Opinión

Alicante, mercados y tapeo

En Alicante, triunfa la forma tradicional de hacer la compra; y la de encontrar compañía en los bares

Las galerías de alimentación de la calle Churruca en su aspecto actual, como espacio de bares y restaurantes
Las galerías de alimentación de la calle Churruca en su aspecto actual, como espacio de bares y restaurantesLa Razón

Reiventarse o morir e incluso renacer de la propia tumba. Los mercados de abastos de Alicante se han reconvertido en espacios de gastronomía, combinando su razón de ser, la venta minorista de alimentos, con una actividad de ocio. En su origen, transformar puestos de venta carne, pescado o embutidos, en bares y restaurantes para comer y tapear fue la fórmula para relanzar los mercados, y que no sucumbieran ante el tirón de supermercados y grandes superficies. Una forma de ofrecer a la clientela fiel bares para hacer una parada entre la compra de tomates y la de jamón de york. Con el tiempo, esos establecimientos, que tienen el encanto de estar en espacios «per se» especiales y de gran tránsito de personas, son un reclamo para acudir a los mercados de abastos y, de paso, hacer la compra.

En tiempos en que las pantallas -en todas sus versiones, léase ordenadores, móviles, tablets o consolas- absorben nuestras vidas y que apenas conectamos con los demás en el mundo real, puesto que el mundo virtual nos da la falsa sensación de estar acompañados estando solos, triunfa la forma tradicional de hacer la compra; y la de encontrar compañía en los bares. Y a mí me encanta que no perdamos al cien por cien el norte ni las referencias.

Y que, en medio del caos de tráfico y de personas que van y vienen en un mundo de franquicias de moda y restauración, exista un nuevo espacio gastronómico en Alicante, las galerías de la calle Churruca, me gusta más todavía. Era un lugar que estaba cerrado a cal y canto; y ha vuelto a nacer.

Pues eso, que la tribu es la tribu, la compañía del otro, la compañía del otro y el calor de una conversación con el charcutero o carnicero de confianza, un lujo que aún nos da la vida. Con hiperconexión al mundo virtual, y sin ella.