El día que murió Pablo Iglesias
El 9 de diciembre se cumplen 95 años de la muerte del fundador del PSOE y la UGT, una figura con claroscuros, como su colaboración con la dictadura de Primo de Rivera.
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Al conocer su muerte, el dictador don Miguel Primo de Rivera, dijo: “El respeto que merece la memoria del más inteligente y patriota de los socialistas españoles, Pablo Iglesias, se funda, en que jamás, mientras dirigió las masas obreras, admitió la actuación por la violencia; ni la producción mermada y deficiente por parte del trabajador, que debe poner su orgullo de serlo tan eficiente como sus camaradas más capaces, sin abandonar por ello lo que de humano y de justo hay en sus aspiraciones”. Joaquín Maurín, líder CNT y luego del partido trotskista POUM, pensaba de Pablo Iglesias algo muy diferente. Afirmaba que era un político provinciano, un pequeño cacique de su feudo, “astuto y poseía el don de la intriga, sabía maniobrar en los pasillos poniendo zancadillas y moviendo a unos contra otros. Su talento estaba a la par con el de los políticos burgueses de su generación: Romanones, Lerroux, Sánchez Guerra”. Iglesias logró apartar del poder del PSOE a lideres obreristas de tanta categoría como Jaime Vera, García Quejido y Perezagua y así convertirse en el dueño del PSOE hasta su muerte.
Sobre Pablo Iglesias opina el exlíder comunista Ramón Tamames: “(...) Fue apartando del poder efectivo dentro del PSOE-UGT (a sus enemigos), no resultó nada extraño que Pablo Iglesias no se rebelara contra el golpe de estado de 1923”. El 1 de octubre de 1923, una semana después de hacerse con el poder, Primo de Rivera entró en contacto con Manuel Llaneza, alcalde de Mieres y líder indiscutible de los belicosos mineros asturianos agrupados bajo la siglas de SOMA-UGT. Primo aseguró a Llanea que el nuevo régimen garantizaría todos los logros sociales conseguidos por la clase obrera, que UGT no sería ilegalizada ni perseguida, y que se proponía mejorar de forma rápida y decidida las condiciones de vida y laborales de los obreros españoles, para lo que pedía el apoyo del PSOE y la UGT. La promesa de Primo de Rivera ganó el apoyo de Pablo Iglesias y de Largo Caballero no así de Fernando de los Ríos y de Indalecio Prieto. La Dictadura reprimió con saña al Partido Comunista de España, escindido del PSOE en 1921, y a los anarquistas de la CNT, quedándose el PSOE como única fuerza obrera libre para actuar en las calles, talleres y campos de España. Primo de Rivera entregó en exclusiva al PSOE el control del movimiento obrero a cambio del apoyo incondicional a la nueva España que quería traer. Iglesias sabia que sus mayores enemigos eran los que más se le parecían.
El PSOE se integró en diversos organismo oficiales: Consejo Interventor de Cuentas del Estado, la Comisión Interina de Corporaciones, Consejo de Trabajo que vino a sustituir al Instituto de Reforma Social, e incluso al Consejo de Estado en el que tomó posesión de unos de sus sillones, el 25 de octubre de 1924, Largo Caballero, que renunció a ir vestido de chaqué asistiendo en traje de tarde. Por este motivo Indalecio Prieto dimitió de la ejecutiva del PSOE. Los socialistas tuvieron su mayor implicación con la Dictadura en su decidida colaboración de forma permanente en los Comités Paritarios nacidos para negociar los salarios entre patronos y obreros bajo la tutela del Dictador, un modelo importando de la Italia fascista por Eduardo Aunós. El panorama de los partidos y de los sindicatos se fue desdibujando a lo largo de la Dictadura. Gracias al sentido común colaboracionista de Pablo Iglesias el PSOE y la UGT se convirtieron en el partido y sindicato obrero más fuertes España pues no vacilaron en apoyar a un gobierno autoritario de militares para ganar poder estrechando lazos sin rubor con la patronal.
Tras cinco años de dictadura, muerto Pablo Iglesias, el PSOE y la dirección de la UGT afirmarían “una lucha contra la Dictadura sería el suicidio; hay que salvar y consolidar la organización a trueque de algunas concesiones; no tenemos que aliarnos con nadie; el papel esencial en este periodo corresponde a la Unión General de Trabajadores”. ¡El fin justifica los medios, justifica todo! A Iglesias lo heredó Besteiro en su colaboracionismo con Primo de Rivera como se puede leer en “El Socialista” de 1 de septiembre de 1929, cuando la dictadura estaba prácticamente liquidada, en el que el político socialistas afirmaba no encontrar ninguna motivo para dejar de colaborar con el dictador.
Pablo Iglesias fallecía el 9 de diciembre de 1925 siendo una de la figuras más destacadas de todos los políticos que colaboraron de forma decidida con Primo de Rivera en defensa de su partido, el PSOE y la UGT, y de la clase trabajadora. Hoy Iglesias y Besteiro son, seguramente por pragmatismo, iconos vacíos de contenido entre los jóvenes y ambiciosos socialistas del siglo XXI, al igual que lemas como “cien años de honradez y firmeza”. Forman parte de una galería de fantasmas desdibujados del pasado a los que ya nadie recuerda ni quiere recordar y a la que pronto se unirán nombre como Felipe González, Alfonso Guerra...