Buscar Iniciar sesión

El arte que censuran las redes sociales

Para señalar el veto, la campaña «Don’t delete art» recoge las obras de arte que eliminan de Facebook o Instagram, denunciando el consecuente «efecto nefasto para los artistas emergentes»
DON'T DELETE ART

Creada:

Última actualización:

Imagínese que dedica horas, días o, no importa, minutos, a producir una obra artística. Una pieza que ha sido fruto de su trabajo y que transmite una idea, sea cual sea, pues ese es el «late motiv» del arte: expresar, denunciar, impresionar, comunicar, evitando dañar. Luego, imagínese que quiere difundir su creación, porque quizá su intención es vivir de ello, y, para su sorpresa, no puede, porque ciertos algoritmos deciden censurarla en las redes sociales. Esta eliminación del arte es la que se produce, a diario, en Instagram, Facebook o Tik Tok. Unas advertencias que, desde la red social, informan al usuario de que su obra no se puede ver, por motivos que nada tienen que ver con el significado original de la pieza. Las redes sociales censuran el arte y, para evitarlo, ha nacido una iniciativa tan interesante como necesaria. Se trata de una página web que funciona como antídoto a este veto, y cuyo lema es que, en el arte, todo cabe: «Don’t delete art» («No elimines el arte»).
El objetivo de esta campaña es recoger todas aquellas pinturas, fotografías o esculturas que, aunque puedan exhibirse en un museo o galería, son eliminadas por las redes sociales. «Los guardianes digitales que controlan las plataformas más grandes del mundo tienen un enorme poder para determinar qué contenido puede circular libremente y qué debería prohibirse», explican sus creadores. Por ello, denuncian que ese poder se ejerce «de una manera, a menudo, caótica y demasiado amplia», pues el contenido no solo se suele eliminar bajo «pautas comunitarias demasiado restrictivas y, a veces, poco claras», sino que también «desaparece» de las búsquedas. Es como si, en lugar de admirar la pincelada suave y la vitalidad de los detalles de «Las tres gracias» de Rubens, nos centráramos en que se muestran desnudos.
O que el espectador, en vez de perderse en la iconografía que contiene «El jardín de las delicias», de El Bosco, se espantara por contener escenas lujuriosas y lascivas. Y, como consecuencia de esas reacciones carentes de sentido, el Museo del Prado decidiera descolgar estas obras de arte de su colección. Es una situación tan impensable como ilógica. Por ello, sorprende que esto se produzca en pleno siglo XXI y, precisamente, desde aquel espacio que más presume de independencia y que, por tanto, menos esperaríamos: el de las redes sociales.

«Demasiada piel»

Esto, de forma inevitable, tiene «un efecto nefasto» en la carrera, sobre todo, «de los artistas emergentes», lamentan desde «Don’t delete art» (dontdelete.art). Y esa consecuencia también la visibilizan en la página web: cada pieza que suben aparece acompañada de una descripción que incluye el nombre del autor, la red social donde se ha eliminado, si hubo notificación y oportunidad de apelar, así como cuáles fueron las consecuencias para los mismos artistas. Por ejemplo, es el caso de «Nymphs and Satyr», una pintura al óleo que Gerardo Monroy (@germonroy_art en Instagram) realizó imitando la obra original del francés William-Adolphe Bouguereau, fechada en 1873. La eliminó Facebook por «contenido sexual» de manera que, «si vuelvo a publicar la foto, la próxima vez tendré mi cuenta bloqueada durante 7 días», lamenta Monroy. Lo mismo le ocurrió a la Galería Nacional Jeu de Paume de París, que subió una fotografía de la artista gala Laure Albin Guillot donde aparece una mujer desnuda, recostada en una cama y rodeada de mantas blancas. «El trabajo violó las pautas por desnudez fotográfica» y rechazaron la apelación «porque se mostraba demasiada piel», explican desde la página web.
¿Debería existir un filtro que distinga entre estas fotografías o pinturas y otros desnudos con un carácter verdaderamente dañino y pornográfico? «Las plataformas no deben censurar por el único motivo de que contenga desnudez», reclaman. «El desnudo humano siempre ha sido uno de los temas centrales del arte. Deben asegurarse de que las imágenes que se ven en los museos también se puedan ver y compartir en las redes sociales». «Con esta galería, hacemos un llamamiento a las empresas de las redes sociales para que adopten un conjunto de principios que guíen la regulación del arte en línea y permitan que el arte circule libremente», argumentan sus creadores. No obstante, advierten que en dicha página web «solo se pueden exhibir un número limitado de obras», por lo que seleccionan las exhibidas de una manera rotatoria e invitan a compartir más casos en Censorpedia, una base de datos dirigida a quienes investigan la censura y luchan por la libertad de expresión de los artistas.

Una cultura «hipócrita»

De esta manera, siendo el arte la mayor vía para reclamar la normalidad frente a ciertas realidades que, desafortunadamente, siguen siendo tabús en nuestra sociedad, la campaña busca mostrar todos los tipos de obras de arte posibles. Por ejemplo, de Instagram también eliminó una acuarela de Reuben Negron porque «infringía las normas de la comunidad». Se trata de una obra en la que dos hombres aparecen abrazados, desnudos y sentados en un sofá. El artista explica que «originalmente publiqué esta imagen para promocionar la exposición donde se encuentra actualmente». Ante su eliminación, denuncia que «la censura de las obras de arte obstaculiza la voz y la creación del artista para minar su carrera. En un mundo donde se realizan tantos negocios online, el poder de las redes sociales de lo que se ve y lo que no afecta directamente al sustento de todos los artistas del mundo». Por su parte, es curioso otro caso de Instagram, en el que se deshicieron de una composición realizada por un conjunto de pastillas rosadas, dispuestas de tal manera que formaban una cara sonriente. La realizó Loz City, y tampoco fue la primera vez que le desaprobaban una obra. De hecho, el artista reclama cómo le censuraron por la misma idea que denuncia la propia obra: se eliminó por «ventas de bienes ilegales o regulados» una imagen que rechaza «la cultura hipócrita de las drogas y la medicina en la sociedad en la que vivimos».
Ante esta caótica contradicción y, en la mayoría de las veces, fruto de malentendidos, «Don’t delete art» se muestra firme en su cometido y sugiere soluciones: «Las plataformas deben tomar medidas para asegurarse de que no se silencien a los artistas, y una opción es verificar sus cuentas y, luego, someterlas a un nivel diferente de escrutinio algorítmico». Es decir, un cambio que haga que las redes sociales sean, en lugar de un saco repleto de «fake news» y otros contenidos inútiles, un nuevo campo donde disfrutar y aprender del infinito y maravilloso mundo del arte.

El algoritmo Trump

Más allá de desnudos, fotografías y drogas, «Don’t delete art» también incluye obras de arte que han sido censuradas por albergar ciertas críticas políticas. Es el caso de Christian Hooker, a quien Instagram le eliminó una pintura realizada con aerosol. En ella, se percibe a un Donald Trump a punto de ser ahorcado. La obra se titula «Molestia» y fue creada «en 2016, justo antes de las elecciones presidenciales». De hecho, explica el artista que «se exhibió en dos exposiciones físicas. Antes de los comicios, Instagram me dejó publicarla, pero, cuando Trump fue elegido presidente, mi trabajo fue eliminado», denuncia. Si bien la publicación se eliminó por «incitación a la violencia», el autor explica que, precisamente, «hice esta obra como reacción frente a la incitación al odio que Trump produce en ciertos grupos extremistas».