Historia

Francesc de Vinatea, el polémico homenaje al hombre que mató a su mujer y al amante de esta

El que fuera “jurat en cap” de la ciudad de Valencia vengó el adulterio de su esposa en 1319 amparado por la “venganza de la sangre”

El proyecto de la futura plaza del Ayuntamiento de Valencia no contempla esta estatua
El proyecto de la futura plaza del Ayuntamiento de Valencia no contempla esta estatuaLa RazónLa Razón

La reforma de la plaza del Ayuntamiento de Valencia ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la idoneidad o no de mantener la estatua que en 1993 se erigió al “jurat en cap” de la ciudad, Francesc de Vinatea. Corrían los primeros años del gobierno popular de Rita Barberá en la capital del Turia cuando el socio de gobierno de Unión Valencia, de corte regionalista, quiso recuperar la figura del polémico personaje y ponerlo en una ubicación entonces “sensible”: en el mismo lugar donde años antes se había retirado la estatua del dictador Francisco Franco, no sin revuelo y desorden público.

Erigida la estatua, surgió la polémica al constatarse en las crónicas históricas que el peculiar personaje había asesinado a su mujer y al amante de ésta en 1319 y que, siguiendo la costumbre de la época... no le pasó absolutamente nada, más allá del pago de una multa a modo de amonestación. Para más inri, parece ser que su mujer estaba embarazada cuando Vinatea cometió el consentido asesinato.

Matar a la mujer por una cuestión de honor, es decir, por el despecho del varón al que la mujer corona con cuernos en la testa, era una cuestión regulada y admitida en nuestra legislación hasta el año 1963, en lo que se conocía como el “privilegio de la venganza de la sangre”.

Los orígenes de tan salvaje, machista y brutal práctica se remontan al Derecho Gentilicio Romano que otorgaba al “paterfamilias” poder absoluto también sobre la vida de su esposa e incluso de sus hijas, si estas también cometieran adulterio. Fue el emperador Augusto quien promulgó, en el año 18 a.C., la llamada Lex Iulia de Adulteriis Coercendis donde se permitía cuanto menos repudiar pero también “ajusticiar” a la mujer adultera. Si era el hombre quien engañaba a la mujer, obviamente no pasaba nada.

Esta práctica brutal, que como se verá, estuvo en vigor hasta el franquismo, fue la que permitió al “jurat en cap” asesinar a su esposa ya que corría todavía el siglo XIV y nuestra civilización occidental no era aún muy civilizada.

Llegando a nuestros días, el Código Penal de 1870 recogía al “venganza de sangre”, una facultad criminal concedida a los padres y maridos para matar a sus hijas o esposas en caso de que estas cometieran adulterio.

La República abolió el precepto y la práctica, si bien posteriormente, la recién estrenada dictadura franquista lo recuperó en los años 40 con el fin de reconducir a la sociedad a las “buenas costumbres” al parecer del dictador.

Esta barbaridad estuvo vigente hasta que fue eliminada del Código Penal en 1963. Hasta entonces, esta práctica asesina fue denominada con el eufemismo del crimen pasional.

Aún así, no fue hasta la reforma de Código Civil de 1975 cuando desparece la figura del marido como cabeza de familia con el deber de obediencia de la esposa hacia el marido.

Fue por fin la Constitución española de 1978 la que instaura la no discriminación legal por razón de sexo.

Y es por esta vergonzante historia de nuestro Derecho por lo que Francesc de Vinatea pudo matar a su mujer y al amante de ella y no pagar ninguna pena por ello.

Y este es el fundamento, además del poco apego que se le tiene al “jurat en cap” entre los ciudadanos valencianos, según el Ayuntamiento, por lo que esta institución ya no cuenta con esta estatua en el rediseño de la plaza.

Vinatea no solo tiene su estatua en el centro de la ciudad, sino que también da nombre a un salón en Les Corts Valencianes y a unos premios de la Real Academia de Cultura Valenciana, una institución muy afín al regionalismo que como movimiento político encarnado en Unión Valenciana, decidió en 1993 erigir la estatua del polémico personaje.

En el haber del histórico personaje se halla el haber impedido que el rey Alfonso II el Benigno cediera al hijo que aportó su esposa, Leonor de Castilla, al matrimonio, las tierras de Alicante, Elda, Novelda, Orihuela, Guardamar, Morella, Xàtiva, Borriana, Alzira i Castelló. Esta cesión, que hubiera empequeñecido el Reino de Valencia de una forma más que notable, fue impedida por Vinatea quien reconvino al monarca, no sin antes haber alzado en armas a las poblaciones citadas contra el intento separatista.

De este modo, la polémica Vinatea sí, Vinatea, no; está servida.