Inteligencia Artificial

Inteligencia artificial: “A mí me da miedo que perdamos el pensamiento crítico”, afirma la experta Gema Fernández-Blanco

Psicóloga clínica, científica social y afiliada a investigadora en el Centro de Automática y Robótica de la Universidad Politécnica de Madrid. Fernández-Blanco nos habla sobre el futuro de las IAs.

Gema Fernández Blanco
"A quien le guste crear seguirá creando y no le pedirá a la máquina que lo haga"Gema Fernández BlancoGema Fernández Blanco

La excusa era hablar de Sora y de todo lo que hay detrás de esta nueva IA, pero Gema Fernández Blanco lleva la docencia en la sangre y explica sin pausa y a velocidad de vértigo (y aun así perfectamente comprensible) cómo las inteligencias artificialesimpactan en nuestra vida diaria y cuál es el peaje que estamos pagando por esta tecnología.

El currículo de esta experta sorprende: doctora por la Universidad Complutense en Creatividad aplicada, música, poeta, ha publicado un estudio sobre emociones artificiales y es afiliada a investigadora en el Centro de Automática y Robótica de la Universidad Politécnica de Madrid. Uno de los ejes de su trabajo es la interacción humano-máquina, en concreto los procesos creativos y el desarrollo de emociones artificiales y personalidad robótica. Hay más, pero quizás esta amalgama se podría resumir en su “lema heráldico”: La ficción sueña para que la ciencia pueda demostrarlo y la tecnología lo pueda construir.

“Por ahora no sabemos mucho sobre Sora – nos explica Fernández Blanco en conversación telefónica - porque está en fase beta, se está probando. Pero sí nos da algunas claves. Uno de los problemas que yo he visto es que se confunde el conocimiento con el lenguaje general. El lenguaje está hecho de modo lógico, con sujeto y predicado, pero le atribuimos un conocimiento que puede no ser real. Si tú no sabes pintar una medusa, le damos instrucciones y nos parece increíble. Pero si sabemos pintar es solo una herramienta, no es más de lo que parece. Uno de los grandes retos que tenemos es comprender que es solo una herramienta”.

Aquí es cuando comienza la ruptura con la visión que tenemos de las inteligencias artificiales. Para Fernández Blanco es una herramienta en la que estamos depositando demasiados intereses a largo plazo, una inversión que nos podría salir cara.

“Desde luego que hay una parte creativa en las instrucciones que le damos – confiesa esta docente en la Universidad de Ciencias Aplicadas, HU de Utrecht, Países Bajos, mientras habla a velocidad máxima -, pero no es lo mismo si ya sabes escribir y ajustas eso a la guía. En algunos alumnos veo que le piden las instrucciones a una IA para que les diga qué deben escribir si quieren determinado dibujo. No hay una elaboración. Y todo termina siendo igual. Necesitamos un tiempo para crear un pensamiento crítico o creativo y si lo estás haciendo mediante herramientas hay algo que se pierde y es la comprensión y la elaboración”.

En la conversación, Fernández Blanco va alternando entre su faceta de psicóloga, su doctorado en creatividad y su lado más tecnológico con malabares muy precisos.

“Me parece interesante explorar la tecnología y usarla como herramienta creativa – añade -. Cuando ya tienes un conocimiento y usas la IA para facilitarte un trabajo, me parece bueno, pero si todo gira alrededor de la dependencia en una tecnología y te la quitan no podrás hacer nada. Si te quitan un GPS y no sabes cómo ubicarte, hay algo que falla. A quien le guste crear seguirá creando y no le pedirá a la máquina que lo haga. No creo que el proceso creativo se pierda”.

Pero… Corremos ese riesgo. Y no solo por la dependencia en esta tecnología, sino por ella misma: si todos bebemos de la misma fuente, lo más probable es que el producto final no tenga muchas diferencias.

“Las imágenes que de momento podemos crear siguen un mismo patrón y son muy similares – confirma Fernández Blanco -. Pero si sabes pintar y describes algo desarrollando tu propio algoritmo, ya es distinto. A mí me gustan más los modelos pequeños. Si entrenas un modelo pequeño con cosas que tú mismo haces o con cosas que te gustan, estás haciendo una extensión de tu trabajo. Lo otro es coger parte del imaginario común, compartido en internet y haces un patrón, como un calcetín. Tú tienes en tu cabeza una idea de perro distinta a la mía, por experiencias personales, memorias, vivencias, tu cultura y esto es lo que hace que sean individuales. Imagino que en un futuro habrá más opciones, que estas herramientas tengan más filtros o partes personalizables”.

En este sentido, Fernández Blanco señala el trabajo de artistas que están utilizando modelos pequeños, algoritmos propios, para crear obras de arte muy diferentes, alimentadas por la técnica, el conocimiento y la imaginación personal. Y una de sus preferidas es Sofía Crespo.

Una de las obras de la artista Sofía Crespo
Una de las obras de la artista Sofía CrespoSofía CrespoSofía Crespo

“A mí me da miedo que perdamos el pensamiento crítico – agrega esta “creadora de emociones artificiales”-. A que cojas cualquier herramienta y no exista un tiempo de elaboración de lo que estás haciendo, a nivel de texto, por ejemplo. He leído trabajos de alumnos que ni siquiera comprueban si la referencia bibliográfica que mencionan existe o no. El conocimiento se desvirtúa a niveles increíbles. Y en imagen, lo mismo: los patrones se repiten”.

Nadie tiene una bola mágica ni es residente en el oráculo, pero si duda el conocimiento permite crear un escenario y usar los focos para intuir los próximos actos.

“No creo que nos amenace la IA – concluye Fernández Blanco -, detrás hay muchos intereses. Quién controla la IA, qué datos hay detrás… Al final, si tienes pensamiento crítico, vas a poder unir los puntos y sacar tus propias conclusiones. Si no vamos a tener un futuro utópico o uno distópico y creo que van a existir ambos al mismo tiempo. En cuanto a su uso, yo imagino que tendremos más opciones, que no habrá patrones comunes en diseño o colores. Tendremos mayor opción de personalización”.