Galdós. Los versos perdidos de un gran novelista
Un libro recopila la desconocida obra poética del gran escritor coincidiendo con la conmemoración del centenario de su nacimiento. Yolanda Arencibia y Rafael Inglada son los encargados de rescatar del olvido una faceta oculta del autor de «Misericordia»
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Es conocido como uno de los mejores prosistas de todos los tiempos en nuestro idioma, pero Benito Pérez Galdós también hizo sus tanteos poéticos, una faceta no tan conocida y que siempre ha acabado siendo una nota a pie de página en el conjunto de su obra. Arroyo de la Manía, una colección que publica de manera exquisita obras poéticas escasamente conocidas y que dirige el poeta Rafael Inglada, ha tenido el acierto de recuperar los versos del autor de «Tristana» o «Fortunata y Jacinta». Bajo el cuidado de Yolanda Arencibia, autora de la galardonada biografía definitiva sobre el escritor que publicó recientemente Tusquets, y del citado Rafael Inglada, «Poesía completa» reúne los versos de un poeta satírico y divertido, un autor que usó la poesía para ser crítico y sátiro en las Canarias antes de dar el salto a Madrid donde aún compondría alguna otra composición poética.
Para Arencibia, en declaraciones a este diario, el Galdós poeta es «el Galdós humano. No es un poeta como Cernuda sino que es íntimo, cercano, simpático y que quiere tener un tic de cercanía y humanidad con los suyos. Nunca escribió pensando que algún día se haría una edición, por supuesto, sino que quedó entre sus papeles y se ha rescatado de esta manera». En este sentido, la especialista matiza que hay que diferenciar estos poemas de los que escribió para su teatro, como es el caso de «Quien mal hace, bien no espere», «El hombre fuerte» y el guion del drama lírico «Zaragoza». «Eso es otra cosa, no es poesía sino obra dramática en verso. Lo que hemos hecho Rafael Inglada y yo es una recopilación de los poemas del Galdós joven de 20 años, en las Palmas. Es una poesía cercana que quiere responder con un tono irónico a las cuestiones de su tiempo», afirma la biógrafa y editora del autor de «Doña Perfecta».
Poemas de actualidad
¿Y de qué se reía este joven llamado Benito Pérez Galdós en estos poemillas? Un buen ejemplo lo tenemos en la extensa poesía con la que se abre esta edición, el poema titulado «El teatro nuevo». Nos tenemos que situar en 1861 o 1862 y en Las Palmas se debe construir un nuevo teatro. La polémica estalla porque no parece existir un acuerdo sobre cuál debería ser su mejor emplazamiento para este coliseo: la plazuela del príncipe Alfonso –situada en el centro de la ciudad–, o, tal vez, frente al mar, junto a la desembocadura del Guiniguada. El debate está abierto y Galdós también participa con una composición que aparecerá en las páginas de «Heraldo de Las Palmas» el 20 de mayo de 1896. El poeta, al contemplar el teatro que se está edificando, no puede evitar preguntarse: ««¿Quién fue el patriota estúpido,/ quién fue el patriota vándalo,/ que imaginó las bóvedas/ de ese teatro acuático?/ ¡Por vida de san Críspulo!/ Que a genio tan lunático/ merece coronársele/ con ruda y con espárragos/ para que el tiempo próximo/ en los anales clásicos/ le aclame por cuadrúpedo/ con eternal escándalo»
En otra poesía, la titulada «El pollo», Pérez Galdós hace mención de un «erguido embeleco,/ ese elegante sin par/ que lleva el dedo pulgar/ en la manga del chaleco». Muy probablemente el escritor quería hacer referencia de esta manera a alguno de sus compañeros del colegio de San Agustín y que era visita como «elegante» por el autor. La divertida caricatura lírica apareció en una publicación de Las Palmas de Gran Canaria llamada «El Ómnibus. Periódico literario, de noticias e intereses materiales», en abril de 1862
«Son poemas ante los que nos sonreímos cuando la leemos. Cuando se tiene esta facilidad para escribir esta poesía se sigue cultivando toda la vida, pero para los íntimos, sin pensar en publicarla. Es una faceta que es un añadido de algo que no le hace falta a Galdós. Es un adorno», según recuerda Yolanda Arencibia.
No deja de ser curioso que hasta ahora tampoco haya sido incorporada esta poesía a las ediciones que se tienen de la obra completa de Benito Pérez Galdós. «No son inéditos. En los años 40 y 50 porque aparecieron en algunas revistas. Lo que hemos hecho es reunirlas en un pequeño tomo. En él está todo lo que se conserva del Galdós satírico, popular y poeta ligero. Son sonrisas que nos reparte don Benito, pero con esto no hubiera pasado a la gloria», comenta la editora.
Quien se acerque a este libro también descubrirá a un Galdós más humano, una imagen diferente de la solemnidad del monumento de granito que decora plazas y parques. En este sentido, Yolanda Arencibia sostiene que «todo esto contribuye a ver al hombre cercano que era Galdós, alguien que ha sido visto en ocasiones como un individuo hierático, misántropo y cerrado en sí mismo. Estamos en el momento del Galdós humano».
¿Y qué pensaba el escritor de la poesía? ¿La dejó de lado cuando pasó a ser un gran prosista? Una explicación la encontramos en las páginas de una de sus novelas, «El doctor Centeno»: «Es que la poesía se mete en todas partes, aun donde parece que no la llaman, y así, cuando se cree encontrarla en los arroyuelos, aparece en las matemáticas. ¡Cuántas veces, en un bosque de versos, no se encuentran ni rastros de ella, y se la ve callada, discreta, vestida con túnica de verdad, en la zarza luminosa de una fórmula, enteramente contraria a las formas del Arte!»
Una colección exquisita para recuperar poesía
Arroyo de la Manía, la colección que dirige Rafael Inglada, se ha dedicado a reunir la voz poética de autores como Erik Satie, Antonio Gala, Vicente Blasco Ibáñez o Pablo García Baena. «De alguna manera seguimos la línea de lo que se hacía en la imprenta Sur de Málaga en los años 20, con Manuel Altolaguirre y Emilio Prados. Nuestra filosofía es esa misma tradición que ellos tomaron de Juan Ramón Jiménez», explica Inglada a este diario. Son ediciones de medio centenar de ejemplares que se mueven entre los autores actuales con los nombres clásicos. De esta manera se ha rescatado la obra poética y desconocida de Blasco Ibáñez o Carlos Arniches, así como una prosa inédita de Antonio Machado, todo ello delicias para el lector más exigente.