Política
Sánchez-Iglesias y su moto
Estoy ansioso por ver cómo Pedro Sánchez nos vende a los españoles la consecución de los 72.000 millones que la UE nos ha concedido a fondo perdido. Me interesa ver cómo el presidente del Gobierno pretende trilearnos y convencernos de la bondad de los recortes que impondrá el destino finalista de la dádiva.
Pedro Sánchez, en opinión de mi amigo Rogelio, nos explicará, posiblemente en uno de sus «Aló presidente», la bondad de los recortes y, en modo alguno, reflexionará sobre las promesas incumplidas. ¿Promesas incumplidas? ¡Más promesas incumplidas que aquello de «no pactaré con Podemos, ni los independentistas ni Bildu»! Toda su vida política no pasaría la prueba de la máquina de la verdad, aquel examen que dio fama Julián Lago.
Pedro Sánchez podía reflejarse en el griego Tsipras que, tras la aceptación obligada de las exigencias impuestas desde las instancias comunitarias en contra de todas aquellas ensoñaciones junto al gallardo Varoufakis, tuvo la honestidad de someterse a unas nuevas elecciones, en las que, por cierto, recibió el respaldo mayoritario de sus conciudadanos, saliendo reforzado. Pero, claro, hay una diferencia sustancial. A Tsipras le importaba más Grecia y sus gentes que mantenerse en la poltrona presidencial.
Por cierto, veremos qué hace Pablo Iglesias y su pléyade de beneficiados ante las imposiciones europeas. Mi amigo apuesta por «tragar y mantenerse en la moqueta, no vaya a ser que no dure lo pretendido». Al unísono, nos venderán la moto.
Cuán lejos les quedan aquellas palabras de Gandhi: «La felicidad consiste en poner de acuerdo tus pensamientos, tus palabras y tus hechos». Aunque bien pensado, quizá ellos no pretenden la felicidad, sino simplemente el poder. Así es la vida.
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