Un Planeta con mucha Historia
Luz Gabás y Cristina Campos, ganadora y finalista del Premio Planeta, presentan sus novelas, «Lejos de Luisiana» y «Historias de mujeres casadas», unas obras que tienen en común los amores transgresores
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Luz Gabás y Cristina Campos. Ganadora y finalista del Premio Planeta. Dos autoras, dos historias distintas y dos narradoras de pulsiones y de imaginaciones divergentes, cuyas ficciones circulan por cornisas y pasos paralelos. Las dos, acompañadas por José Creuheras, presidente del Grupo Planeta, y la periodista Sonsoles Ónega, que dirigió una conversación entre ellas, presentaron sus libros en la sede del Instituto Cervantes de Madrid. «Lejos de Luisiana», de la primera escritora, ancla en las aguas del género de la novela histórica, en una época de turbulencias, trabada de contiendas entre franceses, ingleses y españoles, donde la población indígena y la criolla se codean y los conflictos humanos se entrelazan con las agitaciones del siglo.
En medio de este mar revuelto, salpicado de vicisitudes y reveses, crecerá una historia de amor entre, Ishcate, de la tribu Kaskaskia, y Suzette Girard, una joven de Nueva Orleans. «Surgió de una palabra, esfuerzo, pero dentro del esfuerzo encontré que había desánimo y esperanza. Entre estos polos, nació el contexto de este libro. Conocía el pasado de Estados Unidos, pero fue cuando me encargaron un relato para Zenda y refrescar las circunstancias de este tiempo en Norteamérica, cuando encontré el contexto histórico y con Luisiana. A partir de ahí surgieron las imágenes y las escenas se sucedieron sin cesar».
Dignidad
Luz Gabás, autora de la exitosa «Palmeras en la nieve», quiso hilar las páginas de esta historia, salpicada de personajes de distintos vuelos, rumbos, identidades y culturas, con enorme realismo, pero también con un objetivo claro: «Lo más complicado era que todos los personajes fueran tratados con la misma dignidad. El alma de todos ellos. Desde los rabiosos criollos que no quieren a los españoles hasta el alma de los indígenas y el alma del hijo del esclavo que se quiere vengar de los que le esclavizaron».
La novelista, que ha empeñado mucho tiempo en investigar y adentrarse en esta época, asegura con un punto de tristeza por qué la singladura de los españoles por las raíces de Estados Unidos ha caído en un injusto punto y aparte, siendo orilladas por los historiadores más tarde hasta su reciente recuperación: «La generación posterior a Bernardo de Gálvez estuvo liada en la guerra de Independencia contra Francia. Entonces es cuando las gestas americanas cayeron en el olvido. Además, en esos años posteriores comenzó la independencia de las colonias españolas en el continente americano y nadie quiso mirar hacia lo que habíamos hecho».
Ella ha vuelto a redescubrir para los lectores una centuria y una tierra donde se cruzaron a la vez tantos destinos diferentes. «El peligro para cualquier escritor de novela histórica es que la Historia se apodere del texto. Cuando existe un contexto desconocido, como es este caso, el escritor quiere explicarlo todo para que los lectores tengan claro cada uno de los aspectos, pero a lo mejor el lector no necesita tanta información y más bien lo que necesita son sugerencias, como futuras lecturas o datos, que puedes exponer en el apartado de notas. Hay que tener cuidado con el exceso de Historia y cuidar más el viaje emocional de los personajes».
Quizá el éxito de Luz Gabás, una autora con recorrido y muchos seguidores, resida justo en este punto: su capacidad para cincelar el personaje. «En una novela se debe trabajar la parte humana. El origen de este texto está en la gestión de un relato, pero el siguiente paso fue darme de bruces con una leyenda trágica. Era entre un indio Kaskaskia y la hija de un comerciante francés. Se fugaron, pero fueron capturados. A él lo ataron a un tronco y lo arrojaron al agua, río abajo. Antes de morir lanzó una maldición. Si esta leyenda existe es por un motivo: que este mito existió y si existió es que hubo casos parecidos. Conocemos que muchos franceses se casaron con indias. Era una sociedad mezclada, los jóvenes se veían, porque no era tanta la población. Así que me fijé en esta leyenda. Para que exista una novela siempre hay que elegir lo más sorprendente», asegura.
Cuando reflexiona sobre la actualidad y las concomitancias que hay con esa época, no queda lugar para el equívoco en su respuesta: «Tenemos que conseguir un mundo en el que demos menos importancia a las etiquetas y a la procedencia. La procedencia define nuestra identidad, pero no debe utilizarse como herramienta de odio».
Cuando se le pregunta por la lección que ha extraído, Gabás se queda pensativa un instante antes de añadir: «La escribí durante la pandemia y me dije: “Para qué escribir y para qué tanto esfuerzo si nos vamos a morir todos”. Como sociedad sufrimos mucho. Yo leía sobre los colonos, los españoles, procedentes de Málaga, Canarias... en qué condiciones se marcharon para trabajar allí. Fueron familias enteras. Llegaban y les regalaban una carreta, utillaje, semillas y los enviaban río arriba a construir un asentamiento, una casa. Luego sobrevenía después una crecida, se inundaban sus hogares y se quedaban sin amparo. Padecían hambre y sufrían el frío y la escasez. Pero la vida seguía para ellos. Esta es la lección: siempre hay que ir hacia adelante. En mi generación olvidamos el sufrimiento, pero ahora hemos vuelto a topar con la guerra y la pandemia».
Mujeres infieles
En un territorio opuesto avanza «Historias de mujeres casadas», de Cristina Campos, centrada en los matrimonios contemporáneos, en los secretos que se mueven entre las parejas y las infidelidades que nacen en el seno de las parejas erosionadas por el hastío, el paso del tiempo o la fuerza de lo irremediable. «He buscado a mujeres que han sido infieles. He conocido a algunas. Como mujer, para ser infiel, debes ser valiente. Ellas me han abierto su corazón. Me han reconocido que la mayoría acaba enamorada de los hombres y muchas también acaban separándose de sus maridos. Los hombres que han sido infieles hablan de esa relación, pero desde la diversión, de la pasión. Ellas no hablaban con tanta euforia. Estas mujeres, como las que aparecen en mi novela, son relativamente felices y son madres. El deseo sexual hacia el marido ha desaparecido hacía tiempo. Aunque sé que este es un tema que crea revuelo, ocurre».
Cristina Campos añade que en estos casos uno de los componentes fundamentales es «la erótica del poder»: «En mi libro, mi protagonista empieza una relación con un escritor reconocido. Las amigas con las que he hablado de esto y que han sido infieles me han confesado que se enamoran de hombres así y la clave está en que las estimulan intelectualmente, no es un simple descarrilamiento, como vulgarmente suele decirse».
Cristina Campos admite que no es solo una novela sobre la infidelidad femenina, también sobre el poder que ejerce el deseo en las mujeres y las extrañas relaciones que se establecen en estos amores furtivos, fraguados a escondidas y espaldas de todo: «Ella sabe que su amante le está dando la mejor versión de sí mismo. En la intimidad, en su casa, él, sin embargo, se comporta de una manera diferente: no habla tanto, es más silencioso, los amigos le agotan. Él sabe que, si empiezan a convivir, el deseo tan bestia que sienten desaparecerá y por eso no quiere comprometerse a eso».