Gastronomía
Navidad condicionada, maridaje cuestionado
A pesar de la fatiga de la relatividad, un rompeolas indiscutible con una escollera de recomendaciones permitirá disfrutar de las sobremesas
Aunque la puesta en escena de las sobremesas festivas (de)pende del criterio final de las administraciones sanitarias, es difícil hacerse una idea de lo que de verdad está pasando, estos días previos a la Navidad, por la mente de los anfitriones familiares y los profesionales de la restauración como depositarios de las normas con el fondo final de las argumentaciones de horarios, aforos y movilidad más o menos (im)previsibles. A pesar de la fatiga de la relatividad, así de sencilla y meridiana se presentan las restricciones para el desarrollo de la cabalgata de comidas y cenas navideñas. Un rompeolas indiscutible con una escollera de recomendaciones, hormigonadas de responsabilidad y sentido común, lo que viene siendo un acto de contención en toda regla que evite un futuro rebrote.
Hay una realidad y nuestra obligación es asumirla y reflejarla desde la forma más correcta. Sin embargo, también hay que reconocer que nos enfrentamos a un rompecabezas discutible de restricciones, lleno de ambigüedades e insuficiencias allegadas dependiendo de la Comunidad o la ciudad donde vamos pasar la Navidad. Dos son las lecturas necesarias ante una situación de esta envergadura. Pese a las ausencias y carencias se deben celebrar con el máximo detalle de responsabilidad.
Para blindar las sobremesas navideñas no queda más remedio que encarar la situación a la espera del día después de la pandemia. Los fluidos emocionales deben ser ventilados, extremar las precauciones, sin prescindir pero limitando los encuentros.
Las sobremesas de Navidad tienen una solidez emocional que descoloca y de la que es difícil prescindir. Aunque las listas de familiares, amigos y compañeros son extensas y variadas en inclinaciones y tendencias debemos acostumbrarnos al ejercicio (im)prescindible de dejarse llevar por las circunstancias. Hay que confinar los excesos y la irresponsabilidad. Lo que es evidente con toda probabilidad es que será necesario no generar dudas. Tenemos el deber de sortear el peligro de una posible tercera ola.
La alta temperatura alcanzada entre las cuatro paredes del salón que fomentaba la eliminación de toxinas laborables y la resolución o acercamiento de conflictos familiares se ha convertido en un nido donde se pueden incubar los focos del covid 19. La sensación térmica en el comedor y, por tanto, la sudoración emocional de algunos de los presentes pasará a mejor vida. Quizás el próximo año. Las sobremesas navideñas relajarán y suavizarán los músculos del corazón cansados, aliviarán la tensión y la fatiga del final de año, tanto física como mentalmente, mejorarán la circulación de conversaciones positivas y bajarán la presión arterial de conflictos, conseguiremos quizás un sueño más reparador, e incrementarán la esperanza en la próxima primavera.
Los anfitriones se mostrarán valientes al descartar previamente algunos restaurantes que fueron referentes en el pasado buscando mayor espacio… una mesa para…XX. Ya se sabe que estos encuentros no serán la suma de querencias gastronómicas, sino la consecuencia de cómo disfrutarlas en las mejores condiciones. Hay que tener entusiasmo para emprender la aventura de organizar una comida este año para solo X caracteres gourmets diferenciados. Pienso en el desamparo del organizador, angustiado, obligado a enfrentarse, sin respuestas, mientras se lamenta ante el temor de verse relegado para futuras convocatorias.
El brindis final antes de las XX horas, todavía sin confirmar, nos facilitará una magnífica coartada para felicitarle. Al volver a casa nos haremos la levítica pregunta. ¿Habrá otra Navidad como esta?. Los que duden de ello que no esperen sentados. Se van acumulando las señales, saber o no saber, esa es la cuestión diré parafraseando a Hamlet. Saber o no saber que nos conviene esta extraña Navidad como familiares, clientes, comensales y restauradores, etc. Pero por muy obvia que parezca esta lección de distancias marcadas y aforos (com)prometidos, me temo que algunos no asumirán la Navidad condicionada que se avecina bajo un maridaje (in)evitable pero cuestionado a la vez.
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