Nuccio Ordine: «Hoy se educa a los estudiantes con el mismo pienso, son un producto»
El intelectual italiano publica «Tres coronas para un rey», un libro que ahonda en el simbolismo y la cultura europea
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Nuccio Ordine fue el primer miembro de su familia que acudió a la escuela secundaria, que tuvo la oportunidad de licenciarse en la universidad y, también, de alcanzar los cursos de posgrado. Nuccio Ordine es un hombre de buena alzada y gran estatura intelectual. Un italiano que habla un castellano claro y declara que si ha conseguido esos méritos ha sido por «el sistema público de educación» que le ha ayudado a ascender en la sociedad y a escribir tres libros hoy angulares: «Clásicos para la vida», «La utilidad de lo inútil» y con el que ha venido a España: «Tres coronas para un rey» (Acantilado). «Estamos destruyendo la educación pública. En Europa, antes, la misión de los colegios y la universidad era crear una comunidad de ciudadanos cultos; hoy la idea es formar ciudadanos que sean consumidores pasivos y que no tengan un sentido crítico», comenta. En su última obra, Ordine comienza por un detalle, el significado de las tiaras del escudo de Enrique III de Francia para a continuación levantar el paisaje simbólico, cultural y político de la época. «En nuestra sociedad tenemos un proceso peligroso: la separación de saberes. Prevalece la idea de que solo es útil el conocimiento práctico, que puede traducirse como aquel que tiene provecho económico. Por eso lo humanístico está marginado. Einstein consideraba una locura preguntar a un chico de 15 años a qué se quería dedicar de mayor. Pensaba que eso conlleva la especialización y que eso mata la creatividad, la curiosidad y la fantasía, esenciales para la ciencia».
Pero eso es lo que prevalece.
Hoy, en la escuela y la universidad se tiende a la «profesionalización». Se considera que es donde se tiene que aprender una profesión. Antes, la idea era formar ciudadanos cultos, que tuvieran una cultura que les permitiera comprender otros saberes, lo que sucedía en el mundo y que tuvieran un pensamiento propio. Ahora, los estudiantes se les educa con pienso. Todos tienen que graduarse al mismo tiempo y llegar al mercado a la vez. Son un producto.
¿Y cómo influye la tecnología?
Cuando te preguntas por el futuro de la humanidad, te das cuenta de que la tecnología será esencial. Yo estoy a favor de ella, pero es como un fármaco, que a la vez puede ser un remedio o un veneno si no se aplica con la dosis apropiada. Te cura o te mata. Parece que está segunda opción está creciendo. Lo telemático es como una droga. Los estudiantes ya no piensan como antes. El umbral de su atención baja cada año. Ahora, a los cinco minutos tienen que hacer otra cosa. Es la idea del zapping. No están acostumbrados a la concentración, pero a la vez piden valores. Internet es una trampa, por ejemplo. Es una gran herramienta, pero está hecha para gente que sabe, no para gente que no sabe. Los estudiantes me preguntan por qué leer sobre Giordano Bruno si internet está lleno de referencias. Pero ellos no saben distinguir qué es verdad y qué es falso. Si Internet es una mina de oro es por la gente que sabe. La selección es clave.
Son mercancía...
Hemos monetizado al hombre. Google no es gratuito. El producto somos nosotros. George Orwell tenía razón. El gran hermano existe verdaderamente y es el móvil. Nos escuchan. Los algoritmos luego transforman lo que decimos en publicidad. Si hablo de que quiero a ir San Petersburgo, recibo publicidad para ir a Rusia. Estamos siendo espiados para convertirlo todo en dinero. Somos mercancías.
Los radicales aprovechan la falta de crítica.
El egoísmo está ganando en Europa al igual que los partidos identitarios, que no aceptan que la identidad es movible, dinámica. Yo soy de la Calabria, pero me gustan los griegos, los romanos, los árabes, los españoles, los normandos. Estoy orgulloso de que existan muchas culturas y lenguas. Estoy orgulloso de la multiplicidad. Tenemos que referirnos a las filosofías, las lenguas, las culturas, las religiones... hablar siempre en plural. Es el plural lo que permite la tolerancia. No quiero vivir en un mundo donde solo existe una religión, una cultura, una visión de la vida... eso es terrible. Pero...
¿Sí?
La pandemia ha sido un laboratorio apropiado para comprender el futuro del hombre. Nos ha hecho comprender que ese futuro es recibir Amazon, la pizza que nos traen a casa, las reuniones sin salir de casa. Intentan inculcarnos que no tienes que cultivar relaciones humanas. Con los medios, como WhatsApp, Facebook, Telegram es suficiente. Lo que cuenta es el consumidor. Una vez que estás encerrado, te venden programas de actualización; te obligan a comprar las últimas versiones porque todo está obsoleto. Intentan convencernos de que el pasado no sirve, que no existe, porque el futuro es lo último. Estamos perdiendo la memoria. Esta es una sociedad desmemoriada y una sociedad desmemoriada no tiene futuro.