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Libros de la semana: de la nueva novela de Jo Nesbø al drama de la España vaciada

Entre las lecturas destacadas también sobresalen una nueva traducción de la autora de “Mujercitas” o la vuelta de Carlos Clot, el detective creado por Rafael Reig

El escritor noruego Jo Nesbø, que presenta "El reino" - EP/Archivo
El escritor noruego Jo Nesbø, que presenta "El reino" - EP/ArchivoSTIAN BROCH/RESERVOIR BOOKSSTIAN BROCH/RESERVOIR BOOKS

“El reino”: Jo Nesbø, una versión fallida y larguísima de «Al este del Edén»

★★★☆☆
Por Lluís Fernández
En el alma de muchos escritores de novelas policíacas late el deseo de escribir una « literaria», acepción que se da a las que buscan la experiencia estética por encima de la distracción de la de género. Con «El reino», Jo Nesbø ha cumplido su deseo: escribir una larga novela río sobre una saga familiar repleta de clichés típicos del melodrama rural, al estilo de los novelones realistas, repletos de secretos familiares inconfesables, venganzas brutales y un drama familiar tan oscuro y siniestro como «Al este del Edén».
No en balde ambas obras tienen como protagonistas a dos hermanos, Caín y Abel, y no es difícil descubrir en «El reino» una lectura escandinava del drama familiar de John Steinbeck. Son las típicas novelas «midcult», que buscan impresionar al lector de libros de evasión, o «masscult», presentando un fresco entre el costumbrismo y el melodrama con pretensiones culturalistas.
Pese a que las categorías de Dwight Mac Donald han quedado superadas por la nivelación del arte de masas con la cultura universitaria, subsiste en el escritor de éxito el secreto anhelo de saltarse las constricciones de la novela de género, en este caso policíaco, y buscar la excelencia literaria alejándose de sus convenciones, para, sin saberlo, caer de lleno en las de la clase media intelectual.

Todo es excesivo

Todo en «El reino» es excesivo: la historia de los dos hermanos. Los abusos sexuales de padres a hijos y la longitud, que suele ser sinónimo de ambición. Un melodrama exagerado y amoral, ajeno a la narración sofisticada y minimalista que gusta al lector semiculto. Además, seiscientas páginas se antojan excesivas, pero ni siquiera reduciéndolas a la mitad mejoraría. No deja de ser un «best seller» familiar, con pulso literario cuando no cae en excesos ni pretende trufar con citas literarias la novela. Es más interesante si la homologa con el cuento fantástico y logra que avance la narración con sugerentes golpes de efecto, marca de la casa de sus novelas negras. «El reino», en fin, está lleno de asesinatos, misterios y sorpresas que hacen avanzar la narración de forma ingeniosa cuando los utiliza como en la serie negra. Son esos elementos característicos del género policiaco los que mejor sobreviven y agilizan una narración lenta, aburrida y tópica. Sus novelas de Harry Hole son muy superiores literaria y narrativamente hablando, a ésta. Y bastante entretenidas, un valor que suele despreciarse.
▲ Lo mejor
Los aciertos literarios de una novela excesivamente larga y con pretensiones que no se cumplen
▼ Lo peor
Que el autor haya abandonado el género negro, donde ya mostró su talento, no le ha sentado bien

“Cambios de humor”: ¿Cuál fue la primera de aquellas mujercitas?

★★★★☆
Por Toni Montesinos
Esta es una gran novedad que no debiera pasar inadvertida, pues, para empezar, pertenece a una de las autoras con mayor encanto que puedan encontrarse, la que concibió la inmortal novela «Mujercitas», Louisa May Alcott (Germantown, Filadelfia, 1832-Boston, 1888). Una escritora de permanente y hasta ascendente actualidad gracias a las reediciones de sus obras de toda clase y, también, a la preciosa película que Greta Gerwig estrenó en 2019 y que adaptaba estas «Little Women», aunque, esta vez, tenía una orientación más feminista que otros filmes anteriores.
«Cambios de humor» fue la primera novela publicada de la narradora en 1864, cuatro años antes de su gran éxito, y sería reescrita veinte después (la versión que ahora ha traducido Micaela Vázquez Lachaga). Tiene mucho de lo que sería su obra posterior, al retratar a una «mujercita» de diecisiete años, Sylvia, que queda deslumbrada por la personalidad de dos hombres ejemplares, lo cual constituye un gran aliciente, ya que se inspiran en los pensadores H. D. Thoreau y R. W. Emerson. Estos, cada uno a su manera –uno tiene un carácter rotundo, el otro más tierno–, se enamoran de ella a partir de compartir un trayecto en barca por un río. Sylvia les corresponde, y sus decisiones apasionadas –de ahí el título, «Moods» en el original– centran una trama de la que Alcott se sintió particularmente orgullosa, que afirmó haber invertido en ella más cariño, esfuerzo y entusiasmo que en ningún otro de sus libros.
▲ Lo mejor
El hecho de que el texto presenta muchos elementos de reflexión en torno a la familia, el amor, la amistad
▼ Lo peor
Algún diálogo tiene un punto retórico tal vez demasiado enfatizado que le resta naturalidad

“Contra la España vaciada”: la España rural se llena de “pijoprogres”

★★★★☆
Por Jesús Ferrer
En 2016, Sergio del Molino publicaba «La España vacía», un celebrado libro que, con un registro híbrido de ensayo y narrativa, radiografiaba el éxodo del campo a la ciudad que se produjo entre las décadas de 1950 y 1970. Sin la intensidad de esos años, este fenómeno demográfico no ha cesado, y el cine, la literatura o la sociología lo han recogido con fidelidad. Es lo que se reflejó en esa obra de sobrecogedor subtítulo: «Viaje por un país que nunca fue».
En el reciente volumen «Contra la España vacía», el autor regresa a ese itinerario, revisando el impacto sociocultural que supuso en su día la exposición de tan inquietante realidad. En un acertado tono de crónica periodística, relato autorreferencial y rigurosa documentación se asedia de nuevo, actualizando datos e ideas, el efecto de esa emigración interior, acaso ahora de renovados perfiles y singulares efectos. Entre ellos, el desplazamiento inverso de huida de la ciudad al campo, con un perspicaz retrato incluido del «pijoprogre» fascinado por un medio rural arcádico que quizá no lo sea tanto.

Entre la urbe y la aldea

Destaca la construcción literaria de una rústica mitografía, como el Ampurdán de Josep Pla o la Ribera Baja valenciana de Joan Fuster, en la medida en que esa idealización refuerza un imaginario de idílica naturaleza. Sin olvidar el ocaso de la «ciudad de provincias», levítica y endogámica. Se analiza el creciente proceso, paulatino, pero imparable, del radical desequilibrio demográfico: o decrépitas aldeas despobladas o grandes urbes de empresarial iniciativa. Buena parte de esta deriva migratoria tiene sus orígenes en las durísimas condiciones de vida del ancestral campesinado, sobre el que recae, en todo país y sociedad, los efectos de la crisis económica de turno; lo que muy apropiadamente se ilustra con la novela de Steinbeck «Las uvas de la ira». En otras circunstancias, esto se ve agravado por convulsos hechos históricos en inmejorable referencia a la obra «Requiem por un campesino español», de Ramon J. Sender.
Estos y otros muchos aspectos se resuelven en una emotiva conclusión: «La comunidad llamada España sigue siendo posible, tiene mitos, ciudades y gente cómoda en sus zapatos que acepta el país legado y puede narrarlo, criticarlo y mejorarlo sin corregir su historia ni diseñar utopías de terror». Ensayo este que regresa, con renovada mirada teórica y ameno tono argumentativo, a un persistente problema contemporáneo, centrándolo en sus justas proporciones.
▲ Lo mejor
La recurrente referencia a registros culturales y literarios en apoyo de las ideas expuestas
▼ Lo peor
No existe nada especialmente destacable en un volumen que es elaborado y coherente

“Sangre a borbotones”: un Marlowe nacido en Madrid y surrealista

★★★★☆
Por Ángeles López
Igual que Cervantes escribió «El Quijote» como parodia de las novelas de caballerías, Reig –salvando distancias– decidió escribir, a la chandleriana manera, las aventuras distópicas de un Marlowe patrio. Así nació Carlos Clot en «Todo está perdonado» y con quien volvemos a encontrarnos ahora en «Sangre a borbotones». Decir que esta novela es un cruce de caminos entre «Blade Runner» y «Westworld» es algo que puede comprobar cualquiera, pero tiene un plus: Reig va por su camino (tanto el ético como el estético) decidido a desmitificar la novela, escorándose hacia el surrealismo y retorciendo el género hacia ese estilo surreal.
Así, nos plantea un cluedo literario en el que juega con los personajes, con el lector y, me temo, con él mismo. La presente historia es la obra que un autor «pulp» está escribiendo cuando su chica despampanante adquiere vida propia y se escapa a la realidad. Un empleado municipal sospecha que su mujer le engaña y un padre busca a su hija drogadicta fugada. Estos son los cabos con que trenzará su novela que, sin previo aviso, nos sitúa en una realidad alternativa: España ha sido conquistada, Madrid es navegable y el idioma oficial es el inglés... En ese mundo, Clot debe resolver las tres desapariciones. Reig es un genio. Sabe hibridar géneros, interpelar a la ficción y confrontar la literatura «mainstream» con la de élites intelectuales.
▲ Lo mejor
Gracias a una prosa elástica y los briosos diálogos ha encontrado su propia vía dentro de este género
▼ Lo peor
Pertenece a esa clase de novelas que un lector realmente lamenta que se termine