Medicina

Todo lo que debes saber sobre las superbacterias para el siglo XXI

Estos son los puntos más importantes para comprender la resistencia a antibióticos y cómo evolucionará

Enfermedades respiratorias
Vista microscópica de la bacteria Haemophilus influenzaeUQUQ

La medicina moderna es uno de los mayores éxitos de nuestra historia. Gracias a ella, la esperanza de vida se ha disparado y la calidad de vida es mejor que nunca. Pero, de todos los grandes aportes médicos que disfrutamos, hay dos que son especialmente importantes: la cirugía y los antibióticos. Tenemos todo tipo de terapias capaces de ralentizar el avance de una enfermedad e incluso de paliar sus síntomas, pero los dos tratamientos más radicales son, posiblemente, esos dos.

Se calcula que cada año se realizan unos 312 millones de cirugías, muchas de urgencia, muchas de urgencias y, algunas, cuestión de vida o muerte. Sin duda, la cirugía es importante, pero nos estamos olvidando de un pequeño detalle: la cirugía moderna no podría existir sin antibióticos. No podemos permitirnos operaciones largas donde se exponen los órganos si no tenemos antibióticos para prevenir y tratar las posibles infecciones que aparezcan.

Ahora, imagina un mundo donde los antibióticos dejen de funcionar. ¿Terrorífico? Pues no es tan descabellado como parece.

La resistencia a antibióticos

Hubo un tiempo en que los antibióticos más sencillos tenían magníficos resultados y lograban enfrentarse a casi cualquier bacteria. Por supuesto, algunos eran más eficaces frente a algunos tipos, pero podríamos decir que las bacterias eran, en general, vulnerables a nuestras “armas” químicas. Ahora, sin embargo, empiezan a proliferar cepas resistentes no a un antibiótico, sino a la mayoría de los que podemos encontrar en el mercado.

Cuando se detecta una infección se realiza un cultivo para identificar a la bacteria y tratarla con la sustancia adecuada. Sin embargo, si el tratamiento fracasa, es posible que se haga otro cultivo donde se coloquen pequeñas muestras de diferentes antibióticos para ver si la bacteria logra crecer a su alrededor. Si alguna de esas muestras mantiene a raya a la bacteria, entonces sabremos que es sensible a ese antibiótico. Es lo que conocemos como un “antibiograma”. Por desgracia, cada vez es más frecuente enfrentarse a cepas con antibiogramas donde ninguna sustancia las ha logrado mantener a raya. Documentos donde, al lado de cada antibiótico probado aparece una palabra: resistente. Bacterias que antes eran fácilmente tratables y que, ahora, si tenemos mala suerte, pueden causar secuelas de por vida, hacer que perdamos un órgano o, incluso, que fallezcamos.

¿Cómo es posible?

Para entender cómo podemos haber llegado a esto tenemos que repasar dos conceptos: el primero es la evolución. Cuando una población se enfrenta a un peligro los más vulnerables perecen. La siguiente generación, por lo tanto, será descendiente de los individuos más resistentes a ese peligro, los que han conseguido sobrevivir mejor. Así pues, generación tras generación, la resistencia al peligro aumentará, tal vez son más capaces de trepar para evitar riadas, quizás tienen pieles más gruesas para protegerse de los insectos o, por ejemplo, desarrollan formas de protegerse contra los antibióticos.

El segundo concepto es el de “pauta completa”. Cuando nos recetan un antibiótico nos indican la dosis y las tomas que debemos hacer para completar el tratamiento. Eso es una pauta completa y debemos terminarla, aunque creamos que la infección ha pasado. El motivo es que esa cepa bacteriana que nos infecta no está formada por células idénticas. Habrá cierta variabilidad entre esas bacterias y, algunas, serán más sensibles al antibiótico, siendo las primeras en morir incluso tras muy pocas tomas.

A medida que continuemos con las dosis, dañaremos lo suficiente a las bacterias más resistentes hasta acabar con ellas, pero si paramos en cuanto nos encontremos mejor, habremos acabado solo con parte de ellas, con suficientes para encontrarnos bien, pero no para erradicarlas. ¿Y sabes cuáles habrán sobrevivido? Efectivamente, las más resistentes al antibiótico, que se multiplicarán dando lugar a un gran número de nuevas bacterias, algunas un poco menos resistentes, pero otras incluso más que sus predecesoras.

Un mundo postantibióticos

Todo ello por no hablar de los casos en que nos recetamos antibióticos para tratar infecciones virales o fúngicas cuando, en realidad, los antibióticos son para las infecciones producidas por bacterias. Cada vez que consumimos antibióticos, incluso si terminamos la pauta, estamos induciendo cierta resistencia en las bacterias de nuestro cuerpo, por lo que debemos reducir su uso a aquellos casos en los que realmente podamos sacar un beneficio claro, por nosotros y por las generaciones que nos sucederán. Porque así es como surgen bacterias superresistentes, no tanto por los usos que pueda hacer la industria ganadera, que ya está sometida a controles realmente estrictos.

Así que, mientras los farmacólogos buscan nuevas sustancias y métodos revolucionarios para enfrentarnos a las bacterias superresistentes, como lombrices que eliminen antibióticos del suelo o virus capaces de destruir a las bacterias perniciosas, lo único que podemos hacer es dejar de tomar medicamentos como caramelos y tatuarnos que no todas las infecciones necesitan antibióticos.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En realidad, parte de la culpa la tienen los propios médicos, porque si bien nosotros no deberíamos automedicarnos, los profesionales no deberían ceder a la presión de sus pacientes por recibir medicación que, tal vez, no necesitan. Sabemos que se recetan muchos más antibióticos de los necesarios, en parte porque algunos pacientes exigen abandonar la consulta con un tratamiento que les haga sentir atendidos cuando, en realidad, con el rigor científico en la mano, la mejor manera de abordar su dolencia es esperando y, en todo caso, con algún tratamiento sintomático.

REFERENCIAS (MLA):

  • Zhu, Dong et al. “Deciphering Potential Roles Of Earthworms In Mitigation Of Antibiotic Resistance In The Soils From Diverse Ecosystems”. Environmental Science & Technology, 2021. American Chemical Society (ACS), doi:10.1021/acs.est.1c00811. Accessed 16 May 2021.
  • Dublanchet, Alain, and Shawna Bourne. “The Epic Of Phage Therapy”. Canadian Journal Of Infectious Diseases And Medical Microbiology, vol 18, no. 1, 2007, pp. 15-18. Hindawi Limited, doi:10.1155/2007/365761. Accessed 31 May 2020. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2542892/#b28-jidmm18015
  • Lin, Derek M et al. “Phage Therapy: An Alternative To Antibiotics In The Age Of Multi-Drug Resistance”. World Journal Of Gastrointestinal Pharmacology And Therapeutics, vol 8, no. 3, 2017, p. 162. Baishideng Publishing Group Inc., doi:10.4292/wjgpt.v8.i3.162. Accessed 31 May 2020. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5547374/