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Oropesa se gana al público

La Razón

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Obras de Mercadante, Schubert, Schumann, Poulenc, Fauré, Bizet, Rodrigo,Falla, Piazzolla, Nin y Roig. Soprano: Lisette Oropesa. Piano: Rubén Fernández Aguirre. Palau de les Arts. Valencia, 5-III-2022.
Escuché por vez primera a Lisette Oropesa en 2019 cantando “La Traviata” en Verona. Era entonces una soprano sin demasiado renombre, que acababa de obtener el premio Richard Tucker. No han pasado tres años y se ha convertido en una de las primeras figuras de la lírica. En este diario se pueden encontrar muy positivas críticas de recitales en Madrid y Sevilla, como también noticia de sus dos bises en el Teatro Real -el sexteto de “Lucia di Lammermoor” y el “Adiós al pasado” en “La Traviata”- convertida ya en favorita del público.
Es un fenómeno digno de analizarse. Resultó increíble el recibimiento al salir a escena En el Palau de les Arts, teatro donde debutaba. Una Netrebko no lo habría superado. Ella no sólo posee una buena voz de lírico-ligera, con una línea algo a la antigua, que va ganando proyección, de muy grato timbre, con un registro superior muy sólido y seguro, con mucha facilidad en las coloraturas, que no rehúye de abordar los graves y que muestra personalidad en todo momento, sino que es una de esas artistas con las que el público conecta de inmediato. Elegante y siempre sonriente, le bastan unos simples gestos para mostrar su carisma y la simpatía va a más cuando habla con acento marcadamente cubano. Tiene muchas tablas y algunos tics que recuerdan a los de Ainhoa Arteta. Vamos, que se mete al público en el bolsillo, sobre todo cuando en él hay un grupo de cubanos que la vitorean, arrastrando al resto.
Dicho todo esto, no ha resultado un recital comparable a los escuchados con anterioridad, en los que el programa era más de salón que de lied. Bien sabe Plácido Domingo que el mundo del lied es diferente al de la ópera y de ahí que sus recitales no sean liderísticos, sino de canciones. Oropesa abrió con dos de Mercadante con las que calentar. Luego varios Schubert y Schumann que precisan una expresión diferente y que tenga en cuenta que al lado hay un piano y no una orquesta. En la segunda parte obras en español en las que la dicción y el estilo fueron mejorables. Cierto es que se adaptan más a una voz de lírica plena que a una ligera, pero uno no pudo evitar recordar la sutilidad de una Victoria de Los Angeles o una Teresa Berganza. Lo mejor fue el final de la primera parte, con unas piezas de Fauré y Bizet en las que sí se lució, terminando exhibiendo técnica en “Adieux de l’hotesse arabe”. Esta vez “Yo soy Cecilia” de “Cecilia Valdés” no fue propina sino que, antes de éstas, cerró la parte oficial.
Tener como acompañante al piano a Rubén Fernández Aguirre siempre es un lujo, porque sabe cuidar, arropar a las voces y además en esta ocasión nos deleitó con el “Homenaje a Edith Piaf” y el “Estudio arpegiado-Verano porteño” de Fabini y Piazzola.
Aplausos, vítores, casi aullidos, al final en lo que sin duda fue un exitazo, aunque no tanto artístico.

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