El cerebro con forma de joya y 2.000 años de antigüedad que cristalizó el Vesubio
El cráneo explotó ante la altísima temperatura de la lava del Vesubio y se ha conservado así hasta su hallazgo por parte de los antropólogos
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Los turistas que pasean por Pompeya suelen preguntar dónde se encuentran esos cadáveres momificados que han visto por internet antes de llegar allí. La mayoría de ellos piensan que se conservan así, tal cual. No saben que se trata de un proyecto del arqueólogo italiano Giuseppe Fiorelli, que excavó las ruinas en el siglo XIX. Los restos humanos se esparcían por el suelo, por lo que Fiorelli decidió crear una especie de moldes, que después rellenaría con yeso, para obtener una copia exacta del modo en que las víctimas se vieron sorprendidas por la erupción del Vesubio del año 79 d.C.
Los llamados calcos de Fiorelli son una de las atracciones turísticas de Pompeya, pero no son reales. Sí lo es un trozo de cerebro cristalizado que acaban de encontrar en la vecina Herculano. Han leído bien: cerebro. Es eso que se ve en la foto, aunque tenga pinta de joya o de un amuleto. Lo que ocurrió, según los investigadores, es que ante la altísima temperatura de la lava, el cráneo explotó. Entonces, sometidas a un calor que oscila de los 370 a los 520 grados, la mayoría de partes del cuerpo quedan carbonizadas y después desaparecen. Sin embargo, desde ahora también se ha podido comprobar que algunos fragmentos pueden cristalizar y perdurar así casi 2.000 años.
Resulta una novedad, porque es la primera vez que se encuentra algo de estas características. Y, como ocurre todas las primeras veces, su descubrimiento tuvo que ser algo emocionante. «Me di cuenta de que había algo que brillaba entre las cenizas, entre los restos del cráneo. Eran fragmentos vidriosos, de un color negro, como obsidiana, pero muy frágiles. Extrajimos una muestra y los análisis han evidenciado que contenían ácidos grasos, triglicéridos y cabello humano, por lo que no podía ser otra cosa que cerebro», ha manifestado Pier Paolo Petrone, el antropólogo de la Universidad de Nápoles que tuvo el honor de observarlo por primera vez.
La obsidiana es una roca volcánica que se forma por el enfriamiento de la lava. Cada vez que la vean ahora como objeto de decoración, piensen en los pobres habitantes de Herculano. Este, en concreto, era probablemente un guardián del Colegio consagrado al culto de Augusto. Un hombre que, como tantos, murió sin esperarlo. Estaba solo, tumbado en una cama, por lo que se presupone que dormía. Al menos no se enteró de mucho. Según los estudiosos, al contacto con la lava, la muerte es inmediata. Los resultados de estos primeros estudios están ya publicados en la prestigiosa revista médica «New England Journal of Medicine», aunque el hallazgo servirá para arrojar más luz sobre la erupción que arrasó Pompeya y Herculano. Sería mucho pedir que los restos de cerebro nos permitieran también conocer en qué estarían pensando sus habitantes.