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Entrevista

Noemí Trujillo Giacomelli: «Con el cáncer he sentido la necesidad de arreglar las cosas rotas, de perdonar»

«Una noche de Reyes» es un libro anfibio donde la novelista catalana combina la escritura a tumba abierta con la ficción

Entrevista con la escritora Noemí Trujillo © Alberto R. Roldán / Diario La Razón. 12 06 2025
Entrevista con la escritora Noemí Trujillo© Alberto R. Roldán / Diario La Razón.Alberto R. RoldánFotógrafos

Aun paso de cumplir el medio siglo, la escritora Noemí Trujillo Giacomelli (Barcelona, 1976) por fin parece haber encontrado una voz propia –así como una habitación– para escribir la novela de su vida, en todos los sentidos de la palabra; «emanciparse» de alguna manera de la coautoría junto a su marido, el también literato Lorenzo Silva con quien firma la serie de la inspectora Manuela Mauri; y ponerse frente a sus fantasmas –los literarios, los familiares y los de la enfermedad– para decir «aquí estoy yo». «Noche de Reyes» (Destino), además de un homenaje dialogado a las escritoras/inspiradoras que ganaron el Premio Nadal en el siglo XX –de Carmen Laforet a Ana María Matute, hasta Carmen Martín Gaite–, es un ajuste de cuentas benévolo con su pasado y, a ratos, un diario de la enfermedad, que se cruza durante la escritura.

Lo primero, ¿cómo estás?

Bueno, pues bien, mucho mejor que hace tres meses. Casi totalmente recuperada. Contenta de haber podido terminar el libro y de poder hablar de él, porque hace tres meses no las tenía todas conmigo.

¿Has sentido vértigo o pudor a la hora de publicar esta novela tan personal?

Pues sí. Fíjate que yo soy poeta, he publicado muchos libros de poesía, y a mí la poesía confesional me gusta; pero creo que como los poetas tienen menos público y esta apuesta la iba a leer más gente, y más gente cercana a mí, sí que tenía esa sensación de... bueno, soy una persona tímida, no me gusta exponerme, y sí he sentido ese pudor, pero también la necesidad de escribirlo; y la enfermedad, en este caso el cáncer, pone tu vida patas arriba. Dicen que una de las cosas que sucede con la enfermedad es la necesidad de hacer las paces con alguien que te has enfadado o de arreglar las cosas que están rotas: por eso uno de los temas de la novela es el perdón.

En el libro dices que, pese a todo, no eres capaz de perdonar a tu madre.

La relación con mi madre siempre ha sido mala; yo creo que mi infancia y mi adolescencia están marcadas por tres acontecimientos: una falta de entendimiento con mi madre, una relación muy buena con mi abuela y un tiempo en el que mi padre no está. Y es desde esa soledad y esa falta de referentes que yo me refugio en la lectura y en la escritura. Cuando se murió mi madre llevábamos mucho tiempo sin hablarnos; al coincidir con la pandemia del Covid para mí fue muy traumático el hecho de no poder ver el cuerpo de mi madre, despedirme, hacer las paces. En las páginas finales del libro hay un atisbo de esperanza y de creer en la capacidad de perdonar y de perdonarse.

¿Compaginar los pasajes más biográficos con estas conversaciones que mantienes con las ganadoras del Nadal es una manera de disfrazar la realidad?

Fue una apuesta que podría haber sido fallida. Yo quería combinar la ficción con la realidad, y la parte de ficción es esa conversación imposible que tengo con estas mujeres que ganaron el Premio Nadal en el siglo XX, y que son mis escritoras preferidas. Yo solo puedo hablar con ellas desde el recurso de la ficción y de la imaginación y de la fantasía. Intento entretejer las dos formas de contar: la autoficción y la no-ficción.

Tu marido, Lorenzo Silva, ganó el Nadal en el año 2000, un año antes de que os conocierais. ¿Tú nunca te has presentado al Premio?

No me he presentado todavía porque creo que yo no he sentido como escritora... A lo largo de «Una noche de Reyes» se va contando cómo nace la vocación de escribir en mí y cómo se va cambiando a lo largo de los años. Todavía no he sentido que tuviera una obra en solitario merecedora de presentarla al Premio. ¿Me gustaría hacerlo? Pues sí, lo que pasa es que yo escribo muy despacio, por lo que no va a ser a corto plazo.

¿Esta novela no valoraste presentarla al Nadal?

No, porque para mí era un homenaje a todas las mujeres que habían ganado el Premio, entonces hubiera sido una distorsión presentarla. Yo soy feliz por el hecho de que mi voz esté junto a ellas y por haber podido articular esta conversación ficticia. De alguna manera ha sido como ser finalista del Premio.

Parafraseando a Joyce dices que «Cataluña es una cerda vieja que devora a sus crías castellano-parlantes». ¿Qué sientes hacia tu tierra?

Yo no soy nacionalista ni independentista y no voy a volver a vivir en Barcelona; pero sí que la echo de menos y me gusta volver. Intento que no haya una relación conflictiva, aunque no siempre lo consiga.

¿Esta novela, de alguna manera, es una forma de «emanciparte» del binomio novelístico con tu marido?

Efectivamente, me ha costado mucho encontrar mi voz. Sí que es verdad que es la novela más ambiciosa que he escrito sola, y sí que es verdad también que en algún momento, aunque cuando yo escribo con Lorenzo es igual de importante que cuando escribo sola, sí que he notado ese prejuicio de decir alguno «a ver aquí qué hace cada cuál» o que te hagan una entrevista y solo saquen el nombre de Lorenzo. Esta es tu obra propia y la defiendes como tal.