A Pepe, con todo mi cariño
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Esta mañana tuve un sobresalto al ver la llamada de Cuca García Griñán, pero no pude cogerla porque estaba en la tertulia de Federico Jiménez Losantos. Me temí lo peor. Y al poco me llamaba el académico Feliciano Barrios, un amigo excepcional, para darme la triste noticia de que Pepe Alcalá-Zamora había muerto. La vida me ha dado la oportunidad de conocer a personas de una extraordinaria calidad humana y Pepe era una de ellas. Una enfermedad terrible, de una crueldad sin límites, le había dejado postrado sin poder leer, caminar y hablar, aunque su querida amiga Cuca era de las pocas personas que podía interpretarle cuando con enorme dificultad hablaba. Hace poco falleció el académico Luis Miguel Enciso, antes había sido José María Blázquez, el gran historiador sobre la España Antigua, y Gonzalo Anes, el excepcional director de la Academia de la Historia, que me honró con su amistad y me presentó a Alcalá-Zamora. La última vez que le ví fue en la Clínica La Milagrosa donde la dieron la extremaunción. Cuando me quería ver le preguntaba a Cuca por el periodista, a Barrios le llamaba el secretario por serlo de la Academia y el también académico Hugo O'Donell era el militar. Con todos tenía gestos de afecto y agradecía que le fuéramos a ver mientras luchaba con esa cruel enfermedad que le había arrebatado todo lo que le importaba, menos los amigos que tanto le queríamos. Con el gran historiador Alfredo Alvar ibamos juntos a ver a Pepe. Era un personaje fascinante, hijo de un gran jurista que pasó buena parte de su vida en el exilio y nieto de dos figuras muy claves del siglo XX: Niceto Alcalá-Zamora y Gonzalo Queipo de Llano. Siento que no te veré los martes, pero al igual que con Anes, Blázquez y Enciso te tendré siempre en mi corazón.