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Así es el nuevo museo Pinault: la estrella de la reapertura cultural en Francia

La reconversión de la Bolsa de Comercio llevada a cabo por el magnate francés e inaugurada hoy en París, contribuye al renacimiento de esfera artística gala
La RazónLa Razón

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París aprieta el acelerador para convertirse en la capital europea de la cultura en la era post Brexit y lo hace, a todo bombo y platillo, con una inauguración hoy sábado que concentra todos los atractivos que el arte contemporáneo puede ofrecer al espectador: una colección como pocas en el mundo en el entorno de un edificio patrimonial de excepción remodelado para la ocasión. Todo confluirá en la creación de un espacio que marcará una demostración de potencia con escasos precedentes. El protagonista principal es el multimillonario francés François Pinault, dueño del gran imperio de lujo que contiene marcas como Yves Saint Laurent, Gucci o Balenciaga, uno de los grandes mecenas planetarios del arte que cumple su gran sueño vital de exponer su enorme tesoro: una colección de unas 10.000 obras de 380 artistas de todos los continentes y todas las generaciones.
Y para exponer la colección Pinault, un lugar sublime que enlazará el patrimonio histórico francés con la remodelación de la alta arquitectura contemporánea: la Bolsa de Comercio, en el corazón de la ciudad, un edificio de planta circular y cúpula de hierro con cinco siglos de historia, justo a mitad de camino entre el Louvre y el centro Pompidou. Un espacio de 10.000 metros cuadrados de antigua lonja de grano repensada por las manos del arquitecto japonés Tadao Ando, Premio Pritzker, en quien Pinault ya había confiado para otros de sus museos, el Palazzo Grassi de Venecia. Quizás no exista un mejor golpe de efecto para esta reapertura del mundo de la cultura en Francia que esta incomparable simbiosis de lujo, arte y arquitectura moderna elevada a su máxima potencia, tras más de medio año de cierre por la crisis sanitaria y con tres confinamientos a sus espaldas que han retrasado un año esta inauguración.
Pero ante todo, la Colección Pinault, es la culminación de una ambición largamente acariciada por el magnate que viene de mucho más atrás y que ha sido varias veces frustrada por diversas razones: la de traer sus obras a París. Tras un fracasado intento a comienzos de siglo, cuando pretendió en vano hacerse con la antigua fábrica de Renault en Boulogne-Billancourt, lo que acabó con el traslado de su colección a Venecia, François Pinault logró cerrar en 2017 un acuerdo con la alcaldía de Anne Hidalgo para hacerse con la Bolsa de Comercio. A partir de ahí, una larga remodelación de cuatro años que el diario Le Monde cifra en 150 millones de euros.
“Tengo la misma ansiedad que un adolescente antes de examinarse” decía Pinault a la revista Beaux Arts en los compases previos al estreno de una colección, que no contará con una muestra permanente y que se irá nutriendo esencialmente de las adquisiciones del magnate galo. Las piezas mostradas han sido seleccionadas una a una por Pinault siguiendo una máxima que lo ha acompañado toda su vida: “El ojo se trabaja. Gracias a que he visitado muchas exposiciones y talleres, ahora puedo valorar mejor la potencia de un trabajo artístico”. La muestra inaugural contará con unas 200 obras de 32 artistas, todos en vida excepto dos, lleva por título Ouverture (apertura) y se centra en algunos de los ejes que más obsesionan al magnate, como el cuestionamiento permanente de lo efímero y también, en una defensa a ultranza y sin fisuras del valor de lo contemporáneo. “Todos esos que fustigan la creación contemporánea y se refugian en el pasado creyendo que ya todo se ha descubierto me desesperan” dice Pinault a Beaux Arts.
Y junto a obsesiones metafísicas, otras más mundanas y propias de la sociedad actual. La Colección Pinault pretende estar conectada a “cuestiones políticas a culturales o de identidad de género”, según explica el director general del centro, Martin Bethenod. Y a esto, no sólo ayudará el diálogo con las obras sino también con el espacio. La ambiciosa renovación de la Bolsa de Comercio orquestada por Tadao Ando ha respetado los elementos antiguos de la construcción, permitiendo una contraposición mágica entre las pinturas colonialistas de la cúpula original, con todos sus estereotipos, que provienen de la era en que el comercio de ultramar se gestaba entre estos muros, y las pinturas y fotografías de la Colección Pinault, que cuestionan justamente convenciones sociales, como las obras del estadounidense David Hammons, artista afroamericano intransigente que pone el contrapunto temporal.
La Colección Pinault se integra en un contexto más extenso, el de la concentración de fundaciones privadas en la que ya figuran grupos de lujo como Louis Vuitton, Galerías Lafayette o Cartier, que se dispone a abrir una segunda sede pegada al Louvre en 2024, a tiempo para los Juegos Olímpicos de París. Pinault viene a rivalizar con otro mecenas y magnate del lujo nacional, Bernard Arnault, y su Fundación Louis Vuitton, inaugurada en 2014 en otro espectacular edificio firmado por Frank Ghery, también centrada en el arte contemporáneo. Los puentes existentes entre el sector del lujo y el del arte, un vector fundamental para las industrias culturales ante la liquidez menguante de las instituciones públicas, se multiplican desde hace años en la capital francesa. Según cuenta Le Monde, Pinault y Arnault visitaron recientemente juntos, a solas, el nuevo museo.
Grandes edificios para colecciones como las de Pinault o Arnaud son los grandes exponentes de un fenómeno, pero no los únicos ya que durante los últimos meses, en plena pandemia, múltiples de galerías han ido buscando espacios exclusivos en las arterias más selectivas de París. El Monopoly del arte contemporáneo parisino ha reforzado la cotización de estas ubicaciones tras la ruptura política entre Londres y Bruselas. La Colección Pinault viene a reforzar este posicionamiento de París como epicentro cultural en la Europa de la postpandemia y el post Brexit en la antesala de los juegos olímpicos que la capital francesa acogerá en 2024.