
Paleoantropología
Primeras pruebas de que dos especies humanas diferentes convivieron hace 1 millón y medio de años
El Homo erectus convivió en el lago Turkana con una misteriosa especie humana que no sabemos por qué se extinguió, el Paranthropus boisei

Se nos da muy bien fabular. Solo nos hacen falta un puñado de datos para producir dos puñados de suposiciones y, con tiempo y cacareo, tendemos a convertirlos en “hechos”. Sin embargo, cuando buceamos en la bibliografía nos encontramos que mucho de lo que damos por sentado son, en realidad, hipótesis no muy firmes. Por eso puede que no sorprenda un titular como el del presente artículo, porque en el ideario colectivo ha habido muchas especies de homininos conviviendo en las mismas zonas geográficas durante milenios. Sin embargo… lo que teníamos eran presunciones.
Contábamos con fósiles de especies diferentes pertenecientes a periodos de tiempo relativamente estrechos y que, al menos, habían sido encontrados en yacimientos cercanos. Sin embargo, los huesos fósiles pueden ser movidos por riadas o depredadores, acabando muy lejos de donde vivió su propietario. Es más, incluso esos periodos “estrechos” de tiempo son bastante amplios si los comparamos con la vida de un humano. ¿Cómo podemos saber si realmente coincidieron o si los separaba más de una generación? La paleontología especula lo menos posible e intenta trabajar con pruebas tan rotundas e indubitables como le sean posibles. Por eso, en palabras de uno de los investigadores del presente estudio: “La idea de que vivieron contemporáneamente puede no ser una sorpresa. Pero esta es la primera vez que se demuestra. Creo que eso es realmente enorme".
Este lago es lo suficientemente grande para los dos
La afirmación con la que acabamos el último párrafo salió de los labios del doctor Craig Feibel, autor del estudio y profesor en el Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias y el Departamento de Antropología en la Escuela de Artes y Ciencias de Rutgers. Y es que, más allá de las suposiciones previas, Feibel y el resto del equipo ha logrado encontrar una prueba de que las dos principales especies humanas del Pleistoceno recorrieron la misma orilla del Lago Turkana con, aproximadamente, unas horas de diferencia. No hablamos de siglos ni de decenas de años. Ni siquiera hablamos de años sino de horas. ¿Y cómo es posible que sepamos algo con tanta precisión temporal? La clave es el tipo de fósil.
Como decíamos, a los huesos se los lleva el agua y ocurre igual con muchos otros tipos de fósiles. Sin embargo, existen los “fósiles traza”, que incluyen huellas y madrigueras y, aunque es posible que el paso del tiempo los borre por completo, lo que no puede hacer es moverlos de lugar (generalmente). En este aspecto, las huellas pueden ofrecer una resolución geográfica mucho mayor que dientes, huesos y otros restos corporales. No obstante, no es tan sencillo identificar una especie de hominino por sus huellas si lo comparamos con la cantidad de información discriminativa que nos ofrece un hueso. Por suerte, los investigadores de este estudio diseñaron una nueva técnica para emplear tecnología 3D en el análisis de las huellas.
Una serendipia
En palabras de Feibel, el descubrimiento fue "un poco de serendipia". Los huesos fueron descubiertos en 2021 por un equipo de investigadores liderado por Louise Leakey (nieta e hija de los famosos paleoantropólogos Louis y Richard Leakey), concretamente en las orillas del lago Turkana, en Kenia. Fueron las huellas de una ave gigante las que alertaron a los investigadores, que empezaron a excavar para encontrarse con la grata sorpresa de que, allí, había huellas de no una, sino dos especies de homininos. Para enfrentarse a tal reto, "El equipo utilizó tecnologías avanzadas de imágenes 3D para crear una forma completamente nueva de analizar huellas, lo que nos ayuda a entender la evolución humana y los roles de la cooperación y la competencia en la conformación de nuestro viaje evolutivo", como declaró la doctora Rebecca Ferrell, directora de programa en la Fundación Nacional de Ciencias que ayudó a financiar esta parte de la investigación.
Así pues, tras analizar las huellas por su forma y el patrón de movimientos, pudieron deducir que se trataba de nuestro antepasado directo, el Homo erectus, y el misteriosoParanthropus boisei, que se extinguió por motivos desconocidos hace cientos de miles de años. Y esa es la conclusión, que efectivamente, confirmando lo (engañosamente) obvio, las dos especies de homininos más numerosas del pleistoceno coexistieron, al menos, al borde de un lago en lo que ahora es Kenia. Porque a veces la ciencia no consiste en hacer afirmaciones alocadas que lo pongan todo patas arriba, sino en reforzar con firmeza una hipótesis cauta que llevábamos décadas dando por buena.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Aunque Homo erectus fuera nuestro antepasado directo (o que al menos eso pensemos), no quiere decir que no hubiera especies intermedias. Sin tener que recurrir a nombres poco conocidos, tenemos como especie intermedia al famoso Homo habilis, por ejemplo.
REFERENCIAS (MLA):
- Feibel, Craig, et al. "Footprint Evidence for Locomotor Diversity and Shared Habitats Among Early Pleistocene Hominins." Science, 28 Nov. 2024, doi:10.1126/science.ado5275.
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