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Novedad editorial

Stan Lee, una vida sin superpoderes

El periodista Abraham Riesman escribe el libro definitivo sobre uno de los grandes iconos de la cultura popular de la segunda mitad del siglo XX

Stan Lee, en junio de 2017 en Beverly Hill, en un tributo que se le rindió
Stan Lee, en junio de 2017 en Beverly Hill, en un tributo que se le rindiólarazon

Pocas veces un autor es tan conocido como los personajes que ha creado, aunque probablemente en el caso de Stan Lee él fuera su mejor obra, un nombre que se alejaba de su verdadera identidad, aquella que en realidad se llamaba Stanley Martin Lieber. El escritor fue el padre de algunos de los superhéroes más importantes que hemos visto en viñetas, como Spiderman, la Patrulla X, Iron Man, los Cuatro Fantásticos o Hulk, todos ellos integrantes de la escudería Marvel Comics de la que nuestro protagonista fue director editorial. Hollywood, más concretamente Disney –en la actualidad propietario de Marvel–, se ha encargado de popularizar hasta el exceso estos personajes en superproducciones donde no ha faltado nunca la aparición de Stan Lee en un pequeño papel, el guiño que necesitaban sus seguidores. Así, el escritor ha pasado a ser también un objeto de «merchandising», como puede ser la toalla playera con la imagen del periodista Peter Parker disfrazado de hombre araña o el batido de color verde de Hulk.

El periodista Abraham Riesman acomete la delicada operación de separar la realidad de la ficción, de saber cuánto había de humano en quien se pasó la vida imaginando personajes de todo tipo con la capacidad necesaria para salvar al mundo de una grandiosa tragedia. El resultado es un libro asombroso y desmitificador: «Verdadero creyente. Auge y caída de Stan Lee», publicado por EsPop.

Antes del fallecimiento de Stan Lee, Riesman trabajó extensamente el tema para un iluminador reportaje que apareció en las páginas de la revista «New York» en febrero de 2016. Una vez muerto el guionista, en noviembre de 2018, fue cuando el periodista volvió a enfrentarse con el tema, pero de una manera mucho más ambiciosa. Para este cometido fue imprescindible la consulta de los documentos personales y profesionales del guionista que se conservan en la Universidad de Wyoming. A ello se le suma una ingente cantidad de entrevistas con muchos protagonistas en la vida del padre de algunos de los grandes héroes de papel de todos los tiempos.

Riesman lo tiene claro sobre la labor de Lee para construir su muy personal mito. «De una cosa podemos estar seguros: Stan Lee no fue muy sincero con respecto a su vida y sus logros. Mintió sobre cosas pequeñas, mintió sobre cosas grandes, mintió sobre cosas extrañas y es muy posible que mintiera sobre algo decisivo y fundamental. Si, en efecto, mintió sobre esto último –y hay motivos sustanciales para creer que lo hizo–, tal mentira cambiaría por completo su legado», escribe Abraham Riesman. Stan Lee ha pasado a ser la personificación del sueño americano, de que todo es posible si se planta cara a las adversidades. Lo que no se sabía hasta ahora es que ese viejecito entrañable de gafas oscuras y que se pasaba horas y horas firmando en salones del cómic, basó en realidad su éxito en, según su biógrafo, en el «nepotismo, los atajos, la falsedad y el hurto».

El libro da cuenta de todo ello, en ocasiones de una manera triste, como las disputas que mantuvo con Jack Kirby, uno de los mejores dibujantes de todos los tiempos, por temas de derechos de autor, además de sobre quién era el responsable de la creatividad. Fue aquí donde Stan, según el biógrafo y periodista, «ejecutó uno de los actos de usurpación artística más osados de la historia moderna».

Abuso a las enfermeras

Lee ganó mucho dinero y fama, las gasolinas que necesitaba para vivir y para alimentar su grandioso ego. Por eso, no es extraño que en su vejez, cuando se quedó solo tras el fallecimiento de su esposa –un verdadero muro de contención ante los muchos gorrones que lo acechaban– todo se viniera abajo. Las últimas páginas del libro, las dedicadas al descenso a los infiernos de Lee, con una hija tratando de apoderarse de todo el imperio o un editor que pretende hacer una edición limitada de un cómic firmado con la sangre del guionista, son espectaculares. El escritor que ideó las aventuras de sus superhéroes no supo defender su final, con la aparición de personajes peculiares y denuncias de haber acosado sexualmente a alguna de las enfermeras que lo cuidaban. Es un detallado trabajo periodístico en el que Abraham Riesman no escatima detalles, algunos de ellos propios de una comedia de situación, no de un cómic de Marvel.

Stan Lee al final demostró no tener superpoderes. Su biografía es tan desmitificadora que cuesta pensar que aquel hombre quisiera ser inmortal.