Gastronomía

La mayoría absoluta del tardeo en Valencia

Aunque algunos prefieran ignorarlo el tardeo como concepto se consolida en el mundo de la restauración con plural militancia

Si ocultan de manera harto transparente su afiliación al tardeo corren el riesgo de incurrir en un descuido
Si ocultan de manera harto transparente su afiliación al tardeo corren el riesgo de incurrir en un descuidoLa Razón

La actualidad más cercana nos lleva a reflexionar sobre el tardeo. Este fin de semana escuchamos los ecos de su presencia que confirman lo que ya pensábamos. Nos encontramos en un momento de agitación como consecuencia de las ofertas que trenzan los establecimientos que funcionan como incubadoras de disfrute amparadas por la jerarquía del tapeo no convencional que nos dibuja una realidad paralela al conjugar descubrimiento y divertimento.

El tardeo ha ido socavando la inicial resistencia de ciertos potenciales clientes al planificar su influencia original con mayor detalle. Hay plena sintonía y queda clara la determinación aunque también hay abstenciones y votos en blanco hacia algunos establecimientos.

La diversidad notoria es la característica esencial de esta restauración donde su capacidad de influencia es inmediata. Concepto transversal y rompeolas. El apostolado de esta cíclica costumbre que camufla la prolongación de sobremesas se fusiona, sin solución de continuidad, con los actos previos a la cena.

Todo empieza cuando los trotadores del callejero barista, con la sabiduría sosegada, encuentran la conciliación durante la prolongación de la mañana a la tarde, sin cuentas pendientes, ventilado el largo almuerzode rigor dominical patrullan la ciudad con la más prosaica de las normalidades mientras se dirigen en busca del inaplazable tardeo a las terrazas favoritas para arropar la escapada donde se exprimen los tiempos en busca de tapas singulares y cócteles distintivos que desemboca en hábitos reconocidos. Más que sensaciones hay evidencias. Su presencia cada vez está más extendida en la hostelería de la Comunitat Valenciana.

Algunos restauradores que veían el tardeo con mansa resignación y sordo enfado en tiempos primigenios ahora se benefician del espíritu de esta moda ya consolidada. Sobre el tardeo llueve un derrame de especulaciones. Es muy posible que llegados a esta tribulación los más osados pongan por delante su coartada como una declaración de intenciones para enlazar la sobremesa con la noche. ¿Cómo se armoniza semejante escenario? Tiempo y voluntad no deben faltar. Si les gusta practicarlo tienen realmente donde elegir.

Aunque aún nos queda mucho pordescubrir, la hostelería está de enhorabuena. Un caudal de clientes apuran ya el tardeo habitual. De la interacción de estos nuevos hábitos surge el bien común hostelero.

No entender que, pase lo que pase, las cosas ya han cambiado es no entender nada, o muy poco. El tardeo ya no es una moda hostelera de interinidad, tiene capacidad propia de atracción.

Un fin de semana cualquiera, como el pasado, encontramos el enorme significado del tardeo. Más allá de forzados paralelismos, se impone, entre los consumidores y en sus múltiples versiones. Aunque el big bang hostelero es intermitente, a medida que el universo de esta moda se expande surgen mentideros de la coctelería universal, donde la sobremesa del gin tonic también se vuelve infinita.

Nos hemos convertido en «apropiacionistas» del tardeo y devotos de esta costumbre. La fórmula que parece sencilla polariza el gusto y magnífica la jornada, donde todo se mueve, por una cuestión de principios de satisfacción. Un enfoque acertado de restauración entretenida y epidérmica donde la calidad no vagabundea y la mayoría de los clientes son dilatadamente disfrutones.

Lo que parecía una aventura o una apuesta de corto recorrido, se ha revelado como una tendencia singular, creciente de éxito inmediato y se convierte en marca registrada con derechos de autor y títulos de crédito.

El tardeo comenzó, en paralelo en Murcia y Albacete a finales de la década pasada. De allí pasó a Alicante y a continuación alcanzó Baleares, Valencia y, después, Zaragoza. Y en esa animada transformación del universo de la restauración emerge como un símbolo.

Quienes aún esperan que este artículo contenga una metáfora para merecer su consideración, no tienen más que pensar en la situación actual que vivimos. De costumbre inédita a hábito de plural militancia en continuo crecimiento. Se sabe cómo se empieza pero no como termina. La mayoría absoluta del tardeo.