista de este estudio es el edificio G. Tras someterlos a estudios químicos, podemos concluir que el incendio fue muy violento y rápido, tanto que han sobrevivido algunos restos orgánicos hasta nuestros días. En el edificio D, por ejemplo, se encontró un perro totalmente calcinado. En el G, en cambio, se encontraron residuos de leche y guiso de cerdo, así como granos de avena y de cebada.
Analizando los escombros, los expertos han podido deducir que el primer y único piso del edificio G se desplomó. En él, sus moradores habían dividido el espacio en dos zonas principales, una dedicada a la cocina y la otra a las actividades textiles. De hecho, los investigadores han encontrado husos de cerámica y pesas de telar.
¿Una huida a tiempo?
Por ahora, los arqueólogos no han encontrado cadáveres humanos en los edificios de Tossal de Baltarga, lo cual plantea una hipótesis esperanzadora, un posible final feliz para sus pobladores: ¿Y si escaparon a tiempo de los cartagineses? ¿Es posible que anticiparan su llegada y huyeran? Aparte de la ausencia de restos humanos, hay dos detalles que apoyan dicha hipótesis. La primera es el hallazgo de un pendiente de oro escondido en una vasija. Quizás, los habitantes del edificio G lo ocultaron deliberadamente para que los cartagineses no dieran con él. No obstante, hay otras explicaciones posibles, así como cabos sueltos como: Si no querían que cayera en manos de las huestes de Aníbal, por qué no se lo llevaron. A fin de cuentas, es un pendiente bastante pequeño, no un arado.
La segunda pista es que, si bien no se han encontrado cadáveres humanos, sí se han hallado los restos de 6 animales: cuatro ovejas, una cabra y un caballo que posiblemente cabalgaban, ya que también se ha encontrado un bocado al que irían atadas las riendas. Los expertos sospechan que estos animales estaban encerrados y que, por eso murieron calcinados. Hipótesis que se refuerza por el hallazgo de madera quemada en la entrada. Según los investigadores, este encierro podría ser una anomalía respecto a las prácticas típicas de estas comunidades y, tal vez, estuviera estado propiciado por el miedo al conflicto con los cartagineses. “Nuestra reconstrucción implica una destrucción repentina, sin tiempo para abrir la puerta del establo y salvar a los animales”, afirma el Doctor Olesti Vila
Lo cierto es que, para ser estrictos, los arqueólogos no saben qué pasó con las personas que vivían en Tossal de Baltarga. Posteriormente, los edificios fueron ocupados por romanos, pero son muchas las preguntas que sigue abiertas. Con suerte, pronto encontraremos nuevas pistas que nos ayuden a reconstruir este momento tan interesante de la historia de nuestra península.
QUE NO TE LA CUELEN:
- La demarcación entre lo que es ciencia y lo que no es compleja, pero más allá de esa discusión, está bastante aceptado que la arqueología se beneficia de introducir técnicas científicas en su estudio para complementar sus investigaciones.
REFERENCIAS (MLA):
- The exploitation of mountain natural resources during the Iron Age in the Eastern Pyrenees: the case study of production unit G at Tossal de Baltarga (Bellver de Cerdanya, Lleida, Spain) Frontiers in Environmental Archaeology 10.3389/fearc.2024.1347394