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Academia de cine: ¿cambiar los estatutos cerraría la crisis?

Directores y productores opinan sobre la brecha abierta en la institución, que ayer ratificó a Yvonne Blake como presidenta y a Judith Collel como vicepresidenta, ambos cargos de manera interina.

Yvonne Blake es una de las figurinistas más reputadas del cine español
Yvonne Blake es una de las figurinistas más reputadas del cine españollarazon

Directores y productores opinan sobre la brecha abierta en la institución, que ayer ratificó a Yvonne Blake como presidenta y a Judith Collel como vicepresidenta, ambos cargos de manera interina.

Tras las salidas encadenadas la semana pasada del presidente de la Academia de Cine, Antonio Resines, por «serias discrepancias con parte de la Junta Directiva» que habían imposibilitado en los últimos meses su trabajo diario, y del vicepresidente Edmon Roch, a las que sumaron las de otros seis miembros de la Junta Directiva, ésta ratificó ayer en una reunión extraordinaria a Yvonne Blake y Judith Collell como presidenta y vicepresidenta interinas de la entidad. Tras la dimisión, además, de seis miembros de la Junta Directiva, compuesta por dos vocales de cada una de las catorce especialidades, se han incorporado la directora Azucena Rodríguez, en sustitución de Emilio Martínez Lázaro, y los técnicos de efectos especiales Raúl Romanillos y Juan Ramón Molina como reemplazo de Reyes y Óscar Abades. Entra, asimismo, el director de fotografía Tote Trenas, en lugar de José Luis Alcaine, el montador Iván Aledo en el puesto de Guillermo S. Maldonado, y el animador Julio Díez Miguel por el cargo de Pedro Eugenio Delgado. A las salidas anteriores se añaden las de Guillermo S. Maldonado y Pedro Eugenio Delgado, que comunicaron su dimisión verbalmente a los miembros de la Junta Directiva.

¿Qué está pasando en la Academia de Cine? El director Emilio Martínez Lázaro quiere dejar claro que su renuncia fue la primera: «La presenté antes que todos y por motivos bien distintos. Sencillamente no iba y me daba vergüenza formar parte de ella si no aparecía por allí», asegura. El director de «Ocho apellidos vascos» comenta que todo el mundo tiene su parte de culpa en lo que ha sucedido y que se puede solucionar «con sencillez, buena voluntad y bajando el tono, además de haciendo algunos cambios. Se puede discutir, pero no utilizar un tono como el de la política», remata. El director y productor Gerardo Herrero asegura que «me parece triste a lo que hemos llegado, a que un enfrentamiento haya llevado a la dimisión de quien estimo y a quien considero un amigo», comenta. Herrero trata de quitar hierro al asunto –«esto sucede en todos los sitios»–, aunque lamenta la falta de «figuras de consenso, que antes sí había, capaces de reconducir una situación complicada como la actual. Ellos hacían que lograr ese acuerdo que ahora parece que tanto cuesta fuera una tarea sencilla. Pero actualmente no hay gente que aglutine los distintos intereses». Herrero fue presidente en 1994, antes que José Luis Borau y con una experiencia tiene bastante: «No volvería a rapetir. Ya le dediqué mucho tiempo y no está dentro de mis intereses», añade.

w Remar unidos

Eduardo Campoy, productor, pasó por una experiencia, salvando las diferencias, similar a la Yvonne Blake, pues fue elegido presidente interino en 2009 tras la salida de González-Sinde. Tiene claro que «llegado a este punto hay que reflexionar en la próxima asamblea y replantearse un cambio en los estatutos. Lo que no se puede consentir es que un presidente haya sido elegido y su programa avalado y votado por la totalidad de la asamblea y que la Junta Directiva no piense como él y le impidan cumplir con sus proyectos. Y eso es lo que hay que cambiar en los estatutos, un par de puntos simplemente. Y se puede si se tiene voluntad», asegura y añade que «tenemos que remar todos en la misma dirección y aprender de los errores. Esta serie de dimisiones son síntoma de algo», dice. Fernando Colomo comparte con Campoy la necesidad de «que esto sirva a la Junta Directiva y la Asamblea para reflexionar y coordinar su manera de trabajar. Y si hay que cambiar algo, pues hagámoslo». Él, a quien propuso años atrás José Luis Boraru para la presidencia, declinó en su momento y no volverá a aceptar. «Lamento lo que ha sucedido por el disgusto de Antonio, una figura muy interesante, con fervor popular y prestigio reconocido que se presentó para echar una mano y mira de qué manera ha salido», comenta y añade que «la Junta Directiva tiene que representar a los socios y si no es así habrá que echarle un vistazo a los estatutos».