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Política cultural

Marilyn Monroe, de actriz sexy a icono sexista

Varias plataformas y organizaciones convocan protestas para que retiren una estatua de ella en Palm Springs porque no consideran que sea el lugar adecuado y porque la consideran “sexista”

Manifestantes reunidos alrededor de la escultura "Forever Marilyn" en Palm Springs, California
Manifestantes reunidos alrededor de la escultura "Forever Marilyn" en Palm Springs, CaliforniaFREDERIC J. BROWNAFP via Getty Images

Lo que ayer despertaba sonrisas hoy provoca manifestaciones, protestas y rechazo. En 1955, Billy Wilder, uno de esos cineastas que convirtió el humor en una diestra maniobra para sacar a relucir las hipocresías que tapizaban la sociedad norteamericana, estrenó un filme de mucho calibre cómico y delicada ironía: «La tentación vive arriba». La película, como casi todas sus cintas, tenía una sutil carga de profundidad, pero también contaba con una actriz que convirtió aquella película en todo un clásico desde su estreno: Marilyn Monroe. En una de esas escenas calculadas para entrar en la posteridad, ella permite que el paso veloz del metro levante su vestido. El vuelo de esa falda empujado por la corriente de aire hasta más allá de la cintura es pura historia del cine, como la despedida de Ingmar Bergman y Bogart en el aeropuerto de «Casablanca», el juramento de Vivien Leigh en «Lo que el viento se llevó» o aquel Charles Chaplin perdido entre los engranajes mecánicos de una fábrica en «Tiempos modernos». Pero aquella secuencia de una Marilyn Monroe con traje blanco y entallado, diseñado por William Travilla, por cierto, hoy ya no está bien vista y provoca casi desconcierto si no es indignación. El ayuntamiento de Palm Springs ha querido homenajear a la intérprete norteamericana erigiendo junto a su Museo de Arte una estatua de ella que reproduce justamente ese momento, uno de los más célebres de su filmografía y, posiblemente, el más reconocible junto a aquel ajustado caminar por los andenes del tren en «Con faldas y a lo loco». Pero en lugar de suscitar el beneplácito de los vecinos por honrar a una actriz de vida agridulce, hecha de fama y drama, como corresponde a toda gran estrella de Hollywood, la reacción que ha provocado es de indignación. La pieza, de gran tamaño, titulada «Forever Marilyn» y realizada por el artista John Seward Johnson II, ha sido tildada de sexista y ofensiva y ha empujado a que se convoquen manifestaciones y sentadas de toda clase y gusto, y hasta un leve incendio como corolario del despropósito que se desencadenó debido a un accidente de los soldadores y que, afortunadamente, se saldó sin más consecuencia que un susto y el uso de unos cuantos extintores. Diversas plataformas, como #metoomivelyn, han considerado que ese no es el lugar más apropiado. Incluso se ha creado una asociación con un solo y único cometido: reubicar a Marilyn en otro lugar, lo que viene a demostrar que la gente es muy cívica o que está demasiado ociosa. O se sabe bien. No basta la defensa del Ayuntamiento de que será un icono y que atraerá el turismo. La polémica ya se ha desencadenado y, lo único que hay que lamentar es que el gran Billy Wilder no esté para presenciar esto. Le habría dado para una comedia.