30 años de “perreo”: así nació el reguetón
Tildado de machista, denostado por muchos y venerado por otros tantos, el reguetón cumple tres décadas convertido en un género más que consolidado que mueve millones de euros en el mundo. Comenzó como un estilo marginal y ahora los artistas «matan» por incluir sus ritmos en las canciones. El "perreo" ya forma parte indiscutible de nuestra historia
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Aquello parecía otra moda más. El enésimo movimiento musical prefabricado y efímero con la única idea de lograr un impacto rápido y exprimirlo hasta morir pronto. Pero hoy, 30 años después, el reguetón es un género no solo consolidado, sino la referencia musical contemporánea. Lo que casi todos escuchan (y deben escuchar) si quieren ser parte del presente. Y su evolución es profundamente llamativa: lo que nació en un principio como un movimiento claramente machista y hasta denigrante para la mujer es ahora un vehículo vital para reivindicar el empoderamiento femenino.
No hace mucho tiempo, el reguetón era una especie de placer culpable del que muchos renegaban a pesar de bailarlo en secreto en la esquina de una pista peligrosamente oscura. Pero algo ocurrió en el camino: el género no solo abandonaría su declarado perfil bajo, sino que encumbraría a grandes estrellas mientras otras ya instauradas se entregaban a sus encantos comerciales, ya fuera seducidas de verdad o por obligación para no quedarse atrás.
Inmigrantes pioneros
Es un profundo vuelco en la industria musical. Ahora son los latinos los que marcan la nueva tendencia, y no al contrario. Un cambio cultural sin precedentes. Si cualquiera visita internet en busca de referencias sobre «world music», lo que se encontrará no será música étnica más o menos marginal, sino reguetón a mansalva, canciones que proponen una mezcla atractiva, divertida e inclusiva de idiomas y culturas. Pero, ¿cómo llegó el reguetón a gobernar YouTube y todos los canales de difusión contemporáneos? ¿Cómo pasó de las pistas de baile latinas a los móviles de todo el mundo? Aunque siempre suele haber confusión y discusión sobre el nacimiento de cualquier género, y más si éste es masivo, hay un amplio consenso en datar el inicio del reguetón a comienzos de la década de los 90 en el siglo pasado después de vivir una curiosa trayectoria. El género no existiría sin los inmigrantes de las Indias Occidentales que llegaron a Panamá para ayudar a construir el famoso canal y que desarrollaron un canto particular aunando el reggae y el dancehall. Artistas panameños como Nando Boom y El General tomaron «prestadas» canciones de reggae jamaicano y cantaron sobre ellas en español. De hecho, aquello sería conocido durante largo tiempo como «spanish reggae». Nando Boom sería considerado como uno de los padrinos del movimiento con su canción «Ellos Benia (Dem Bow)», una versión del «Dem Bow» de Shabba Ranks. Ese sonido adictivo («boom-ch-boom-ch») que caracteriza al reguetón se le suele llamar de hecho «ritmo dembow». El sonido pronto volaría a Puerto Rico, donde se ampliarían las influencias con el explosivo hip-hop para ser rebautizado con el nombre de reguetón o reggae de Puerto Rico, con el fin de diferenciarlo del sonido de Panamá.
Un rapero entonces desconocido y bajo el alias de Daddy Yankee emergería de la escena underground mientras el movimiento recibía la repulsa de políticos y guardianes de la moral al criticar un contenido claramente sexualizado y violento. En Puerto Rico se emprenderían redadas en los barrios del centro de la ciudad y en las tiendas de discos para incautarse de CDs e intentar alejar el «perreo» de las pistas. Un error clásico. Si en los años 20 la instauración de la Ley Seca en Estados Unidos no hizo otra cosa que disparar los índices de consumo de alcohol, aquí no se logró otra cosa que aumentar exponencialmente el gusto por «perrear».
El reguetón traspasaría fronteras y aterrizaría en Estados Unidos en 2004, cuando el «Oye mi canto» del rapero N.O.R.E. incendió las listas y el veterano Daddy Yankee lanzó su éxito internacional «Gasolina». Anuncios, tonos de llamada y mensajes compartiendo la canción dispararon el éxito. Aquello fue el caldo de cultivo definitivo para un estilo que se consolidaría con pequeños pasos hasta que llegó el salto de gigante. Fue en 2017 con «Despacito», una canción interpretada por el veterano Luis Fonsi que llenó de interés y lascivia a mucho más que medio mundo. Sería la tercera canción en español en toda la historia de Billboard’s Top 100 Chart en alcanzar la posición más alta después de «La Bamba», de Los Lobos en 1987, y de «La Macarena», el exitazo de Los del Río en 1996. La colaboración de Fonsi y Daddy Yankee permaneció en el Billboard Hot Latin Songs Chart durante más de 100 semanas y acumuló más de 6.000 millones de visitas en YouTube, impulsando el reconocimiento del género y el atractivo mundial en el proceso. El «efecto Despacito» fue inmenso y recibiría un empujón más, si es que lo necesitaba, cuando Justin Bieber olió dinero y realizó su particular remix. El reguetón era todavía tan mal visto durante años por su innegable contenido machista y la transmisión de unos valores de dudoso gusto.
Perpetuación de la mujer objeto
No se trataba de ser retrógrado, sino de ser modestamente objetivo. La mujer del reguetón solo servía para arrollarla, preparar el cóctel del macho y traerle el móvil cuando éste sonaba. Pero como todo avanza a una velocidad de vértigo, la escena que se nos plantea en el momento actual es profundamente diferente. El género ya tiene grandes nombres femeninos como los de Natti Nat, Becky G, Lali, Karol G o Anitta. Y a la cabeza de todas ellas se sitúa la española Rosalía, quien con tremenda habilidad y visión comercial propuso una nueva redefinición del género. Nadie podría asegurar que lo que hace sea reguetón, pero a los amantes del género les chifla. Todas estas mujeres representan un elenco llegado para «refrescar» un género que comenzaba a «apestar» demasiado, a sonar ya demasiado rancio y repetitivo. De paso, ilustra una nueva era, en la que las mujeres tienen una mayor visibilidad, junto con un atractivo poder de reivindicación. En marzo sorprendió la aparición de Bad Bunny con la presentación del videpclip «Yo perreo sola», en el que aparecía vestido de drag queen para defender la libertad de la mujer sin ambages de ningún tipo ni frases confusas de doble sentido.
«Ni una menos» o «las mujeres mandan» eran mensajes que se podían leer durante el visionado del videpclip. No es que los tiempos estén cambiando, sino que ya han cambiado. Al mismo tiempo, aparece un añadido realmente curioso y definitivo: en lugar de artistas latinos que cantan en inglés, ahora se escuchan cada vez más voces inglesas que cantan en español. Por ejemplo, Rita Ora, Little Mix, David Guetta, Flo Rida, Liam Payne, Jason Derulo, Burns, DJ Snake, Katy Perry o Madonna ya se han subido al «tren latino» en marcha. Y si Madonna «bendice» un género, es que éste es el que manda. Por descontado, los artistas con mayores visitas en YouTube hacen reguetón. Lejos de apagarse, el reguetón se consolida y avanza, reflejo de una sociedad viva que, sin ir más lejos, pretende incorporar a la mujer a los podios del poder. Del «perreo» al empoderamiento, quién lo iba a decir.
Máquina de hacer dinero
Quizá sea demasiado extravagante afirmar que el reguetón salvó la industria musical, pues ésta continúa en la UVI. Pero sí es cierto que su inyección de dinero no estuvo nada mal y permitió seguir con vida.
Tan sólo en 2019, y según datos de Forbes, las ventas de música por streaming representaron 8.9 mil millones de dólares a nivel mundial y el 34 por ciento pertenecieron al reguetón y ritmos latinos. Es decir, que el reguetón movió cerca de 3.000 millones de dólares. En una industria claramente dominada de siempre por el acento anglosajón, los ritmos latinos de pop y reguetón registraron un crecimiento exponencial de 40 por ciento de popularidad en streaming por cuarto año consecutivo.
Por su parte, Spotify apunta que desde 2014, los artistas latinos que interpretan reguetón han registrado un espectacular aumento de 250 por ciento de popularidad dentro de la lista Global Top 100.