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Cultura

El agente inmobiliario que vende parcelas en la Luna por 25 dólares

Cuando la Guerra Fría hacía creer que la carrera espacial era cosa de Estados Unidos y la URSS, apareció Dennis Hope para asegurar que cualquier asunto relacionado con el satélite y con el resto de la superficie extraterrestre debía pasar por sus manos. Así se lo hizo saber a la ONU, que nunca contestó

Imagen de la Luna obtenida a partir de la superposición de 18 fotografías tomadas por la sonda Galileo durante su camino hacia Júpiter
Imagen de la Luna obtenida a partir de la superposición de 18 fotografías tomadas por la sonda Galileo durante su camino hacia JúpiterNASA/JPL/USGS

El señor Dennis Hope no escatima en piropos. “Brillante, joven y guapo”. Así define la Embajada Lunar al hombre que en 1980 decidió hacer lo que nadie había hecho hasta entonces: conseguir los derechos de la Luna y, por tanto, apropiarse de ella. En plena Guerra Fría, con EE UU y la URSS a la gresca por tomar la cabecera de la carrera espacial, de repente, apareció un tipo recién divorciado asegurando que aquello que tanto ansiaban las naciones de medio mundo, pasearse por los confines del espacio, se iba a tener que hacer con su permiso.

En un paseo a la biblioteca, Hope descubrió el "Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes” (Tratado del Espacio para los mortales), un documento de la Asamblea General de las Naciones Unidas firmado el 27 de enero de 1967. Sin un duro en el bolsillo, pensó que esa era su oportunidad. En el artículo II del texto le dejaba clara una cosa, que la Tierra no era de nadie: “Ninguna nación por apropiación tendrá soberanía o control sobre cualquiera de los organismos descentralizados (...) El espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera”. Y, como a buen entendedor, pocas palabras bastan, Hope consideró que si se esforzaba un mínimo la Luna terminaría siendo suya, pues él no era ninguna nación, sino un individuo.

Así que rellenó un formulario en el que reclamaba toda la superficie lunar, además de los otros ocho planetas del Sistema Solar y sus respectivas lunas. Solo la Tierra y el Sol quedaban fuera de sus dominios. En el registro no le tomaron demasiado en serio, pero tras cinco horas de estudio, el supervisor dio el “ok”, aceptó la petición. Eso sí, Hope permitiría a "todas las naciones de este planeta el derecho de explorar.” Otra cosa ya sería construir “porque no son de su propiedad”.

Bandera del Gobierno Galáctico fundado por Dennis Hope
Bandera del Gobierno Galáctico fundado por Dennis HopeLa RazónLa Razón

Era importante que la ONU y el Gobierno de soviético estuviera al tanto de semejante apropiación, así que Hope no dudó en escribirles para desarrollar sus intenciones: subdividir y vender las propiedades a todo aquel que las quisiera. Consideró que el organismo que tuviera algún problema, ya se pondría en contacto con él. Sin embargo, “nunca contestaron”. “¡Debería darles vergüenza!”.

Por su parte, el gobierno norteamericano tampoco reclamó, con lo que el nuevo propietario protegió su “obra” en la oficina de registro de derechos de autor de EE UU. Desde entonces, la Embajada Lunar no ha parado de facturar. Dice Hope que no ha trabajado de otra cosa desde 1995 y que ya ha vendido 611 millones de acres en la Luna, 325 millones en Marte, y entre Venus, Ío (satélite de Júpiter) y Mercurio, otros 125 millones. Si tenemos en cuenta que un acre (también existe el “tamaño continente”, de unos 5.332.740 acres) es la porción mínima a comprar al módico precio de 25 dólares (2,5 más si se le quiere poner nombre a la parcela), pueden hacer las cuentas...

Los propietarios son de todo tipo, desde recién nacidos hasta rostros conocidos (siempre según la teoría del señor Hope y su Embajada). Incluso cadenas hoteleras como Hilton y Marriot, y ex presidentes estadounidenses de la talla de Jimmy Carter, Ronald Reagan y George W. Bush, aunque, aseguran en la Embajada Lunar, que en estos casos la adquisición fue a través de intermediarios.

En 2004, Hope formó el Gobierno Galáctico, “una república democrática que representa a los terratenientes extraterrestres con una constitución ratificada, un congreso, una unidad monetaria e incluso su propia oficina de patentes”, explican en la Embajada Lunar, desde la que aportan “los documentos ratificados y aceptados por los Estados Unidos y firmados por la Secretaria de Estado Hillary Clinton”.